Por qué los viejos cuentos de hadas nos siguen fascinando
El lobo feroz, la madre peligrosa, los hermanos abandonados en el bosque y el temible ogro siguen aquí. Lejos de considerarse narraciones demasiado antiguas e infantiles, simples o incluso reaccionarias a causa de su contenido moralizador, los cuentos de hadas sobreviven al paso del tiempo, reafirmándose como una de las bases más sólidas y fértiles de la literatura universal. Varias autoras en distintas épocas los han estudiado, analizado e incluso reelaborado en clave feminista. La última de ellas ha sido la escritora Patricia Esteban Erlés en su libro de cuentos ‘Ni aquí ni en ningún otro lugar’.
Esta historia empieza con una vieja que, además de vieja, también es bruja –como toda buena vieja que se precie– y que vive en una cabaña quejumbrosa en mitad del bosque, acompañada únicamente de un puchero, unos cuantos gatos, especias, frasquitos de cristal por rellenar y su tesoro más preciado de todos: un cuento que nadie más que ella conoce. Acércate al fuego, tú, adulto que ya no cree en historias fantásticas, no tengas miedo de escuchar la voz rasposa de la bruja. ¿A qué reino mágico azotado por maldiciones, dragones, muros de espinas o castillos de cristal nos transportará?
Con esta imagen de una narradora antigua y universal se abre el libro de cuentos Ni aquí ni en ningún otro lugar (Páginas de Espuma, 2021) de la escritora aragonesa Patricia Esteban Erlés, una de las mejores exponentes tanto de la narrativa breve como de la literatura de lo fantástico de las letras españolas contemporáneas. Fastuosamente encuadernada en verde y dorado, acompañada de las sensuales, góticas y excesivas ilustraciones de la chilena Alejandra Acosta, esta colección de cuentos nos hace pensar inevitablemente en la escritora y folklorista inglesa Angela Carter y en sus dos libros de cuentos de hadas más conocidos: La cámara sangrienta (Sexto Piso, 2017) y Cuentos de hadas de Angela Carter (Impedimenta, 2017).
Fue precisamente leyendo este último título en el que Carter explora el folklore universal para reelaborar cuentos protagonizados por heroínas poderosas cuando cobró forma el libro de Esteban Erlés. Una de las narraciones comenzaba con una fórmula extraña y desconcertante: “Ni aquí ni en ningún otro lugar”. Y entonces ocurrió la magia. “Pensé que ese sería el título de un libro de cuentos, uno tan desafiante como ese inicio elegido por una mujer anónima y remota, desconocida, pero sin embargo tan formidable, tan inspiradora en la distancia por su ingenio, su capacidad de sugerencia”, explica la escritora aragonesa. Esta coordenada fuera del espacio y el tiempo, fuera incluso de la credulidad narrativa, parecía una fórmula diametralmente opuesta al archiconocido “Érase una vez” que, como bien explica la escritora argentina Ana Llurba en su breve ensayo Érase otra vez. Cuentos de hadas contemporáneos (WunderKammer, 2021), “es sobre todo una invitación a suspender la verosimilitud y nuestras frágiles certezas sobre una resbaladiza convención que llamamos realidad”.
El origen femenino de los cuentos de hadas
En los relatos de Angela Carter, originales, barrocos e indudablemente feministas, también palpita esa búsqueda de la vieja narradora -quizás una antepasada común de todas las mujeres escritoras- descrita por Patricia Esteban Erlés en su libro. No por casualidad los cuentos de hadas también son llamados cuentos de brujas, de ayas, chismes de viejas comadres. ¿Quién era Mama Gansó? ¿Y Scheherazade? El origen de la literatura queda bien lejos de aquellos sabios que empuñaban papel y tinta. Su germen se encuentra en torno al fuego, reunidas las mujeres mientras tejen, ovillan, cocinan, sacan brillo, amenizando su desolación.
Esteban Erlés también lo imagina así: “Creo que el acto de contar está muy unido a la mujer, incluso cuando aún no era capaz de transcribir su historia a un papel porque carecía de los conocimientos y el soporte adecuados. Esas antepasadas encontraron en la palabra y en la memoria dos herramientas que les permitían, de un lado, vivir otras vidas, ser un personaje, o muchos, distintos a quienes eran en realidad, gracias a esa historia seguramente heredada de otra mujer, que podían alargar o acortar a voluntad. Por otra parte, el cuento la unía a otras, las lectoras sin libro que la escuchaban. Se crearon hermandades en torno a ese rato mágico en que tejían o cosían, juntas, solas, libres”.
“El papel de las mujeres como narradoras en la antigua tradición oral y anónima de transmisión de cuentos y leyendas ha sido activo a pesar de los olvidos y la invisibilización de la historia oficial de la literatura universal”, apunta Ana Llurba. Si aceptamos que todas ellas fueron las principales depositarias de la tradición oral, es natural que tantos cuentos de hadas exploren experiencias típicamente femeninas, y que a su vez estén protagonizados por niñas y mujeres. Ellas eran, a su vez, el público objetivo: crecían -crecimos- escuchando historias sobre madrastras crueles, hermanastras envidiosas, brujas temibles, princesas que caen hechizadas y duermen para siempre a la espera de un príncipe azul.
“Estos retratos de la maldad femenina obedecen también a intereses masculinos. Los cuentos no eran meros síntomas, sino también instrumentos de una estrategia: dividir a las mujeres y volverlas unas contra otras para dominarlas mejor”, explica la escritora e historiadora Marina Warner en su ensayo Cuentos de hadas (Larrad ediciones, 2019). No hay que olvidar que los cuentos de hadas de nuestro imaginario colectivo, antes de ser edulcorados hasta la estupidez por la factoría Disney, fueron rastreados y convenientemente reescritos por autores como Charles Perrault, Hans Christian Andersen o los hermanos Grimm.
Los mismos mapas para tiempos nuevos
“Los cuentos de hadas registran un esfuerzo por parte tanto de las mujeres como de los hombres para desarrollar mapas con los que sobrellevar las ansiedades personales, los conflictos familiares, las ficciones sociales y la miríada de frustraciones de la vida diaria”, explica Warner. Quizás sea por eso, por su poderosa simplicidad que sobrevive al paso de los siglos, de las costumbres y las tendencias, que los cuentos de hadas todavía revolotean entre nosotros. Siempre, de alguna forma moderna y metafórica, habrá una castillo embrujado, la sombra alargada de una madrastra, el sueño eterno de una muchacha.
“Cada época encuentra a su lobo feroz”, opina Patricia Esteban Erlés. Con una voz narrativa evocadora y perfectamente equilibrada -a veces, melancólica, y otras, mentirosa-, Ni aquí ni en ningún otro lugar nos transporta con deleite a esos mundos mágicos fuera del tiempo y del espacio. En otras ocasiones, sin embargo, la madre peligrosa, los hermanos abandonados en el bosque o el temible ogro viajan hasta la realidad presente, viajan en coche y salen por televisión, transgreden la incredulidad de la fábula para demostrarnos una vez más que nuestros mayores miedos y deseos son siempre los mismos.
Angela Carter y Patricia Esteban Erlés no han sido las únicas escritoras que han reventado las costuras de los cuentos de hadas tradicionales para crear algo nuevo. En Érase otra vez, Ana Llurba nos cita los ejemplos de Kelly Link, Helen Oyeyemi, Margaret Atwood, Giovanna Rivero, Cristina Fernández Cubas o Anne Sexton, entre otras. De la poeta ganadora del Pulitzer, la editorial Nórdica acaba de editar Transformaciones (Nórdica, 2021), una colección de poemas narrativos, mordaces y simbólicos, inspirados en cuentos como Rapunzel, Blancanieves o Caperucita Roja. Acompaña a los textos de Sexton la magnífica paleta de ensoñaciones de la ilustradora Sandra Rilova. Este mes el sello madrileño también publica Érase un verso, una colección de 25 poemas “de hadas” firmados por escritores de la talla de Sylvia Plath, Neil Gaiman o Leonard Cohen, que supieron ver en el polvo de hadas el combustible eterno de las pasiones humanas.
Comentarios
Por Eliseo Escobar lopez, el 23 octubre 2021
Hola Raquel!
Fantastico tu bello abordaje de esa «vida», , que aunque hasta hoy, nos era de misterio, ahora ocupa nuesstro cada instante.
El otro mundo huyó, se lo llevo el viento.
Soy un poeta, con algunas publicaciones; y escribo cuentos y ensayos, en particular para niños. tanto en español como en portugues.
vivo en Brasil, y me faltan editoras, hoy
Felicitaciones