‘Hay que rehumanizar muchas cosas, y una muy importante es el mundo laboral”
En ‘Vida económica de Tomi Sánchez’ (La Navaja Suiza), el escritor Javier Sáez de Ibarra realiza un juego muy interesante: somete a su protagonista a diferentes trabajos con el fin de recrear todo el orden social en el que vivimos. De esta forma, a través de la ficción muestra una radiografía de la sociedad en la que se pone en evidencia cómo los problemas económicos acaban derivando muchas veces en familiares, de desarrollo personal, de amistad…
Tomi Sánchez, el protagonista de la novela, modifica su forma de ser según el trabajo en el que se encuentra. ¿Crees que es tan importante el aspecto económico que puede cambiar nuestra personalidad?
El condicionamiento económico se ha hecho cada vez más duro y se ha convertido en la nueva normalidad. Quien más quien menos intenta vivir su vida al margen de eso. Tengo un trabajo mal pagado, me acostumbro. Tengo un crédito con malas condiciones, me habitúo también. Una normalidad en la que cada vez nos encontramos peores situaciones. Igual que nos acostumbramos a que no nos podemos bañar en un río porque está sucio, pero que hace una generación o dos era posible. Siempre nos condiciona, pero tenemos que luchar contra ello porque si no seríamos robots.
Unas condiciones que tu protagonista critica mucho llegando a decir que el trabajo es “un método moderno de tortura”.
(Risas). El trabajo posibilita y realiza en muchas ocasiones, eso no lo dudo. El problema es que hay veces que tenemos un trabajo que no nos gusta y que es algo negativo que hay que superar. El ideal de elegir el trabajo que nos gusta creo que es algo que hay que realizar en la medida de lo posible. Pero aun así, la mayoría de la gente no pone las condiciones en su trabajo. Ni de horarios, ni de sueldo, ni de posibilidades de desarrollo… Al final tienes que cumplir disciplinadamente lo que te piden para que el patrón o el empresario gane el dinero que considere a tu costa. Ahí es donde el trabajo por cuenta ajena se convierte en un sistema de explotación. ¿Llamarle tortura? Hay casos. Desde la crisis de 2007, conozco a mucha gente que puede hablar de tortura física, horaria, psicológica y de otros tipos. Que te puedan despedir estando de baja, que te reduzcan el sueldo unilateralmente, que te aumenten el número de horas de trabajo… donde el trabajador no tiene voz ni voto, se llama explotación.
La novela bebe mucho de realismo, pero también de parodia. La llevas al extremo y a veces parece hasta una distopía.
Hay varios casos que parecen hipérboles, pero si escuchas las noticias, me quedo corto. Respecto a lo que te refieres de parodia, en el libro hay un momento en que un jefe exige que todos sus trabajadores se rapen el pelo. Esto puede parecer caprichoso, sin embargo hay imposiciones respecto al vestuario, a la fisionomía… De esta forma, el límite entre realidad y ficción se diluye un poco.
Como en el principio del libro, cuando el protagonista pierde un brazo trabajando y el jefe no le ayuda. Esta historia ocurrió de manera muy parecida hace unos años.
Justamente leí la noticia hace poco porque la encontré en Público. Se la envié a mis amigos diciendo que Tomi se había quedado corto. Estamos viviendo en un mundo que insensiblemente camina hacia un recrudecimiento de las condiciones de vida. Cuando dirigentes europeos han dicho a los jóvenes de ahora que van a vivir peor que sus padres, como si pudieran ver el futuro, nos están indicando que la cosa va en serio, que no tiene que ver con cuatro antisistemas. Al revés, el propio sistema nos está diciendo que la vida va a ser más dura, más difícil. Y con el buen resultado de que la gente lo cree, lo acepta y se prepara para ello. Pero es intolerable. La vida en el futuro será peor si lo decidimos, si no rectificamos el ritmo que lleva.
Este cambio de personalidad que sufre Tomi según va cambiando de trabajo hace que parezca que hay muchos protagonistas. ¿Por qué este juego?
Yo creo que todo individuo es la suma de un montón de cosas: su cuerpo, las relaciones, su trabajo, sus cercanos… Si no atendemos a eso, entramos en una especie de ensimismamiento que me parece que se queda corto a la hora de entender a una persona. Tomi va teniendo diferentes trabajos y se va descubriendo a sí mismo. Por ejemplo, hay un momento en que tiene un trabajo distópico en el que hace fotos a conductores que se saltan los semáforos. Esa experiencia de trabajo le hace ver que forma parte de un sistema que es injusto, donde unos trabajadores parasitan a otros. Al igual que este trabajo, la mayoría de ellos no le enriquecen. Este es el punto clave. Que el aspecto positivo del trabajo se nos ha olvidado. Hay que rehumanizar un montón de cosas, y entre ellas una muy importante es el mundo laboral.
Aparte de esos diferentes Tomis que presentas a través del trabajo, también das una visión diferente de las personas que lo van describiendo.
Para mí eso es muy importante. Es interesante ofrecer distintos aspectos a través de diferentes personas. Y es una propuesta al lector. Al no ser guiado por un narrador único, tiene que configurar su propia versión del personaje. Escuchando al propio Tomi hablar, escuchando a sus ex parejas o a sus hijos, tenemos una idea más real. Aspectos de uno mismo que son oscuros, son revelados por otros. Me parece más cercano a la complejidad de cada uno.
Unas versiones que muchas veces son contradictorias.
Desde luego. Unas se corrigen con otras o se matizan. Se equivoca. Como somos un poco todos. No quería crear un modelo perfecto. Hace sufrir a otros como él sufre. Me parece más cercano a la realidad.
¿Puede ser que des esta voz poliédrica a Tomi porque a él le cuesta defenderse, porque no tiene una capacidad plena de defenderse?
Tomi discute sus ideas con una tensión creciente. Él quiere hacerse entender, pero sufre rechazo. Hay cosas que no dice de sí mismo, pero intenta tener una voz propia en un contexto en el que todo lo acalla y lo unifica. Tomi está buscando una identidad, pero choca con muchas dificultades. Es uno de los puntos que más me interesan de la novela: la necesidad de encontrar una voz y afirmarse.
Aun así, al final consigues construir un personaje completo.
Es algo curioso que en la recepción de la novela llegan a encariñarse con él. Aunque no habla directamente, sí que se construye una identidad. La identidad no se define por lo que tú dices, sino por lo que piensan los otros y dicen de ti. Al final la novela sí que construye un personaje y cada lector lo construye de una manera. Aunque queden espacios de sombra en Tomi.
Además de esas múltiples voces, utilizas múltiples recursos como los flashbacks, el romper la historia… ¿Por qué usar tantos recursos?
Mi idea de la novela, como la de Joyce, es como el terreno de la libertad. Me gusta la experimentación, los juegos. Hay un problema en la narración lineal, ya que parece que la conclusión debería ser el resumen de la experiencia. Aquí es al revés, ya que la muerte acontece de un modo accidental y esa muerte no es el final, ni un acto heroico o revelación, sino más bien una forma de pensar en la vida. Si yo hubiera puesto la muerte al final, sería como darle un sentido de acabado a algo que está sin terminar, que está cuestionando hacia dónde va este personaje. Esta pregunta queda abierta, precisamente, teniendo que componer todo y no dándole un final cerrado. Para llegar a comprender a Tomi hay que buscar el sentido a través de las cosas que ha ido haciendo.
No hay comentarios