Gracias, Alberto, de pensamiento
Sí, ya sé que este título suena raro, que pide a gritos un “de corazón”. Pero es que este artículo quiere ser un homenaje –personal, modesto y nada profesional– a Alberto Corazón, fallecido la semana pasada y que fue, por encima de todo, un extraordinario pensador de la comunicación.
He querido huir expresamente de la consabida locución adverbial, tal como hizo el propio Alberto al no utilizar gráficamente un símbolo tan cargado significativamente, y tan manido, para su propia imagen personal.
Y a la vez, sustituyendo como he hecho el término habitual en un agradecimiento al uso, por el término pensamiento (cerebro hubiese sonado demasiado visceral), lo que he querido ha sido dirigir la atención hacia lo que considero fue el núcleo de todo su trabajo.
No voy a discutir, no soy quien, los profundos y documentados artículos, reseñas y reportajes que en los últimos días se le han dedicado, a él y a su trabajo, pero a mí, que tuve la oportunidad de colaborar con Alberto nada más acabar mis estudios en la Escuela Experimental de Diseño (de hecho, fue mi primer creedor en el ámbito profesional), siempre se me han quedado cortos los titulares donde se le cataloga como diseñador gráfico, artista, escritor, etc…
Porque para mí Alberto ha sido por encima de todo un pensador, alguien que hizo de la reflexión, del análisis y de la meditación la línea medular de todo su trabajo; que el fruto de ese pensamiento se manifestase en forma de logotipo, de escultura, de grabado o de artículo periodístico creo que es lo de menos.
Alberto no fue un pensador de la imagen o de la forma, o si lo fue lo hizo de una manera secundaria; lo fue en realidad de la comunicación, entendida ésta como esa faceta humana que consigue conectar a un emisor con un receptor mediante un mensaje cargado de verdadero contenido.
Alberto nos ha dejado, pero queda su obra. Muchos de sus trabajos nos acompañarán por mucho tiempo; otros irán siendo sustituidos con criterios meramente de mercadotecnia o por la pura necesidad bulímica de nuevas imágenes.
Pero lo que siempre nos quedará, en estos tiempos de ruido y mediocridad, es su pensamiento, porque como él mismo afirmaba, la primera condición de un diseñador es saber escuchar, ¿y qué mejor acto que escuchar a un maestro?
Y porque a través de sus artículos, libros y entrevistas estaremos accediendo a su verdadera esencia, a esa escasa inteligencia con corazón.
Gracias, Alberto, simplemente.
Comentarios
Por Javier Fernández, el 16 febrero 2021
No puedo estar más de acuerdo contigo, Javier, y mira que me gustan algunos artefactos suyos, pero como bien dices era por encima de todo un pensador analítico y fenoménico al servicio del «otro».
Nunca olvidaré el impacto que me produjo su exposición «Para Leer la imagen» en REDOR. No estuve en la 2ª edición en el Colegio de Arquitectos de Barcelona, pero sí en la 3ª de esta serie de «work in process» de aportación conceptual al histórico del arte español.
Alberto Corazón cambió mi comprensión de los fenómenos artísticos y no deje de seguir sus pasos y actividades del «equipo comunicación» con quienes estuve relacionado en una revista en la que yo publicaba en los primeros setenta «AU».
Leído ahora, lo acabo de hacer en el catálogo de Iolas Velasco, puede que sean en algún caso, obviedades y planteamientos primarios, pero tienen una autenticidad, frescura y hondura en su articulación y formulación que aún hoy dejan huella. ¡Es un auténtico placer volver a revisar estos materiales que nos han construido!