«Los narcos amenazaron con entregarme en pedacitos en una bolsa de basura”
La vida de la periodista Soledad Jarquín Edgar dio un vuelco el 2 de junio de 2018. Ese día fue asesinada su hija María del Sol Cruz Jarquín, de 27 años, también periodista y dedicada a la comunicación de asuntos indígenas en Oaxaca (México). Tras realizar una gira por Europa para dar visibilidad a la falta de investigación y de justicia cinco años después, Soledad espera que ahora aumente la presión internacional para que los feminicidios en su país –unas 10 al día en 2021, según cifras oficiales– y los asesinatos de activistas y periodistas –han matado a 15 informadores en lo que va de 2022– tengan unas consecuencias judiciales de las que ahora carecen. ‘El Asombrario’ ha hablado con ella.
Durante su estancia en Europa, Soledad presentó una denuncia formal contra el Estado mexicano en la sede de la Alta Comisionada para los Derechos Humanos y del Comité para la Eliminación de la Discriminación contra las Mujeres (CEDAW, por sus siglas en inglés), precisamente para denunciar la impunidad en el feminicidio de María del Sol.
¿Por qué que pasan estas cosas en su país? Sólo en mayo pasado hubo 2.833 homicidios… ¿Y cuál es la razón de que haya tantos asesinatos de mujeres y de periodistas?
La causa principal es la impunidad. Si no le pasa nada al autor de los crímenes, si ni siquiera se investiga quién fue el que mató y quién mandó matar, está dejando la puerta abierta para que se repitan estos hechos. En otras palabras, si asesinas y no hay castigo, se sigue matando. Y eso es lo que está pasando. El 98% de los casos de periodistas muertos y el 97% de los feminicidios no se aclaran. En general, podemos decir que en México el 95% de homicidios no se resuelven.
¿Y por qué no se aclaran: corrupción, desidia, falta de medios…?
México vive un sistema patriarcal en el que la vida de las mujeres no importa y eso incrementa el riesgo. Pero es que, además, desde 2017 vivimos la expansión del crimen organizado por todo el país, aumentando mucho más el peligro. En el país, históricamente mataban a los periodistas los caciques y las autoridades, porque escribían en contra de sus intereses, y lo siguen haciendo, pero ahora se han sumado los grupos de delincuencia organizada, grupos que van ganando posiciones porque apoyan a alcaldes municipales financiando sus campañas, pese a las observaciones que hacen desde el Instituto Nacional de Electores.
En México, la corrupción se ha ido comiendo al sistema político y eso tiene una repercusión grave en las familias. Mi hija fue asesinada y como ella, cientos de personas. Van casi 60 periodistas asesinados en los cuatro años de Andrés Manuel López Obrador. Mientras hablamos, una compañera de Jalisco se debate entre la vida y la muerte y hace nada mataron al compañero Antonio de la Cruz en Tamaulipas. Sólo en los días que he estado por Europa, en la zona donde mataron a mi hija han secuestrado a un funcionario, matado a otra chica y a una señora, etcétera.
¿La muerte de Sol tuvo que ver con su profesión?
No. Ella era fotógrafa en la oficina de comunicación para Asuntos Indígenas. No tenía por qué estar en una campaña política, pero el jefe de su oficina la envío para que acompañara a su hermana, Pamela Terán, que era candidata en la campaña electoral de Juchitán de Zaragoza. La enviaron al noveno municipio más violento del país para un trabajo que no le correspondía. Allí la asesinaron en un atentado contra Pamela, que también murió. La candidata era una mujer con mucho arraigo y se presentaba con el PRI. Por lo visto, su madre le había advertido que estaba en riesgo si se metía en política.
¿Por qué Juchitán es tan peligroso?
Es un lugar de paso de migrantes que vienen de Centroamérica, aunque ahora también llega mucha gente de Asia y de África. Pero también es paso de drogas y trata de personas Desde 2007, sufre la competencia entre cárteles locales y de fuera, y todo ello ha generado una narco-política en un municipio que es pequeño, pero donde hay muchos intereses. Además, también se han instalado muchas empresas eólicas, españolas como Iberdrola, francesas… Pamela en 2016 también se había presentado, pero quedó tercera y dejaron la Regiduría de recursos renovables. Hay quien dice que cobraba de las eólicas, pero no se sabe.
Yo sí sé que en el caso de mi hija hubo tres delitos: el electoral, el feminicidio y el robo, porque robaron sus cámaras y el ordenador, que desapareció. Por ello, abrí un proceso por feminicidio, que no avanza, y el de robo, que sigue abierto porque ella era fotógrafa y queremos recuperar sus imágenes. Hay un tercer proceso de la Fiscalía del Estado, por delito electoral contra el jefe de mi hija y el candidato, que tampoco avanza, y otro del Gobierno de Oaxaca, igualmente parado. Agotado todo, decidí hacer esta la gira para visibilizar lo que pasa a nivel internacional.
Además de la visibilidad, ¿cómo cree que ayudará su presencia aquí?
Espero que el Gobierno mexicano reciba sanciones y recomendaciones al respecto. Es un país que firma todos los tratados internacionales, pero luego no cumple lo que se firma. No sé si un día llamarán a mi puerta y me dirán que se hizo justicia y se reparará el daño, quizás no me alcance la vida para verlo, pero no voy a parar.
¿Teme también por su vida?
Yo también he recibido amenazas de muerte. Por las implicaciones del asesinato de María del Sol, soy parte del Mecanismo de Seguridad de Periodistas y Defensores, y llevo cuatro años viviendo con escolta, lo que no es nada fácil. Ya antes había sido amenazada. Fue en 2006, cuando investigaba las violaciones por parte de efectivos del Ejército a trabajadoras de una zona de tolerancia, que es donde están los centros de prostitución [por este trabajo recibió el Premio Nacional de Periodismo en 2007]. Estuve entrevistando a las mujeres y me amenazaron directamente: “Sabemos dónde vives, quién eres…”.
Tras lo de mi hija, han vuelto las amenazas. Me han dicho que o me callo o matan a mis otras dos hijas, porque ellas no tienen seguridad. Y vivimos sin sentirnos siempre seguras. Es muy limitante. Yo intento seguir trabajando como periodista, pese al duro golpe emocional. Incluso trato de dar visibilidad a otros casos de violencia, pero a veces tengo que parar, porque ni profesionalmente ni como persona vuelves a ser la misma. No sé qué va a pasar cuando regrese a Oaxaca…
¿No se ha planteado dejar el país?
Mucha gente me lo recomendó, pero no lo he hecho. Si me voy, nadie seguirá con el caso. Incluso gente del Gobierno me ha llegado a decir que me dan lo que quiera y que me calle. Pero no quiero. Quiero Justicia, que se meta en la cárcel a los perpetradores del atentado y a quienes lo organizaron, porque hay políticos organizados detrás.
¿Y recibe apoyos desde otras instancias políticas?
Algunos diputados de izquierdas sí se han subido conmigo a las tribunas a pedir justicia. Incluso en el trienio anterior en Oaxaca, diputadas de la Administración de Justicia lograron que el ex fiscal fuera al Congreso, y yo fui a hablar también. Pero el tipo era un soberbio y llegó a acusarme de que yo tenía intereses políticos y económicos para esclarecer el asesinato de María del Sol. ¡Pero si llevo casi 40 años trabajando como periodista y 30 años en temas de protección social de las mujeres! Como madre y como feminista, no me puedo permitir irme a casa.
Si con su rol social no consigue acabar con esa impunidad, ¿qué está pasando con los crímenes que se producen en las comunidades?
Es fácil de imaginar. Afortunadamente, hay un nuevo protagonismo en las calles de las madres. En los 90 empezaron las de Ciudad Juárez y ahora somos más, aunque el problema es que estamos separadas. El día que nos juntemos pasará algo importante. López Obrador ha llegado a decir que nos pagan los conservadores, pero es falso. Si reclamamos justicia es porque queríamos a nuestras hijas. Y cada vida perdida es una oportunidad perdida. En el caso de la mía, era una joven brillante. Duele mucho que se perdiera su trabajo. Solamente pude recuperar 40 fotografías de años de trabajo.
Con el paso por España, ¿qué ha buscado?
A nivel institucional, reunirnos con el Ministerio de Igualdad; pero lo más importante es el encuentro con organizaciones, periodistas, fundaciones que nos apoyan. Ha sido un intenso mes de trabajo por Europa y esperamos que la CEDAW (Comité de Naciones Unidas para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer) acepte la denuncia que he presentado. Vivimos una situación muy dura. Desde lo años 80, México no es sólo paso de la droga, sino productor, ahora también de las sintéticas. Desde 2017, se cultiva desde el sur hasta el norte. El actual presidente dijo que iba a acabar con ello, pero no ha sido así. Se echó para atrás en sus promesas y ahora nos pide a las madres que perdonemos. Y queremos perdonar, pero lo haremos solo si hay castigo para los criminales.
A nivel ambiental, ¿también hay conflictos?
Muchos, con mineras, por cultivos ilegales… Están acabando con los bosques. Este año tuvimos la crisis del limón: no se encontraban salvo a precio de oro, porque los que lo cultivaban fueron desplazados por el crimen organizado. Hay pueblos con familias enteras que han desaparecido.
¿Hay censura o más autocensura?
En enero pasado, escribí una columna sobre el proceso electoral en Oaxaca en la que mencionaba que era una “narco-elección”. Al día siguiente, mi hija recibió una llamada en la que la dijeron que me iban a entregar en pedacitos en una bolsa de basura. Con este panorama, hay colegas que dicen que ya no escriben de un tema determinado. Otros se van del país y dejan la profesión. Además, hay una enorme precarización: los medios no son autosuficientes y, si hablan mal del presidente, no reciben publicidad. Y los medios alternativos estamos en la punta del precipicio.
Más que censura, vivimos una crisis de seguridad para los periodistas. Cuando Felipe Calderón declaró hace años la guerra al narco, me dio terror porque todas las personas asesinadas pasarían por la sospecha de que tenían que ver con él. Y justo así estamos: matan a un periodista y se pregunta que a ver con quién se juntaba, qué hacía… Otros supuestos periodistas inventan historias para incriminarle. Yo me enfrenté a periodistas que me acusaban de haber dejado ir a mi hija a Juchitán, aunque tenía 27 años y era independiente. Como si violan a una joven y luego la acusan a ella de cómo iba vestida o de la hora. En mi caso, por fortuna, he recibido más muestras de solidaridad.
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