‘Como cambia el mar’: cuatro personajes en busca de su vida
A veces escapar, cuando nadie te persigue, cuando se tienen los papeles en regla, es la más ilimitada de la prisiones. Y eso lo saben bien tres de los cuatro protagonistas de la extraordinaria novela de quien ya es toda una clásica de la literatura inglesa, Elizabeth Jane Howard (Londres, 1923 / Suffolk 2014) ‘Como cambia el mar’. De la muerte de un ser querido no escapa nadie, y más si es una muerte contra natura, y son unos padres quienes contra todo pronóstico deben enterrar a un hijo.
Emmanuel y Lilian tienen el corazón roto y las uñas marcadas por el abultado surco que deja la tristeza cuando se echa sobre la tumba de tu hija el último puñado de tierra. Sin embargo, ambos se muestran veleidosos, volátiles, excéntricos y ambiciosos en esta novela de imponentes y tersas páginas. Ambos esperan un milagro que, sin embargo, poco tendrá que ver con el milagro que les manda Dios. La joven Alberta Young, la inteligente, rigurosa y “saciante” heroína que cambiará la vida de todos y cada uno de sus acompañantes.
Como cambia el mar es una portentosa novela coral. Un laberinto de vicios y virtudes arropado por un preciosismo estético que conmueve a pesar de la devastadora homilía con que increpa a sus personajes:
“Había salido el sol y, a lo lejos, Nueva York era como un puñado de aguas brillantes puestas de pie y al mirarlas volvías a tener esa sensación de volver a nacer”.
Sus protagonistas son hombres y mujeres vencidos, y algunos como Jimmy son también hombres sin vida propia o con una genealogía puesta en entredicho. Hombres que arrastran la pobreza de no haber sido queridos, que son acorralados por ella a pesar del triunfo personal y que deberán estar siempre pendientes para que ese hedor a soledad que les señala no escape de su cuerpo.
No obstante, Como cambia el mar es una novela de tristeza controlada. Un filón de entretenimiento para los diletantes. Una emboscada de piel frenética que les proporcionará un viaje inolvidable a través de ciudades como Londres, Nueva York o Atenas, y también de la cautivadora isla de Hydra, donde todos los amores son posibles y desgraciados al mismo tiempo. Allí su impotente luz natural acabará rebautizando a los cuatro protagonistas hasta lanzarlos contra sus tragedias y sus redenciones.
Elizabeth Jane Howard es magnífica desmenuzando a sus personajes a través de sus actos y de las reflexiones ajenas. Los hace y los deshace página a página en un enfrentamiento intelectual que les cambia el ritmo y el destino.
Emmanuel y Jimmy son los obstinados bailarines de una coreografía macabra que disfruta triturando con sus firmes pasos la realidad del otro. Lilian y Alberta son abismo y edén para Emmanuel, y Enmanuel es un niño perdido que juega a suplantar a Casanova una y otra vez hasta que un pequeño inconveniente con consecuencias casi fatales le obligará a aceptar la supremacía de su naufragio vital.
Como cambia el mar es una narración brillante en la línea de novelas como El mar, el mar, de Iris Murdoch, o de Un fin de semana, de Peter Cameron, un excitante fresco sobre la vida y sus secretos, sobre la sociedad y sus trampas, sobre los estereotipos y sus proyecciones. Sobre el dolor que marca la memoria y que convierte a los leales en enemigos.
Entretenida y lúcida, Como cambia el mar nos compromete a transfigurarnos en cada uno de sus personajes mientras leemos.
Por esa admirable cualidad y por un sinfín de cosas más que no desvelaré, en un gesto de generosidad que sabrán agradecerme cuando acaben la lectura, no dejen de leerla. Todas sus líneas tienen premio.
‘Como cambia el mar’. Elizabeth Jane Howard. Traducción de Raquel G. Rojas. Siruela. 424 páginas.
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