Mientras suene Raffaella, la fiesta continúa y seguiremos bailando

Las dos actrices, metidas totalmente en su papel en ‘Esta sí tenemos que bailarla’, de Nando López. Foto: Daniel Pérez.

Por mucho que sigamos avanzando como sociedad, todavía hay un sector rancio que considera que ser lesbiana o transexual es algo fuera de lo normal que no tiene nada que ver con la gente ‘de bien’. Por todo ello, el escritor Nando López incluye personajes LGTBIQ+ en la mayoría de sus obras e intenta, a través de la cultura, sensibilizar al público y luchar contra la LGTBIfobia y contra tantos otros problemas sociales como el machismo, el acoso escolar o el suicidio adolescente. Ahora un texto suyo vuelve a representarse: ‘Esta sí tenemos que bailarla’, dirigida por la también actriz de la pieza Eva Egido. Toda una celebración de la amistad entre mujeres y de la diversidad. En cartel hasta este fin de semana.

Coincidiendo con la publicación del texto por parte de la editorial Dos Bigotes, la compañía Todo al Tres ha estrenado la última obra del autor Nando López. Leyre y Diana (Rocío Vidal) son dos mujeres en sus cuarenta y pocos que, hartas de la nostalgia noventera, huyen juntas de la fiesta de reencuentro de su promoción del instituto, dispuestas a pasarlo bien en cualquier lugar donde no suene Saturday night ni haya un photocall de Los Goonies. A pesar de ser dos completas desconocidas, deciden compartir un taxi en busca de cualquier bar abierto donde poder olvidarse de sí mismas y de sus circunstancias, aunque solo sea por una noche.

Al principio, da un poco de vértigo ver a las dos actrices solas en escena, con un par de taburetes y una barra giratoria como única escenografía, pero, desde el momento en que comienza el diálogo, el espectador es capaz de imaginar todo lo que rodea a las protagonistas y las acompaña de buena gana en sus peripecias nocturnas, desde el taxi hasta los diferentes bares que recorren, pasando por los baños y llegando hasta los columpios del parque. Gracias a su ritmo rápido, a su humor ácido y a la gran complicidad de las intérpretes, la obra resulta de lo más entretenida y da la sensación de estar viendo una road-movie al más puro estilo Thelma y Louise.

El texto es una crítica feroz y divertida de la eterna nostalgia por los años noventa, la idealización del amor romántico, la exaltación de la amistad, el mito de las familias felices o la absurda idea de que querer es poder.

El autor también ataca a esos señores, por no decir señoros, llamados Jose María o Juan Carlos que ahora van de superfeministas y de aliados cuando, en el fondo, siguen siendo unos machistas y unos homófobos. “Esos capullos que a ti te llamaban la bollo y a mí la guarra son los mismos que hoy estaban en esa fiesta”, dice una de las protagonistas. No obstante, la pieza no es solo una mordaz enumeración de quejas por las expectativas no cumplidas al superar los cuarenta, sino también un canto a la amistad, a la sororidad, a la libertad para ser imperfectos y al hecho de aceptar nuestros límites, sin sentirnos mal por ello.

Constituye, además, una celebración de la diversidad, donde una puede elegir seguir soltera, ser madre a los cuarenta, no serlo en absoluto o formar una familia junto a otra mujer. Y es que, por mucho que sigamos avanzando como sociedad, todavía hay un sector rancio que considera que ser lesbiana o transexual es algo fuera de lo normal que no tiene nada que ver con la gente de bien. Por todo ello, Nando López, exitoso autor de novelas como La edad de la ira (finalista del Premio Nadal) o La versión de Eric (Premio Gran Angular), incluye personajes LGTBIQ+ en la mayoría de sus obras e intenta, a través de la cultura, sensibilizar al público y luchar contra la LGTBIfobia y contra tantos otros problemas sociales como el machismo, el acoso escolar o el suicidio adolescente.

Fue precisamente una obra teatral suya, #malditos16, estrenada en el CDN en 2017 y dirigida por Quino Falero, la que hizo que saltara la chispa entre el dramaturgo y, la entonces ayudante de dirección, Eva Egido. Años más tarde, ella sería la encargada de dirigir otro de sus textos, Nunca pasa nada, estrenado en la Sala Mirador con motivo del festival Surge Madrid 2019. A este tándem se uniría después Rocío Vidal, actriz que ya había trabajado con el autor en montajes como Los amores diversos o, la ya citada, #malditos16, para fundar la compañía Todo al Tres. Esta sí tenemos que bailarla es fruto de un taller teatral en el que, juntos, han desarrollado un texto escrito a pie de escena, que refleja las vivencias y las emociones de todo el equipo.

La obra, que estará en cartel hasta el 18 de marzo en el Teatro Quique San Francisco de Madrid, es una coproducción de Todo al Tres, Feelgood y Acciones Imaginarias y cuenta, además, con la colaboración del cantante y actor Fran Perea como autor de la canción que da título al espectáculo.

Sin duda, ir a verla es una gran oportunidad para escapar de la monotonía y los problemas que nos agobian a diario, guiados por dos divertidas mujeres que, aunque no sepan muy bien lo que quieren ni si están haciendo bien las cosas, no dejan de plantarle cara a la vida y de lanzarse al barro. A fin de cuentas, aunque nos hagamos mayores y creamos que ya no pertenecemos a esta época, el tiempo es de las personas que lo habitan, con sus triunfos y sus fracasos, con sus fortalezas y sus debilidades, y mientras suene Raffaella Carrà seguiremos perteneciendo a este tiempo, ya que, como dice la obra, Raffaella es transversal.

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