Cada euro invertido en cuidar el litoral genera 10 euros de beneficio
Ahora que la temporada de verano ha terminado parece que dejamos el mar en paz. Los turistas europeos abandonan las orillas del Mediterráneo, el número de embarcaciones fondeando o amarrando en sus costas queda reducido a su mínima expresión, las tormentas disuaden, sólo los que viven del mar se mantienen a su lado. Quizá sea un buen momento para reconocer todo lo que nos aporta el inmenso azul. Hay quien ha puesto ya una cifra: Cada euro que se invierte en el cuidado del litoral puede generar 10 euros de beneficio. Hoy, en ‘Noticias que abrazan’, la buena noticia del último día de septiembre se tiñe de azul.
Esta es la principal conclusión del estudio realizado en el Área Marina Protegida (AMP) de Llevant (Mallorca) por la Fundación Marilles, junto con el Centro Balear de Biología Aplicada (CBBA), Ecoacsa y la consultora británica Eftec.
Cuantificar la aportación del litoral marino es relevante. Sabemos que el cuidado de nuestras costas beneficia a la pesca, la biodiversidad y a la sociedad, pero que estos beneficios puedan valorarse en términos económicos es, si no revolucionario, al menos transformador, porque de este modo se posibilita que la protección del medioambiente forme parte del balance de resultados de la contabilidad nacional.
Más de la mitad del Producto Interior Bruto del mundo depende directamente de la diversidad biológica y los servicios de los ecosistemas. A pesar de ello, este indicador económico no contabiliza el patrimonio y los recursos naturales que lo sustentan, lo que se conoce como “capital natural”. Esto ha propiciado que la economía global haya crecido a costa de destruir la naturaleza. El capital natural representa las reservas, ganancias e intereses generados a partir de los bienes naturales, es decir, los flujos de bienes y servicios de los cuales dependen las sociedades y economías para su supervivencia. Esa es la relevancia de esta cifra: el mar nos devuelve 10 por cada 1 que le entregamos.
Esta es la primera vez que se aplica la metodología de contabilidad de capital natural en España en un litoral marino. Según los cálculos de este estudio, el cuidado de esa pequeña porción de la costa de Baleares (11.000 hectáreas) ha generado en torno a cinco millones de euros de beneficios para la sociedad cada año, mientras que en su conservación se ha gastado tan sólo una décima parte. No parece un mal negocio, visto los beneficios que nos genera. El 21,5% del litoral balear está declarado Área Marina Protegida. ¿Cuál sería el beneficio si se optimizara el cuidado de toda la costa de Baleares? Y si estas áreas protegidas se multiplicaran en el litoral mediterráneo, ¿cuánto se multiplicaría la riqueza de los países de la cuenca?
El punto de partida es misérrimo. El año pasado los auditores europeos señalaron que apenas el 1% de las 3.000 áreas supuestamente protegidas en el Mediterráneo prohíben la pesca, lo que ha impedido detener la pérdida de biodiversidad marina. La pesca está ahora al doble del nivel sostenible.
No se trata sólo de declarar oficialmente que una zona de la costa está protegida de nuestra actividad devastadora, sino de que las personas y entidades encargadas de alcanzar tal fin lleguen a acuerdos para limitar sus actividades y actuar de forma coordinada.
Si las entidades que han llevado a cabo esta operación contable eligieron la AMP del Llevant fue por la calidad de la información científica disponible y la importancia de los distintos sectores económicos implicados en su declaración y gestión. El Área Marina Protegida de Llevant de Mallorca fue creada en 2007 a petición de la Cofradía de Pescadores de Cala Rajada, que desde 1999 buscaba formas de proteger el mar de su mayor depredador: los seres humanos. En un primer momento, el sector de actividades recreativas ligadas al turismo, incluidos los clubs de buceo y los servicios de pesca recreativa, se opusieron a la medida. Creían que la reserva significaría la muerte de Cala Ratjada. Hoy el conjunto de las actividades recreativas son las grandes beneficiarias del cuidado del mar: consolidan 6,5 euros de cada 10 que se generan dentro de la reserva. Además, en estos 14 años se ha mejorado la pesca en la zona, se ha facilitado la regulación de las actividades de ocio, se ha ralentizado la erosión costera y se ha mejorado la calidad del agua y de la biodiversidad. Paralelamente, la pesca artesanal (un sector económico en regresión) ha mantenido su actividad gracias a estos cuidados.
La implicación de la pesca artesanal en lo que se está demostrando como “rentables procesos de conservación marina” es relevante y también ejemplar porque su labor en las áreas protegidas encarna el espíritu de esta nueva economía: sus ingresos pueden aumentar precisamente porque reducen su actividad extractiva. Son un ejemplo palpable de iniciativas de decrecimiento. Siempre se pueden encontrar fórmulas para ganar más dinero pescando menos. Para ello es necesario llevar a cabo procesos de ecogestión que exigen la colaboración activa de las cofradías, la comunidad científica, las administraciones y las entidades ecologistas. Cataluña es pionera en este tipo de iniciativas con resultados de gran impacto económico y ecológico, como el plan de gestión de la gamba roja en Palamós, que ha permitido no sólo la recuperación de la especie sino un cambio en la actividad de la pesca de arrastre. Reflejo de esta transformación regeneradora es la celebración, hace dos semanas, del Primer Congreso de Pescadores de Artes Menores de Cataluña en Lloret de Mar (Selva).
Por el momento, y con la voluntad de que el resto de las AMP puedan valorar su impacto económico, las entidades que han elaborado este estudio han publicado una Guía para facilitar la aplicación de esta contabilidad. Así, la guía ofrece una descripción detallada de los pasos a seguir para analizar y evaluar la extensión, estado, cantidad y valor actual de la actividad económica que genere cada área del litoral marino protegida, incluyendo los métodos de valoración empleados para cada tipo de servicio ecosistémico analizado, los resultados obtenidos y lecciones aprendidas.
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