Colectivo Fango nos lleva a reflexionar sobre el yo y el tiempo
La compañía Colectivo Fango regresa a los Teatros del Canal (Madrid) para presentarnos su trilogía: ‘FOMO’, ‘Tribu’ y ‘La espera’. Tres obras que dialogan entre sí y que tienen como eje argumental la búsqueda de la identidad a través del tiempo. Cada una de ellas representa un plano temporal (pasado, presente y futuro) y explora las implicaciones del ‘yo’ en relación con el tiempo. Hasta el 11 de diciembre.
Cuando Camilo Vásquez, director de la compañía teatral Colectivo Fango, leyó el libro de Sergio Blanco Autoficción: una ingeniería del yo, sintió una especie de revelación. En sus páginas, el dramaturgo uruguayo reflexionaba sobre la revolucionaria idea del tiempo de San Agustín, quien explicaba que todos los estados temporales parten del presente, existiendo el presente-pasado –vinculado con la memoria–, presente-presente –que lo vincula a la contemplación– y el presente-futuro –que es la espera–.
Una idea que vertebró las intenciones de Colectivo Fango y que ahora llega en forma de trilogía a los Teatros del Canal. “Desde que empezamos a trabajar en estas tres obras de forma simultánea, nos dimos cuenta de la necesidad del tiempo para poder crear, explorar e investigar con calma, y queríamos reflexionar sobre la idea de cómo el tiempo construye nuestra propia identidad”, explica a El Asombrario Camilo Vásquez, que lidera el equipo artístico y técnico de estas tres obras, logrando crear un lenguaje muy característico que sirve como sello de identidad del colectivo.
La primera de las obras de la trilogía, FOMO (acrónimo en inglés del ‘miedo a perderse algo’), que puede verse hasta mañana, es una exploración sobre el presente. En ella, se profundiza en temas como la manipulación mediática en la era digital. “A través de las pantallas estamos cada vez más alejados del otro. Las redes y la información mediática nos intentan manipular, pero la obra aborda la responsabilidad que cada uno de nosotros tenemos en este sentido”, dice Vásquez sobre esta obra, construida a partir de piezas individuales, muy centradas en el yo, y que habla sobre “ese egocentrismo que vertebra esta sociedad individualista en la que vivimos”.
Además, FOMO nos sumerge en ese cambio de paradigma de lo analógico a lo digital, una transformación que es fundamental para entender lo que somos ahora. El mundo digital ha cambiado la forma de relacionarnos en los últimos años. Incluso, hace cuatro o cinco años, cuando se originó la obra, había temas que ahora ya han quedado caducos. “Hacemos autoficción y hablamos sobre el presente, así que no podíamos obviar que había que actualizar la obra al presente más inmediato. Las obras evolucionan al mismo ritmo que la vida evoluciona”, explica Vásquez.
Tribu, la segunda de las piezas presentadas, es un viaje hacia el origen y la memoria. Después de FOMO, una obra que habla sobre el individualismo, “había una gran necesidad de generar un proyecto grupal”, cuenta el director. “Así que generamos un espacio común, de ritual, e investigamos desde lo físico hasta lo primigenio”. En la obra, los personajes se reúnen alrededor de una mesa para realizar una suerte de pacto común que les lleva de vuelta a un estado primigenio y esencial. El lenguaje que emplean deja de servirles; sus formas de estar consigo mismos y con los demás cobran nuevos sentidos. “En ese pacto, iniciamos un viaje onírico y mágico que busca romper con todas las conductas preestablecidas y que nos lleva a adentrarnos en el mundo de lo tribal”, dice el autor de esta pieza que estará en cartel del 29 de noviembre al 4 de diciembre.
Por último, La espera, la obra que cierra esta trilogía –en cartel del 7 al 11 de diciembre–, habla sobre la incertidumbre, sobre aquello que no hemos vivido aún, el futuro, ese lugar en el que encontramos respuestas de lo que somos, incluso más que en el propio tiempo presente. “Nuestra búsqueda, atravesada por el tiempo, nos hizo darnos cuenta de que el futuro se contempla desde la espera”, comenta Vásquez. “No queríamos proyectar lo que el futuro nos depara, sino adentrarnos en ese lugar de incertidumbre en el que no conocemos lo que está por venir. El escenario predilecto de la imaginación y el deseo”.
En la obra, estrenada a principios de 2020 en el contexto apocalíptico que supuso la llegada de la pandemia, nos presenta a cinco personas que se transforman en diferentes personajes que se preparan para la llegada de un gran cambio. Todos esperan que algo suceda: un avance, un reinicio, una catástrofe, un ajuste de cuentas, una respuesta. Mientras tanto, participan en un juego de competición en el que solo puede quedar uno, como si ganar algo fuesen solo las migajas y ganar al resto, lo fundamental.
Una argumento que, de forma paradójica, dialogaba con el presente pandémico que les había tocado vivir a sus creadores, quienes concibieron la obra antes de la llegada del covid. “Era curioso, porque en ese contexto en el que estábamos encerrados en casa, estábamos esperando a poder estrenar La espera. La realidad nos había superado. Parecía como si el destino se hubiese adueñado de nuestros personajes”, dice Vásquez.
Desde que Colectivo Fango arrancó en 2016, no han dejado de hacerse preguntas. No buscan posibles respuestas, simplemente invitan al público a reflexionar sobre el tiempo y su propia identidad. Una idea que parte como eje de su creación teatral. “Estas tres obras están hechas para que tengan múltiples lecturas. Si el público se lleva a casa preguntas, nuestra misión estará cumplida. Si damos respuestas, somos menos libres, la posibilidad de imaginar es lo que hace que tengamos una enorme libertad creativa”, expresa el director.
Asimismo, Vásquez revela que esta experiencia le ha enseñado la importancia de darse tiempo para crear. Y a valorar “la enorme suerte de poder trabajar en algo que me permite poder tener un espacio de reflexión sobre la vida y sobre el arte”. Una reflexión, concluye, que quiere “compartir con el público”.
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