Sole Giménez: “Si un artista habla de medioambiente, le llaman perroflauta”
Sole Giménez es una de nuestras voces más reconocidas y una de las compositoras que forman parte de nuestra memoria musical. Muy atrás quedan ya los tiempos en el que fue vocalista del grupo Presuntos Implicados, cuyo fin fue, a su vez, el inicio de una nueva etapa en la que Soledad sigue triunfando. Reivindicadora sin fisuras del oculto protagonismo de grandes creadoras, como queda claro en sus dos últimos álbumes, ‘Mujeres de Música’ (volumen I y II), menos se sabe de su conciencia ambiental, que hunde profundas raíces en su amor a los bosques y las plantas. Es una conciencia que se nutre en la información sobre la crisis en la que estamos inmersos, que sigue con preocupación.
¿Cómo se te plantea este verano? ¿Mucho trabajo en el horizonte?
Sí lo hay. Seguimos con la gira Mujeres de Música, y la verdad es que vemos que se está recuperando el movimiento a nivel cultural tras el parón de la pandemia, lo que es de agradecer.
¿Qué papel tiene la naturaleza en tu vida? ¿Te inspira?
A nivel profesional, no sabría explicar cómo me inspira, pero sí que soy una persona que necesita de la naturaleza. Ver verde es fundamental para mí. De hecho, tengo muchas plantas en casa y siento que cuando voy a un bosque me lleno de felicidad, me encuentro muy bien. La naturaleza es nuestro lugar de origen.
Cuando cantas en un espacio natural ¿es diferente a hacerlo en otros lugares?
Me encanta cuando ocurre, porque son lugares donde se siente otra energía. En general, siempre siento la energía de la música y la del público, pero si además te rodea un bosque, un jardín… tiene un plus.
¿Cuál crees que es el principal reto ambiental que tenemos hoy los humanos por delante, lo que más te preocupa?
No es fácil elegir uno, pero quizás lo que más me preocupa es la falta de conciencia que nos lleva a un consumo exacerbado. Y no es sólo de los individuos. Las industrias siguen produciendo por encima de lo que van a vender y son capaces de desperdiciar materiales sin pensar en el futuro. Como consumidores, tenemos que hacer un esfuerzo muy grande para evitarlo. Y digo consumidores, porque ya no somos ciudadanos, sólo consumidores. Nos falta información y curiosidad por saber de dónde vienen las cosas que compramos. Por ejemplo, en el caso de la ropa se sabe poco del proceso que hace que esa camiseta valga 1 euro en rebajas.
¿Observas si esa concienciación va a más o todo lo contrario?
Hay gente que se preocupa y se moviliza, porque los datos son alarmantes, pero la verdad es que, por otra parte, veo que en la parte de la gran industria se va a mucho peor. Ahí está el tema de las grandes cadenas de distribución on line. Yo trato de evitar comprar ahí, y no entiendo cómo la gente con algo de conciencia ecológica recurre a ellas, aun sabiendo que se duplican los costes ambientales.
En el mundo cultural, de la música, el arte, el cine…, ¿tienen los temas ambientales el protagonismo que merecen?
Yo creo que no, porque en cuanto un artista entra en estos temas se le tacha de “perroflauta”. Se piensa que los ecologistas son cuatro extremistas, cuando son problemas que no puede ser cosa de cuatro, porque nos estamos jugando mucho.
¿Conoces el concepto ‘basuraleza’?
Me encanta, pero no lo había oído antes. Me imagino una playa llena de plásticos. Es fundamental que se recoja la basura, pero aún más lo es, insisto, que no nos hagan comprar tantos envases plásticos. A ver si de una vez se lo toman en serio porque es complicado comprar con conciencia, sobre todo por otra de las enfermedades que tenemos: la prisa. Compramos sin tiempo y nos lo ponen difícil.
¿Qué te sugiere la economía circular?
Me parece que es realizable, que no tiene por qué ser una utopía, pero antes las empresas deben cambiar su forma de fabricar los productos, es decir, deben hacerse de forma que se puedan reutilizar lo más posible, que se tenga en cuenta su trazabilidad y cómo se transporta. Yo puedo tirar la basura organizada para su reciclaje, pero previamente los productos deben ser circulares.
¿Y cómo ves el futuro?
Me cuesta ser optimista. Aunque reconozco que sí hay gente concienciada, no veo que los jóvenes, en general, se movilicen en masa. Han vivido muy bien y se han acostumbrado a tener todas la comodidades, todo al alcance de la mano. Y es complicado vivir de otra manera, que no significa que sea peor, pero a la que no están acostumbrados. A lo mejor, la única manera de tomar conciencia ambiental es pasarlo mal. El ser humano ha aprendido de los errores cuando se ha pegado el batacazo.
¿Algún lugar al que te gusta regresar en la naturaleza?
Tengo muchos, pero el bosque de Carlac, en el Valle de Arán, me encanta. Los lugares con árboles me atraen mucho y me hacen sentir bien. También tengo un recuerdo maravilloso de las cataratas Victoria, que es lo más increíble que he visto.
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