‘Iberia’, por fin una ‘peli’ con cortejos y apareamientos muy naturales
Este fin de semana compiten en los cines españoles los estrenos de 13 películas. Entre ellas, el público tendrá que elegir entre la gran producción norteamericana del superhéroe ‘¡Shazam! La furia de los dioses’ y las aventuras y desventuras de una heroína muy distinta, un águila real que cruza la península en el documental ‘Iberia. Naturaleza infinita’, tercer largometraje de Arturo Menor. En ‘El Asombrario’ nos quedamos con el águila; una cinta que, por cierto, es un liberador recorrido por la avifauna ibérica y un documental que pone mucho el foco en los cortejos y apareamientos, más que en las habituales persecuciones y banquetes salvajes que tanto gustan en los documentales de naturaleza.
Iberia. Naturaleza Infinita sigue el vuelo de un águila real macho que, tras perder a su pareja por electrocución en un tendido eléctrico de alta tensión, cruza la península Ibérica buscando un nuevo territorio donde asentarse. Desde León y Asturias a los valles andaluces de Los Pedroches y del Guadalquivir, pasando por el País Vasco, Navarra, el Valle de Arán, La Mancha húmeda. En total, nos cuenta su director, guionista y productor, Arturo Menor, en torno a un año de rodaje para obtener una cinta de 75 minutos con espectaculares y llamativas tomas aéreas. Arturo nos destaca las imágenes que tienen como protagonista al urogallo en los Pirineos y las luchas entre águilas y buitres, entre águilas y cuervos, y entre águilas entre sí. Peleas por el territorio y por la comida.
Pero más allá de esos enfrentamientos que siempre aportan tensión e interés a un documental de naturaleza, llama la atención la abundancia de secuencias de cortejo y apareamiento entre aves. Y la extraordinaria exhibición de avifauna de la que hace gala la biodiversidad de la península ibérica y que compone el eje de la película. Vemos urogallos, avutardas y sisones, verdecillos y verderones, petirrojos, patos malvasías y cercetas pardillas, alzacolas y chotacabras, jilgueros y estorninos, cuervos, buitres leonados y negros, quebrantahuesos, elanios azules, cernícalos primillas, mirlos acuáticos, pájaros carpinteros, águilas reales, imperiales y perdiceras, grullas, aviones y golondrinas…
Decir que el cortejo no siempre termina con éxito. Otro de los mayores valores de la cinta para quien esto escribe, y también para Menor: el fracaso, la decepción. No siempre todo sale como uno quiere. Ni el urogallo ni los machos de aves esteparias logran convencer a la hembra. Ni la culebra logra zamparse su pieza… Ya se abre la película con toda una declaración de principios: el águila no da caza al conejo. Y por esa empatía con el más débil que a menudo siente el espectador, casi nos alegramos, por muy prota y apolíneo que sea el águila.
Quizá Arturo lanza un guiño así a las dificultades y obstáculos que encuentra en los rodajes; por ejemplo, todos los menosprecios a Iberia por parte de los gobiernos autónomos de Aragón y Castilla y León. “Yo no entiendo tantas trabas, cuando este tipo de trabajos son de los más efectivos en crear concienciación hacia el respeto y cuidado de la naturaleza. La principal acción educativa y divulgativa en medio ambiente en nuestro país ha sido, con gran diferencia, la serie El Hombre y la Tierra, de Félix Rodríguez de la Fuente. Nadie ha conseguido crear tantas vocaciones profesionales relacionadas con la naturaleza como esa serie. Por eso no entiendo todas esos impedimentos para rodar en espacios naturales”. También reprocha las largas de la televisión de Castilla La Mancha y de RTVE a apoyar Iberia.
Tantas decepciones que, cuando le pregunto por su próximo proyecto, confiesa que se pensará muy mucho acometer otro documental de naturaleza si antes no encuentra un productor y distribuidor. Porque sus travesías en el desierto le pesan mucho, cada vez más.
Arturo es autor de los documentales WildMed, el último bosque mediterráneo (2013) y Barbacana, la huella dellobo (2018). Con Iberia, quiere agradecer el apoyo, ante todo, de la Diputación de Córdoba, más Canal Sur y los Gobiernos de Asturias y de Castilla-La Mancha. Con su esfuerzo y tesón ha conseguido que se estrene hoy en más de 60 cines.
Pero volvamos a la pantalla. Arturo ha rodado con 14 ejemplares de águila real, de los que 10 son salvajes. Las escenas aéreas se tomaron con pequeñas cámaras colocadas en las águilas y, sobre todo, con drones. Especialmente interesante resulta la secuencia del vuelo de una golondrina en un pueblo andaluz, realizada con un dron mosquito, a cargo del famoso piloto de estos aparatos Iván Merino.
Otro punto interesante de Iberia, a destacar antes de cerrar este artículo, es cómo Arturo introduce –aunque sabe que en este tipo de documentales tampoco hay que cargar las tintas sobre los problemas ecológicos, porque el público espera sobre todo contemplar el gran espectáculo que nos brinda la naturaleza– amenazas serias a nuestros ecosistemas, como son los venenos en el campo y la electrocución en tendidos eléctricos (las dos principales causas de mortandad de las aves), la desecación de humedales, la pérdida de hábitats de las aves esteparias y el impacto de los aerogeneradores en el paisaje y en el equilibrio natural.
Por lo demás, Arturo Menor ha sabido rodearse en este documental de un extraordinario equipo de profesionales: José MG Moyano, premio Goya por La isla mínima, en el montaje; Carlos Hita, el mejor sonidista de naturaleza en España; Jorge Marín, premio Goya al mejor sonido por Tres días; Jesús Olmedo, narrador; una efectiva banda sonora a cargo de Javier Arnanz (natural, como Arturo Menor, de Talavera de la Reina); Juan Luis Malpartida, zoólogo… ¡Largo vuelo al águila real!
‘Iberia. Naturaleza infinita’, a partir de hoy, viernes, 17 de marzo, en cines de toda España.
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