“Es imposible ser feminista sin ser revolucionaria”
El filósofo e historiador francés Didier Eribon publicó en 2009 ‘Volver a Reims’, una historia política, y al mismo tiempo íntima, del mundo del trabajo. Ahora, el cineasta Jean-Gabriel Périot firma una adaptación libre de este ensayo en el cine, una obra que ha llevado adelante animado especialmente por el recuerdo de los miembros de su familia, y que se estrena en los cines de España este fin de semana.
“No vengo de una familia trabajadora, sino de trabajadores pobres. Uno de mis abuelos era repartidor de leche, mi abuela cuidaba a sus siete hijos. Mi otra abuela era camarera. A diferencia de Didier Eribon, no crecí en una cultura de clase trabajadora. Pero a pesar de esta diferencia, su texto me conmovió, muchas veces me proyecté en él”. Narrado por la actriz Adèle Haenel, Regreso a Reims (Fragmentos) repasa con un espléndido material de archivo esa historia íntima y política de la clase obrera francesa desde principios de la década de 1950 hasta la actualidad.
¿Hay una intención de homenaje en esta película?
Sí, y sé que suena a algo del pasado, a homenaje hacia algo que ha cambiado totalmente, pero lo cierto es que creo que es una realidad que está todavía presente. Por supuesto, muchas cosas han cambiado en el mundo del trabajo, pero, para mí, mucho de lo que se muestra en la película sigue ahí. Vengo de este tipo de familia de clase trabajadora y, en cierto modo, esta sensación es realmente contemporánea en mi caso, porque es como un retrato de mi propia familia, de mis abuelos, pero también de mi familia actual.
Las mujeres en la clase trabajadora han estado silenciadas, ¿eso ha hecho difícil encontrar archivos sobre ellas?
Sí, ha sido muy difícil encontrar archivos con imagen de estas mujeres por lo que dices, las mujeres siempre han estado silenciadas. A veces pudimos encontrar material de algunas mujeres, pero todo el trabajo que hacían fuera de las fábricas es realmente complicado de encontrar. Fue muy difícil encontrar material para ilustrar la violencia dentro de la familia, por ejemplo. Sabemos que el lugar de la mujer ha estado siempre colocado en un rincón de la realidad y de la historia, así que sabía que algunos temas y algunas historias sobre mujeres no serían tan fáciles de ilustrar, pero fue peor de lo que esperaba. En parte, es lógico. Por ejemplo, si hablamos de aborto, estaba prohibido en Francia, pero también estaba prohibido hablar de ello hasta el 70. Así que no hubo nada, ni un programa de televisión ni documentales sobre ello, porque simplemente estaba prohibido. Dedicamos la mayor parte del tiempo después de la investigación al tema relacionado con la mujer, pero no esperaba que fuera tan complicado. Pudimos encontrar algunas imágenes y algunas cosas sobre las mujeres que trabajaban en la fábrica, porque el trabajador en la fábrica es como un trabajador real en el imaginario y la representación.
La película cuenta cómo trabajadores comunistas votaron al Frente Nacional, ¿cuánto tiene eso que ver con la pérdida de conciencia de clase?, ¿y qué responsabilidad tiene en eso la izquierda?
Aunque no hay un solo responsable de eso, por supuesto, pero seguro que hay alguna rama patética de la izquierda que ha contribuido a ello. Eso no es nuevo en la historia, al menos para el Partido Socialista en cualquier parte de Europa. Las causas parecen haber sido la traición de todo tipo de izquierda, y en Francia, en particular, del Partido Comunista. Nunca entiendo por qué las personas, cuando están en el poder, cuando tienen la responsabilidad, cuando han sido elegidas, cambian tanto. Probablemente la mayoría de ellos no proviene de la clase trabajadora, aunque estén hablando por la clase trabajadora. Su forma de vivir es más burguesa, su realidad no es la realidad del obrero. En la Francia de los 80 algo se complicó, fue como una traición a los trabajadores, porque era la primera vez que la izquierda estaba en el poder desde antes de la Segunda Guerra Mundial. Fue mucho tiempo y la gente esperaba mucho, por eso se sintieron más traicionados. Era la primera vez desde hacía 50 años e incluso el Partido Comunista era parte del gobierno. Y como dices, hay otro problema, la clase obrera pierde la consistencia y la conciencia de clase.
¿Cuál es la solución?
No sé cuál podría ser la solución, porque hoy las ideas políticas o las narrativas políticas escapan por completo a este concepto de clase trabajadora. Las ideas comunistas, la clase trabajadora y la igualdad, la justicia social… suenan como algo lejano, ello además de que la condición del trabajo también cambia. Antes se creaba el grupo, muchas personas trabajaban juntas en las fábricas, las minas, las obras de construcción… y hoy en día la mayoría de los trabajadores actúan como si estuvieran solos o en pequeños grupos. Incluso dentro de las fábricas es realmente complicado crear grupos. Ya casi nadie escucha a los partidos políticos y a los sindicatos. No tengo ni idea de cómo recrear algún tipo de pertenencia a un grupo. En este sentido, en Francia es interesante la religión, porque con ella muchas personas descubrieron que compartían problemas, que eran parte de un grupo más grande que ellos mismos.
¿Cuál es el siguiente paso en esta historia de los trabajadores?
No sé, es complicado. Todavía no lo sabemos porque, por un lado, ahora se necesita de nuevo el encuentro para recrear la relación social y romper el aislamiento. Pero creo que algunas personas han disfrutado estando aisladas en la pandemia. Con el teletrabajo, la gente fabrica una especie de burbuja… y me parece que hay personas que nunca irán ya más allá. Creo que el feminismo es una de las únicas formas en que podemos cambiar nuestra sociedad hoy. Si las mujeres y el movimiento feminista fueran más fuertes, tendríamos más posibilidades de cambiar el sistema, pero también necesitamos redefinir qué es el feminismo, porque hoy en Francia tenemos mucho feminismo incluso en la derecha, hay gente que se hace pasar por feminista y, desde mi punto de vista, es imposible ser feminista sin ser revolucionaria.
Esta es una historia de trabajadores que también se cuenta desde las imágenes del cine y la televisión. ¿En estos medios se ha cambiado para peor?
En Francia, antes de los años ochenta, se producían películas comerciales para los trabajadores, porque los productores entendieron que las películas sobre trabajadores en las fábricas podían tener un público. Además, parte de la gente que trabajaba dentro de la industria era de la izquierda o formaba parte del Partido Comunista. Tuvimos muchos productores, cineastas, actores y actrices próximos al Partido Comunista o al Partido Socialista. En televisión, existía la idea de que todo el mundo debería estar representado, así que había algunos documentales sobre trabajadores, y es sorprendente porque algunos de ellos son realmente buenos en términos de realización cinematográfica. Es como una especie de cine sociológico donde resulta increíble de lo que estaban hablando y el tiempo que le daban a la gente para hablar, para expresarse. Pero en los años ochenta ya era casi imposible encontrar una representación real del trabajador. Desaparecieron totalmente. En el cine, en esos años en Francia todo era cine burgués. Es casi imposible encontrar un trabajador, y cuando encuentras uno, es una especie de caricatura.
Pero muchos eran los mismos cineastas, ¿no?
Sí y no entiendo por qué pasó aquello. En los años setenta estaba de moda ser un cineasta político, pero muchos eran como los estudiantes del 68, burgueses que hacían cine político y que luego volvieron a su propio lugar, incluso Godard.
Al trabajar con archivos ¿está diciendo de alguna forma que todo está ya dicho?
Sí y no. Creo que construimos demasiadas imágenes, especialmente hoy en día, por eso, cuando empecé a hacer cine, quise utilizar material de archivos. ¿Fue una forma de cuestionar esa saturación de imágenes? Pero en el caso de esta película necesitaba archivo por pura lógica.
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