Galán, egiptólogo: “Basta de héroes ambientales, necesitamos una acción colectiva”
José Manuel Galán, uno de los egiptólogos más reconocidos a nivel internacional, protagoniza hoy nuestra ‘entrevista circular’. Galán dirige desde hace más de 20 años el Proyecto Djehuty, del CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Cientificas). Para él, una cuidadosa gestión de los bosques y del agua deberían ser una prioridad para toda la sociedad.
Bajar a una tumba de hace más de 3.500 años, en la antigua Tebas, acompañando al investigador José Manuel Galán, uno de los egiptólogos más reconocidos a nivel internacional, es un viaje de los que no se olvidan a las profundidades de una civilización que sentó las bases de la nuestra. Galán dirige desde hace más de 20 años el Proyecto Djehuty del CSIC, dos décadas de grandes hallazgos que han dado la vuelta al mundo. El pasado año, dos de ellas, la del propio Djehuty, un supervisor del Tesoro de la reina Hatshepsut, y la de Hery, que vivió un poco antes y controlaba el granero real, por fin abrieron sus puertas al público en Luxor. Muy cerca, su equipo descubrió un pequeño jardín funerario, en la misma colina de Dra Abu-el Nagha, que nos habla del medio ambiente y la naturaleza en aquel momento de la historia humana. Aún conservaba las semillas y el polen. Galán, que cada año debe batallar por conseguir presupuesto para una excavación que ya es emblemática, prepara un libro sobre el jardín (en la foto, justo detrás de él) con el Museo Británico.
¿Qué podemos aprender desde el punto de vista ambiental de los antiguos egipcios?
Era una sociedad agrícola y les preocupaba sacar el mayor partido a los recursos naturales, sin agotarlos. Tenían la suerte de contar con el Nilo, que al inundarse fertilizaba sus tierras. Y dedicaban mucho esfuerzo a canalizar el agua y explotar esa riqueza. El primer rey de Egipto, Narmer, hace 5.000 años, ya abrió canales, y Osiris se convirtió en rey de los muertos por su buena gestión del agua y la agricultura.
¿Durante el imperio egipcio hubo algún evento climático impactante?
El mayor cambio climático ocurrió antes del nacimiento de la historia, en el 3000 a.C. , pero sí hubo eventos medioambientales en aquel tiempo. En Dra Abu-el Nagha tenemos registros desde el 2000 al 1500 a.C. y los geólogos del Museo Nacional de Ciencias Naturales están estudiando las lluvias en esos 500 años. En la excavación tenemos evidencias de una gran tormenta en el 1550 a.C.
¿Y sabían de economía circular?, ¿reciclaban?
Sí, una investigadora del equipo está trabajando sobre ello. La cerámica se reciclaba mucho. Era un bien muy común y se usaban sus restos como base para hacer bocetos de artistas antes de decorar una pared, para cuencos de pigmentos o mortero… También reutilizaban la madera o los adobes de las construcciones. Tenemos adobes de un tal Nebamón por todo el yacimiento. Pensábamos que habíamos encontrado su tumba, pero están por todo los sitios. Hasta las tumbas se reaprovechaban, porque había pocos recursos.
¿Cuál es para ti hoy el principal reto ambiental?
En España, la gestión de los bosques. No puede ser que haya tantos incendios. Y creo que hay que preguntar más a la gente local, que entiende más el bosque que los burócratas. Si se limpiaran y se explotaran mejor, no se quemarían, pero los propietarios no tienen ningún rendimiento y en consecuencia no se cuidan y se queman. Otro gran problema es la gestión del agua. Parece mentira que en el siglo XXI no seamos capaces de hacerlo de forma más inteligente en un país donde es escaso. Hoy es un arma política y eso no puede ser. A nivel más general, me preocupa mucho el mar, una reserva natural que nos estamos cargando a una velocidad pasmosa sin ser conscientes. Acumula muchísima basura.
¿Hemos avanzado en conciencia climática?
Creo que avanzamos y la sociedad está más sensibilizada. Lo complicado es ser siempre coherente. Por ejemplo, los coches eléctricos son un gran avance, pero ¿y si nos preguntamos de dónde salen las baterías o la electricidad que necesitan? Hay daños colaterales que están ahí, así que vemos que la energía eólica, que es necesaria, está afectando a nuestros paisajes.
¿Por dónde debería ir la solución?
Vamos en el buen camino, pero hay que ser más radicales. Respecto al tema de los plásticos, debería ser una prioridad impedir que acaben en el mar, que las comunidades costeras desagüen sus aguas sucias en el mar.
¿Qué prácticas ambientales pones en marcha en tu día a día?
Lo más básico es el reciclaje de las basuras e intento consumir menos plástico. En la excavación en Egipto también hemos dado un gran paso este año, porque hemos sido pioneros al instalar paneles solares en las tumbas de Djeuty y Hery. Son las primeras que se iluminan con la luz solar, como las de los antiguos egipcios.
¿Qué dirías a los escépticos del reciclaje?
Hay quienes se escudan en que los políticos no gestionan bien, pero uno debe poner su grano de arena al margen de lo que ocurra. Reciclar es fácil y luego uno se siente fenomenal. También hay que hacer un llamamiento a los jóvenes, porque deben estar más concienciados. Es verdad que hay una parte de ultraconcienciados, pero son minoría.
¿Y a los escépticos del cambio climático?
El clima en la Tierra cambia al margen de la acción humana, pero nosotros lo aceleramos y lo agravamos. Incluso si fuéramos un factor mínimo, merece la pena ser conscientes de que podemos minimizarlo. Hay que actuar, hacer cada cual su parte. No hay justificación para no hacer nada.
¿Eres optimista al pensar hacia dónde vamos?
Hasta ahora, el ser humano no ha sido consciente de las consecuencias de sus actos y ahora sí lo es, pero puede ser tarde. Lo veo en Mallorca: las redes de arrastre han pasado el aspirador al suelo y ahora hay veda, pero ya es tarde. El fondo marino casi ya no tiene capacidad de regenerarse. Y nos la estamos jugando, como en los bosques. Me gustaría ser optimista, pero no sé si lo soy. Eso sí, somos mucho de elogiar a unos pocos que lo hacen bien. Basta de héroes ambientales, necesitamos una respuesta colectiva.
¿Un lugar al que regresar?
Egipto es un país con muchos defectos en estos temas, pero me gusta porque me reconforta por dentro. Egipto no es un paraíso, pero me atrae su gente, su naturaleza, su caos, su parte humana. Más cerca, me gusta mucho ir al norte del país y, en Madrid, al valle de Lozoya, a la zona del yacimiento de los neandertales.
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