Nebrija: recuperar a uno de nuestros primeros y mayores humanistas
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Habla con la misma cautela que determinación: sabe que sus palabras, aunque pareciera lo contrario, no engrandecen la honestidad y pensamiento crítico del personaje, sino que tan solo le hacen justicia. Ella es Teresa Jiménez y él, Antonio de Nebrija. La primera, filóloga y comisaria de la exposición de la Biblioteca Nacional de España, ha estudiado bien al segundo, de quien se acaban de cumplir 150 años de su fallecimiento. En estas líneas, Jiménez realiza una oda a la sabiduría, a los libros, a la inconmensurable obra del mayor humanista español y su afán de ir a la raíz del conocimiento, más allá de su famosa ‘Gramática’, sin miedo de echar por tierra las ideas concebidas en su momento.
Si nos acercamos a la sede de la Biblioteca Nacional en Madrid, veremos que uno de los personajes reconocidos que la custodian es Antonio de Nebrija, que sujeta un libro. ¿Es esta su mejor representación? ¿Se entiende a Nebrija sin los libros?
La verdad es que es un personaje que no se entiende sin los libros, efectivamente. Nebrija fue uno de nuestros primeros humanistas, quizá el más grande. Humanista en el sentido del siglo XV, un estudioso de las letras, profesor de latín, algo revolucionario en ese momento, no como lo entendemos ahora, que es casi al contrario. Lo que pretendía Nebrija era recuperar el latín de los clásicos, el que se hablaba en la Roma imperial, y era revolucionario, porque vuelve a traer a la palestra a autores del latín y del griego malinterpretados. Él considera que en esos textos en los que se habla de política, ciencia y filosofía se podía encontrar respuesta para su mundo presente.
La inmensa mayoría del mundo conoce otras figuras de renombre, también españolas y ligadas al mundo de los libros, como Miguel de Cervantes. ¿Qué ha ocurrido con Nebrija para que no suceda lo mismo con él?
Yo creo que, si Nebrija hubiera nacido en otro país, igual que sucede con otros tantos personajes de finales del siglo XV y principios del XVI, habría más conocimiento de su obra. Por otra parte, su obra sí que trascendió las fronteras, con enorme éxito en Francia e incluso con libros de texto utilizados en la Italia del Humanismo, por ejemplo; y todo eso sin olvidar que sus obras sirvieron para formar en latín a las Américas, siendo la Gramática uno de los primeros libros embarcados hacia allá.
También fue reconocido en su época. Los reyes le dieron cargos honoríficos y contó con el apoyo de personajes importantes, como el cardenal Cisneros, quien le tuvo en cuenta de cara a la fundación de la Universidad de Alcalá de Henares.
Sin duda, tuvo mucha repercusión, fue muy importante, pero en España a veces no conocemos bien nuestra historia literaria. En este sentido, en los siglos XV y XVI no solo deberíamos atender las obras escritas en español o castellano, sino en latín, la lengua cultural del momento. ¿Que por qué no se conoce tanto? No lo sé. Yo, que he estudiado a este autor, he encontrado en él pensamientos plenamente modernos en cuanto a su planteamiento político. De hecho, España llegó a ser una referencia en el mundo humanístico, incluso los italianos se quedaron sorprendidos de nuestros adelantos.
Por seguir con el mismo paralelismo, la obra de Cervantes ha tenido y tiene amplia difusión a nivel internacional, pero lo mismo se podría decir de Nebrija, al menos en su época, ¿no?
En su época sí que tuvo una gran difusión, pero lógicamente Nebrija no aporta una obra de creación literaria, sino de erudición, son dos perfiles muy distintos. Nebrija no deja de ser un profesor de la Universidad de Salamanca, la más importante del momento, que aspira a cambiar el organigrama de los estudios de Letras. Además, para ello, confió desde muy temprano en la imprenta como forma de llegar a mucha más gente. Si la imprenta llega en 1480 a Salamanca, al año siguiente ya se empiezan a editar sus obras.
Llegó a decir que gracias a sus gramáticas se podría aprender sin casi necesidad de un profesor, una concepción modernísima de la enseñanza. Es un adelantado a su tiempo, autor de la primera gramática completa de una lengua vernácula. Empieza explicando desde lo que es una sílaba hasta los sonidos del castellano, y termina con la sintaxis. Incluso hay un capítulo final dedicado al aprendizaje del español para extranjeros, algo extraordinariamente moderno.
Por seguir con lo que decías al principio, en la escalera de la BNE también aparecen Luis Vives y Alfonso X el Sabio, ¿y quién sabe realmente quiénes son? No se puede comparar con el atractivo de grandes literatos como Cervantes, Lope de Vega o Calderón de la Barca. Aquí hablamos de pedagogos que empujaron hacia delante la educación y la cultura española del momento, y eso hay que explicárselo a la gente. No es que hayan escrito una obra y ya te apasionen, porque no es literatura como tal, sino erudición.
Usted, como gran conocedora de la vida y obra de Nebrija, ¿cómo le explicaría a un chaval o chavala de 12 años quién fue nuestro gran humanista español?
Me lo pones muy difícil… Le diría que fue un hombre, un pensador, revolucionario en sus planteamientos, cuya intención era mejorar el mundo que recibió con un fuerte compromiso con esa transformación. También le contaría que Nebrija no se quedó en la lectura de los clásicos y la transmisión del conocimiento adquirido, sino que siempre defendió la crítica y el contraste con la realidad.
Su máxima enseñanza fue que había que estudiar las grandes obras, apreciarlas y tener claro que el conocimiento es la base para transformar el mundo. También fue uno de los grandes personajes que defendió la educación como algo activo, no pasivo. Yo espero que esto le atraiga a un chico de 12 años. A mí sí que me gusta conocer a los personajes claves sin los cuales no se entendería una época y, a través de esa época, a nosotros mismos.
Nebrija fue un hombre de muchas luces, sin duda, pero también sombras, aunque impuestas, por decirlo de alguna forma. Me refiero a sus encontronazos con la Santa Inquisición. ¿Qué ocurrió exactamente?
Él siempre pensó que, desde su condición de gramático, podía aportar sus conocimientos para mejorar otras disciplinas, las que en aquellos momentos habían prevalecido en las universidades medievales: Derecho, Medicina y Teología. Nebrija, al fin y al cabo, en el claustro era considerado un vulgar gramático que recibía a alumnos de 15 años pero que, en cambio, se atrevía a decir que sin un amplio conocimiento del latín se podrían estar cometiendo errores, por ejemplo, a la hora de interpretar y hacer cumplir las leyes. El encontronazo vino cuando dijo lo mismo de la Biblia, ya que defendía que tenía errores de traducción en origen, y si se ponía a corregirlos, podía echar por tierra algunas explicaciones de determinados problemas teológicos mantenidos durante siglos. Y, claro, él no era teólogo para ello, sino gramático.
Pese a las advertencias de inquisidor mayor del Reino, antiguo compañero suyo en el claustro salmantino, Nebrija preparó una obra que revisaba 150 pasajes del texto sagrado. Al principio, le advirtieron que no podía ver la luz esa obra si antes no había sido examinada por un teólogo, pero él se mantuvo firme, porque decía que no iba a salirse de su jurisdicción del conocimiento, que era el latín. El inquisidor, Fray Diego de Deza, se enteró de que ya estaba en imprenta, así que le amenazó diciendo que si no paraba la impresión, se las vería con él, pero Nebrija siguió adelante. Al final, Deza fue apartado del cargo y sustituido por Cisneros, a quien le gustaba mucho la forma de trabajar de Nebrija.
De esta historia salió una especie de tratado de autodefensa por parte de Nebrija.
Sí, y me parece una de sus mejores obras. Es una defensa casi judicial de por qué él, como gramático, puede acceder a otros campos del saber, lo que ahora sería una especie de libertad de cátedra y de pensamiento.
“Siempre la lengua fue compañera del imperio” es una cita atribuida a Nebrija, no sin polémica durante décadas, incluso siglos, después. ¿De dónde procede y por qué causó tanto revuelo?
El revuelo que causó se enmarca en los años 40 y 50 del siglo pasado, cuando se revalorizó la figura de Nebrija al querer la dictadura franquista recuperar los ideales de los Reyes Católicos. En realidad, a lo que se refirió Nebrija era a la necesidad de acompañar las numerosas reformas legislativas y políticas de la cultura, que es la lengua. Y esto sucede en un momento en el que los Reyes Católicos emprendieron reformas de apoyo al libro, quitaron los impuestos a su importación y fomentaron la creación de instituciones educativas, como la Universidad de Alcalá.
¿De qué forma podríamos, como sociedad, actualizar a Nebrija?
Deberíamos utilizarlo como una de las figuras señeras de la historia de España, un hombre coherente con sus principios que mantuvo hasta el final y que siempre consideró que gracias al estudio y al conocimiento se puede dejar un mundo mejor que el que recibes. También deberíamos destacar su independencia de criterio y la atención que prestaba a otras muchas ramas y descubrimientos de su época, como la astronomía, la reforma del calendario o la botánica. Actualizar todo lo que fue no deja de ser una forma de dar a conocer su figura en su conjunto, con unos valores que nunca deberían morir.
La exposición ‘Nebrija. El orgullo de ser gramático’ puede visitarse en la Biblioteca Nacional de España (BNE) https://www.bne.es/es/agenda hasta el 9 de abril.
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