‘Hierba Mora’: en defensa de las brujas y las reinas raras

La escritora Teresa Moure, autora de ‘Hierba Mora’.

La editorial asturiana Hoja de Lata recupera, en traducción directa del gallego, ‘Hierba mora’, la multipremiada novela de Teresa Moure que narra las singulares vidas y los valiosos conocimientos de tres mujeres fuera de la norma: una reina, una bruja y una estudiante de Filosofía. Es la obra más galardonada de la historia de la escritura en lengua gallega.

Esta reseña –que, antes de empezar, os prevengo: es una alabanza, casi un himno– huele a manzanilla, a laurel, a paños calientes, a hinojo, a libro viejo, a mujeres que se atrevían a leer libros viejos cuando las mujeres no leían, a ortiga, a grosella, a tinta, a mujeres que pensaban con tinta cuando no gustaba que las mujeres pensaran, a perejil, a estragón, a sangre de mujer, a lágrimas de mujer, a lluvia, a barro, a hierbabuena, a secretos, a prímula, al sudor en la piel que provoca el placer, a salvia, a fresa silvestre, a arcón lleno de polvo, a las cartas, los diarios y los libros, sí, libros viejos, que guarda el arcón lleno de polvo, a canela, a malva real, a poesías torpes, a aguas que nunca serán ya las mismas aguas, a artemisa, a invierno, a guiso. Pero sobre todo, por encima del resto de olores, huele a frambuesa, que como bien saben las mujeres viejas –que son las más sabias de todas–, con lo que mejor casa la frambuesa en una infusión, amarga y reconfortante, es con la hierba mora. El solanum nigrum, con sus pequeños frutos redondos y negros, tomatillos del diablo, es una hierba misteriosa y mágica, como esta historia, y a la que precede una mala fama que en absoluto le hace justicia, como a muchas de las mujeres de esta historia: reinas que no quieren casarse, brujas que desafían el poder establecido, estudiantes irreverentes… Malas hierbas todas ellas, todas nosotras.

Publicada originalmente hace más de 15 años, Hierba mora (Herba moura) es la obra más galardonada de la historia de la escritura en lengua gallega: Premio Xerais de novela, Premio de la Asociación de Escritoras y Escritores en lengua gallega, Premio Benito Soto, Premio de la Crítica de las letras gallegas. Con su escritura, la autora Teresa Moure contribuyó a reparar una gravísima injusticia histórica: la ausencia de la voz de las mujeres. Los vencedores cuentan el relato, dan forma a la realidad, a la verdad universal –su verdad–, y a lo largo de demasiados siglos de humanidad esta historia ha sido la del hombre ­–y podemos continuar con los adjetivos, a saber: caucásico, cristiano, heterosexual, etc, etc…–. Esto, desde hace algún tiempo, por fin está cambiando: en la plaza pública tienen cabida nuevas voces, originales y discordantes, que, al contar su visión personal de la historia, están reconfigurando la propia concepción de la historia.

Hierba mora abraza todo ese conocimiento perdido, porque las historias personales de las mujeres también eran conocimiento –su conocimiento–, y fue desprestigiado, acallado y condenado al olvido. Un conocimiento casi siempre práctico, ligado a la tierra, al hogar, al cuerpo humano. Sanadoras, curanderas, herboristas… Eliminando la autoridad del conocimiento que emanaba de las tareas cotidianas de las mujeres se las borró de la historia. Se las escondió en un viejo arcón que acumula polvo. ¿Cuánto nos hemos perdido? ¿Cómo sería nuestro mundo ahora de haberlas escuchado, de haberlas permitido leer y escribir, investigar, viajar, hablar? En el magnífico prólogo que acompaña a la novela de Moure, la escritora y veterinaria de campo María Sánchez se pregunta: “¿Y si somos el resultado de la ausencia de?”. Una genealogía perdida, o quizás no esté todo perdido mientras obras literarias como esta se consagren a investigar, recuperar, tirar del hilo de nuestras antecesoras, sacarlas a la luz.

Las voces femeninas que hablan en Hierba Mora son principalmente tres: la reina Christina de Suecia, que es una rara avis no solo por ser una mujer que ostenta el poder, no solo porque le valgan tanto los muchachos como las muchachas –y no lo esconda–, sino porque no quiere casarse, ni ser madre, solo quiere leer y leer y leer, rodearse de filósofos y gramáticos y demás sabios, escribir en paz y soledad. Después, la herborista y curandera –no, qué demonios, llamémosla por su nombre, hagamos honor al oficio–, la bruja Hélène Jans, que conoce las propiedades de casi todas las plantas, raíces y hierbajos que crecen en este mundo, cómo secarlas y mezclarlas, cómo aliviar el dolor de las parturientas, prender la pasión, desinflamar el hígado. Y, por último, Inés Andrade, estudiante de Filosofía, amante de los gatos, sufridora de un director de tesis que se cree un Don Juan, la menor de una estirpe de mujeres alocadas, bravuconas y soñadoras.

Las dos primeras mujeres comparten época y escenarios: siglo XVII, los ríos congelados de Suecia, los canales estancados de Ámsterdam, una idílica casucha con un huerto. Comparten pasión por el conocimiento y la escritura, aunque difieren en su forma de ver el mundo. Sí saben ambas que su sabiduría se considera herejía, que puede ser peligrosa –más para Hèléne, bruja, que para Christina, nobleza peculiar–, que no podrían estar más alejadas de la concepción que se tenía sobre el intelecto y la labor de la mujer en aquel entonces. También comparten el amor por un hombre que, si bien es muy relevante en los sucesos de Hierba Mora, no vayáis a creer que es el protagonista, que no se lo merece ­–tanto dualismo alma/cuerpo, tanta insistencia con la volubilidad de las mujeres–; es el afamado filósofo René Descartes. Christina lo ama y lo pierde; Hèléne lo amó, tuvieron una hija, y también lo perdió. Es su figura la que une a estas dos mujeres admirables que, después de una tarde removiendo juntas un puchero –un pacto de damas que cambió el ritmo de los vientos, las aguas y las estrellas–, intercambian cartas y documentos a lo largo de los años charlando sobre filosofía, libros, la posibilidad de un lenguaje universal, amores y pérdidas.

Unos tres siglos después, la doctoranda en la filosofía de Descartes Inés Andrade encuentra un viejo arcón en su casa que, al abrirlo, huele a frambuesa, y que guarda –custodiados durante generaciones de mujeres– unos papeles heredados por una antepasada que, por lo visto, fue aprendiz de una bruja en Ámsterdam.

Los papeles de Hierba Mora son de lo más diverso: hay cartas, fragmentos de diarios, de obras divulgativas, confesiones, poesías, anotaciones para una tesis… Teresa Moure construye una novela que es más bien una colcha de patchwork: un remiendo de muchas voces que dan lugar a una pieza única, hermosa, de una inteligencia increíble. También, apunta en el prólogo María Sánchez, se parece a una “almazuela”: un tejido que se elabora de forma artesanal remendando trozos rectangulares de otros tejidos o prendas. Este trabajo textil lo confeccionaban las mujeres del norte de España y, si bien en un principio se escondía porque evidenciaba la falta de recursos económicos, más tarde las mujeres colgarían sus almazuelas de los balcones, como si le gritasen al mundo: ¡Eh! Este es nuestro trabajo, nuestro conocimiento y nuestro arte, y es hermoso y digno de ver y compartir.

El conocimiento de las mujeres yo lo sueño así: una reunión de tejedoras que narran, un hilo de historias que se desovilla a lo largo de los siglos, una genealogía tardíamente recuperada.

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Comentarios

  • angel coronado

    Por angel coronado, el 23 marzo 2021

    Después de la panoplia de los olores, lo demás discurre por otros cauces. Porque tanto la reina como la bruja o la pensadora se trasforman también en alguno de los olores de la panoplia. No hay más que olores después de una panoplia que solo huele y lo demás sobra. No sé, ni tampoco importa, si es el patchwork que huele o son los olores perdidos en ese conjunto arcano. El caso es que hay un paraíso en el que se pierde un enano de cuyo nombre, Descartes, imposible de olvidar, escapó el enano que olisquea, ya sin nombre y sin embargo imposible, imposible de olvidar, olisquea entre hierbas un enano.
    Bueno, parece que buen trozo de la historia escora para otro lado. Como si, asomados al filo de un cráter de la luna, viésemos, allá lejos, nuestra casa.

  • Marisol Montero

    Por Marisol Montero, el 23 marzo 2021

    Leí esta novela cuando la editaron en castellano en su momento, me encantó y la he recomendado a unas cuantas personas, un gran ejercicio de historia novelada. Gracias por escribir así de bien.

  • Carmen González

    Por Carmen González, el 23 marzo 2021

    Estoy interesada en el libro Hierba Mora. Me gustaría saber si aquí en Tenerife, lo puedo encontrar en librería o si tengo que pedirlo por este medio.
    Muchas gracias de antemano.

    Carmen Glez

    • Izaskun

      Por Izaskun, el 26 marzo 2021

      Desde luego en la Librería de Mujeres lo puedes conseguir, Carmen. Y vale, mucho, la pena.

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