Ecodiseño, un aliado fundamental en el consumo responsable
Cepillos de dientes de bambú con sus filamentos vegetales, bolígrafos de madera con semillas que pueden florecer, ropa fabricada con plásticos recuperados del océano, cajas de cartón para sustituir garrafas de ocho litros de agua mineral, champús sólidos, latas de cerveza en ‘packs’ sin sujeción ni plástica ni de cartón, botellas de vidrio 100% reciclado que pesan la mitad… El mundo del ecodiseño está en auge, una vez comprobado que el derroche de décadas anteriores era imposible de sostener en el tiempo. Parte del mundo empresarial, en el que aun así falta mucho por avanzar, ya abre los ojos a una evidencia: la Tierra tiene límites. Sin embargo, estamos consumiendo hoy un 50% más de recursos naturales que hace 30 años, derrochando a la vez una valiosa energía en un mundo donde nada se crea, sino que se transforma, en algo útil o en un residuo y en cambio climático.
Las primeras inquietudes sobre la necesidad de contar con la ecología en el diseño de cualquier objeto, desde un avión a un refresco, se manifestaron, según algunas fuentes, en la década de los 80 del siglo pasado, teniendo como referencia el Consejo de Diseño de Reino Unido, que organizó una exposición llamada The Green Design (El diseño verde) donde se plantearon claramente un conjunto de criterios de sostenibilidad ambiental para fabricar productos, teniendo en cuenta tanto los materiales como los procesos productivos y su posterior reciclaje.
Mucho ha llovido en estas cuatro décadas y, pese a que es indudable que el derroche continúa –y así lo certifica la ciencia en sus diagnósticos en lo referente a la pérdida de hábitats por presiones extractivas de materias primas y energía–, sin pausa y lentamente la opción de hacer las cosas de otro modo toma impulso. “En los últimos años, el ecodiseño ha aumentado mucho su protagonismo, también dentro de Ecovidrio”, señala Laura García Campo, directora técnica de Operaciones de esta entidad sin ánimo de lucro responsable de la gestión del reciclado de envases de vidrio en España. “De hecho, dentro de la organización, ha pasado de estar en la parte más institucional a situarse en la más técnica y ahora trabajamos muy cerca de las empresas de envasadores para ayudarles y apoyarles en la mejora en todo el proceso, incluyendo la cadena de valor, y contando también con los otros elementos que no son el vidrio, con el transporte o el uso de energía de forma más eficiente y renovable. Se trata de buscar el menor impacto ambiental”.
En la Unión Europea existe una directiva que regula una eco-forma de hacer las cosas desde 2009, pero con el foco puesto en el consumo de energía. Gracias a esta normativa, nuestros electrodomésticos tienen una etiqueta que les clasifica en cinco grupos diferentes según, por su diseño, consuma más o menos electricidad. Pero ¿y todo lo demás que compramos y no se enchufa? Pues, de momento, es campo dejado a la voluntariedad empresarial, si bien ya hay una propuesta para aprobar un nuevo reglamento comunitario. Esta nueva norma, en debate aún, pretende establecer criterios de diseño sostenible para otros muchos productos, entre los que se incluya su durabilidad, que sean reparables, que estén fabricados con materiales reciclados y/o reciclables, que tengan baja huella ecológica y de carbono y un largo etcétera. Según la UE, si entra en vigor lo antes posible, este nuevo reglamento permitiría ahorrar hasta 132 millones de toneladas de petróleo o 150.000 millones de metros cúbicos de gas natural al año, una cifra casi equiparable a lo que eran, antes de la guerra en Ucrania, las importaciones de gas ruso por parte de los países comunitarios.
Ahora bien, en el catálogo de nuevas alternativas, es importante que el ecodiseño no genere nuevos problemas en la búsqueda de soluciones, como puede ser desembocar en plantaciones masivas y monocultivos de bambú y caña de azúcar que, por ejemplo, fomenten la deforestación en Centroamérica.
Un vistazo al trabajo sobre ecodiseño de Ecovidrio permite descubrir varias guías para los sectores con los que trabaja (cervezas, sidras, vinos y bebidas espirituosas) que dan idea de por dónde van los cambios con uno de los pocos materiales, el vidrio, que permite un 100% de reciclado sin disminuir su calidad con cada proceso. Gracias a la trituración de millones de botellas, se consigue el llamado calcín para otras nuevas, evitando así, entre otras cosas, el consumo de nueva arena. Es una materia prima de la que, según el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), se extraen al año unos 50.000 millones de toneladas en el mundo, casi todas para hacer hormigón, ciertamente, pero también para este otro material que siempre podemos depositar en un contenedor verde para darle una nueva vida. “Con el calcín, además, ahorramos hasta un 40% del consumo de energía que se necesitaría si no hubiera reciclaje. Ahora, con el actual precio de la energía, ya tenemos más demanda de calcín que oferta disponible, así que animamos a reciclar aún más vidrio en los hogares”, señala García Campo.
Basta coger un botellín de cerveza o una botella de vino para percatarse de que, siguiendo esa política del ecodiseño, que ahorra recursos y dinero, ambos han perdido peso respecto a los envases de hace años, hasta 300 gramos de media. Además, en las marcas más avanzadas en sostenibilidad, no hay serigrafiados para facilitar su reciclaje, sus etiquetas son más pequeñas y se desprenden con facilidad porque son hidrosolubles; los pigmentos que usan son orgánicos y los tapones son de corcho o, en todo caso, de plástico reciclado. Según datos de Ecovidrio, gracias a los trabajos de prevención realizados entre 2017 y 2019 –entre ellos, la reducción del peso medio de las botellas– se evitó extraer los recursos naturales equivalentes a seis Torre Eiffel o reducir CO2 equivalente a diez viajes Madrid-Tokio, en avión claro.
También el color utilizado en cada botella tiene mucho que ver con el impacto que tendrá: “Hay poco calcín blanco para reutilizar en envases transparentes, la mayoría es de color, así que es mucho más fácil que sea una botella hecha con material reciclado cuanto menos transparente es”, señala la experta.
En sus guías de ecodiseño apuestan también por potenciar la reutilización de los envases, fórmula que requiere acuerdos entre las diferentes marcas para uniformizar sus botellas de forma que su diseño sea el mismo, en lo referente al vidrio. En la hostelería es algo que funciona. Desde Ecovidrio añaden: “Se está avanzando mucho, también en eliminar elementos de cerámica o metal que dificultan el trabajo en las plantas de reciclaje”, porque todo afecta al resultado ambiental total cuando se habla de muchos millones de envases. “Hace 20 años, todos estos impactos ambientales ni se consideraban, pero hoy sí que hay una conciencia mucho mayor de que el planeta es finito; prueba del interés por mejorar es que ya tenemos más demanda que oferta del calcín”, argumenta la directiva de la entidad.
Pese a ello, García Campo reconoce que nos queda mucho por avanzar: “Un reto por delante es mejorar dentro las empresas la coordinación entre el departamento de marketing y el de sostenibilidad; tienen que alinearse para hacer envases con menores impactos porque la sociedad ya lo está demandando. Además, la prueba de que es importante está en que las empresas cuentan en sus etiquetas ese compromiso”.
No hay comentarios