Tablas de Daimiel: triste aniversario y dura batalla para evitar su desaparición
POR ISAAC VEGA / WWF ESPAÑA
En el 50 aniversario de la creación del Parque Nacional de las Tablas de Daimiel apenas hay nada que celebrar; la preocupación de las principales ONG ambientales por este espacio sigue en aumento: desde hace décadas, la icónica zona húmeda de La Mancha se mantiene en el peor de los estados de deterioro y artificialización. En WWF fuimos de los primeros en defenderlas frente a su desecación, impulsamos su declaración bajo la mayor figura de protección y seguimos luchando para evitar su desaparición. Y sí, los regadíos con agua extraída ilegalmente del acuífero también están en la raíz del grave deterioro de este parque nacional en alerta roja.
Debido a la mala gestión del agua y su sobreexplotación para el regadío, desde 1990, el parque está incluido en la Lista Montreux de Ramsar, que incluye los humedales donde se han producido o pueden producirse cambios en sus características ecológicas por el desarrollo tecnológico, la contaminación u otra intervención del ser humano. Cinco décadas después de su declaración, su estado es crítico, no podría ser peor.
Primeros pasos de una histórica defensa numantina
A principios de los 70 y, según denunciaba el profesor Francisco Bernis en el primer número de la revista ADENA (julio 1971), las Tablas de Daimiel ya sufrían una grave amenaza de destrucción total debido a la puesta en marcha del Proyecto de saneamiento y desecación de La Mancha, una iniciativa de desarrollo agrario aprobada en 1968 por la Confederación Hidrográfica del Guadiana (CHG) para conseguir tierras de cultivo a toda costa. A pesar del enorme interés biológico, defendido en infinidad de foros por uno de los grandes padres de nuestra ornitología, el peligro de su desecación ya se cernía sobre el paraíso húmedo manchego.
Dos meses antes (mayo 1971), un grupo de jóvenes biólogos, arquitectos, naturalistas y socios de ADENA (entre los que estaba Bernis), elaboraron un informe y lanzaron la voz de alarma contra esas obras de desecación. Con apoyo de casi 200 científicos y naturalistas, lo enviaron a las autoridades españolas y organizaciones internacionales de protección de la naturaleza, como WWF Internacional.
Lo explicaba Gustavo Barbat Gili, entonces secretario general de ADENA (hoy WWF España) en el siguiente número de la revista de la asociación (enero 1972): “Los científicos españoles llevaban ya mucho tiempo atrás advirtiendo de la fragilidad e importancia del complejo de humedales producido por el desbordamiento natural y permanente del río Guadiana y sus afluentes Gigüela (o Cigüela) y Záncara, en pleno corazón de la Mancha.”
“Esta área de tipo endorreico y estepárico es de importancia única en Europa, pues su flora y su fauna no tienen réplica más que en remotas estepas de Asia Central. Un paisaje de belleza extraordinaria, con tonalidades azuladas, verdosas y ocres que contrastan fuertemente con las peladas y monótonas llanuras manchegas, que ya fue cantado por famosos escritores medievales como el Príncipe Juan Manuel y el Canciller Pedro López de Ayala”, escribía Barbat Gil.
Poco después, el 5 de noviembre, ADENA convocó una conferencia de prensa a la que asistieron representantes de la Comisión Científica de Protección de la Naturaleza, del CSIC, AEORMA, la Real Sociedad de Historia Natural, catedráticos, naturalistas y el Jefe del Servicio Nacional de Pesca, Caza y Parques Nacionales; que fue invitado y anunció la creación de una Comisión Interministerial para estudiar la cuestión.
La campaña de ADENA recibió apoyos de todos los rincones del país y del extranjero y, tras infinidad de gestiones, las máquinas excavadoras fueron retiradas de las Tablas de Daimiel por orden del Ministerio de Obras Públicas. Fue la primera gran victoria en defensa del corazón del humedal manchego; aunque ya habían sido desecadas más de 6.000 hectáreas y las obras de desecación continuaban en los alrededores. Aquello fue el preludio de lo que estaba por llegar: primero su declaración como Parque Nacional el 28 de junio de 1973 y después…
Crónica de la muerte de uno de nuestros parques nacionales más emblemáticos
Para adentrarse y descubrir sus secretos no hay como escuchar a quien las conoce de verdad. “Las Tablas de Daimiel eran un auténtico delta de interior, similar al emblemático Delta del Okavango en África, de aguas cristalinas y extensas praderas sumergidas de carófitos, y una abundante y rica población de aves acuáticas que nublaban el cielo a su entrada y salida del humedal”, explica Alberto Fernández Lop, técnico en el programa de agua de WWF España.
“El humedal se formó hace más de 300.000 años y llegó a tener más de 2.000 hectáreas inundadas. Escasos kilómetros aguas arriba del humedal, el Guadiana renacía en los Ojos del Guadiana, principal punto de descarga de agua subterránea de los grandes acuíferos interconectados que forman la cuenca Alta del Guadiana. Su inmenso aporte mantenía al menos 600 hectáreas inundadas durante la estación seca y casi 40 hectómetros cúbicos al año, llegando hasta los 200 en años especialmente lluviosos”, continúa Fernandez Lop.
Con los años, y como explica mi compañero Alberto, “las extracciones para regadío crecieron sin parar y superaron la tasa de recarga natural del acuífero. En 1987 la CHG declaró sobreexplotados los acuíferos de la zona y, en 2014, también en riesgo de no alcanzar el buen estado de acuerdo con las exigencias de la Directiva Marco del Agua. El nivel freático descendió de forma dramática hasta 30 metros, el Guadiana dejó de manar y las Tablas fueron perdiendo agua y superficie inundada”.
“Ahora, la principal fuente de agua es el río Gigüela, con aportaciones muy irregulares por la variabilidad de las precipitaciones entre años y con aguas de una elevada salinidad, que reciben mucha contaminación puntual de los municipios y difusa ligada a los usos agrícolas de la zona. Hoy las Tablas de Daimiel son un sistema eutrófico, profundamente degradado, muy vulnerable a la llegada de especies invasoras y, últimamente, sin agua. Su drama no es que estén casi secas en verano, eso es lo natural; el problema es que lo están así todos los meses del año y desde hace mucho tiempo, ante la mirada impasible y la falta de autocrítica de los responsables sobre el origen del problema”, concluye con tristeza el técnico de WWF.
La extracción ilegal hipoteca las Tablas de Daimiel
Desde hace casi una década, las Tablas de Daimiel sobreviven en la UVI, secas y mantenidas con aguas bombeadas artificialmente desde el acuífero subyacente con la idea de aparentar una cierta normalidad y para evitar que autocombustione la turba seca, al tiempo que son el epicentro del robo del agua en España. Según datos de WWF, 51.465 hectáreas de cultivo se riegan con agua extraída ilegalmente del acuífero 23, el equivalente a 62.300 campos de fútbol.
En la actualidad, el nivel de explotación ilegal de agua para regar en La Mancha Occidental es incluso 5 veces mayor en volumen y 10 veces mayor en superficie que la sufrida por los acuíferos que alimentan Doñana y el Mar Menor, y similar a lo que ocurre en el acuífero de Los Arenales del centro de la cuenca del Duero.
Según cálculos de WWF para 2019, si se eliminaran los 93 hectómetros cúbicos al año que se extraen sin derechos del acuífero, en 15 años se recuperaría totalmente el flujo de agua desde los Ojos del Guadiana hacia Las Tablas de Daimiel. Con ello se garantizaría la recuperación hídrica del humedal de una forma natural y equilibrada.
Un trasvase artificial no es la solución
A mediados del pasado mes de abril el Gobierno de Castilla-La Mancha planteó un trasvase desde el Tajo a Las Tablas de Daimiel. Para WWF, el único trasvase posible es el que proceda de devolver el agua que se extrae de los pozos ilegales de los acuíferos del Alto Guadiana, que alimentan las Tablas de Daimiel. El ahorro de esa agua llegaría a través del ascenso de los niveles del agua subterránea, y que aflorarían en los Ojos del Guadiana.
En ese momento y, según explicó Samuel Moraleda, Presidente de la CHG, Las Tablas del Daimiel sólo disponían de 270 hectáreas inundadas, existiendo un déficit de 1.700 hectómetros cúbicos en el acuífero del que dependen.
Desde WWF rechazamos el trasvase, salvo como medida de absoluta excepcionalidad, como la extinción de la quema espontánea de turberas subterráneas, y no como medida estructural permanente. Además, la Declaración de Impacto Ambiental de la llamada “tubería manchega”, desde donde se trasvasaría agua desde el Acueducto Tajo-Segura, descarta expresamente el ramal hasta Las Tablas, a pesar de que su existencia actual se justificó por medidas de urgencia previas a la existencia de los pozos de emergencia.
A la larga, el trasvase es una medida poco eficiente, como ha demostrado el escaso aumento de superficie ocurrida con los 4 hectómetros cúbicos trasvasados el pasado invierno en la prueba de funcionamiento de la “tubería Manchega”. Claramente, esta medida daría más alas al regadío y trasladaría la presión a la cuenca alta del Tajo.
Por ello, es necesario un giro de la política agraria de Castilla-La Mancha y la transformación del modelo de desarrollo de la comarca. El trasvase es un modelo que sólo puede empeorar el ya delicado estado de conservación del parque y sus hábitats y especies ante la emergencia climática y ambiental, debido a soluciones muy agresivas que aumentan su artificialidad. La última de ellas es la excavación para la afloración de agua formando una “laguna permanente” en la zona de las pasarelas por motivos estéticos y fines turísticos que camuflan el verdadero problema que subyace bajo las Tablas.
Todas a una en defensa de las Tablas
Ante la grave situación que atraviesa Daimiel, a principios de junio, las principales ONG ambientales reclamamos un plan urgente que salve el Parque Nacional de las Tablas de Daimiel. Junto con Amigos de la Tierra, Ecologistas en Acción, Greenpeace y SEO/BirdLife, en WWF aunamos esfuerzos con el objetivo de que el espacio que engloba las Tablas de Daimiel vuelva a ser merecedor de la consideración de parque nacional, zona húmeda de importancia internacional integrante de la Red Natura 2000 y parte fundamental de la Reserva de la Biosfera de la Mancha Húmeda.
Por ello, además de oponernos a un trasvase sin sentido, exigimos a las administraciones competentes que apliquen de inmediato las políticas y medidas a las que les obliga la legislación y los compromisos internacionales. Pedimos la puesta en marcha de un Marco de Actuaciones Prioritarias que considere el verdadero problema del humedal: la sobreexplotación de los acuíferos y la necesaria reducción de las extracciones de agua para regadío en el acuífero de la Mancha Occidental.
Además, deben reducirse las presiones por sobreexplotación, las dotaciones de agua para regadío y las superficies regadas en todo el Alto Guadiana, cerrarse los pozos ilegales e incentivar un modelo diferente de desarrollo socioeconómico.
“Necesitamos un nuevo modelo de gobernanza en el Alto Guadiana, a través de su Plan Hidrológico y las medidas de la PAC, que incluya una coordinación leal y real entre administraciones, comunicación fluida con la comunidad científica, participación de la sociedad civil y un sector agrario que asuma su responsabilidad, cambiando a técnicas de riego y cultivo menos consumidores, mejorando la rentabilidad de los cultivos y prevenir los excedentes de cosecha (melón, sandía, cebolla, vino) en aplicación del principio de que ‘quien contamina (deteriora), paga’ y del respeto a las normas ambientales vigentes”, explica Alberto Fernández, técnico del Programa Agua de WWF.
A juicio de todas las ONG ambientales, para salvar Daimiel deben dejarse a un lado medidas excepcionales y cosméticas, como el trasvase de agua desde el Tajo, que podría deteriorar más el espacio y producir la expansión de especies invasoras como el mejillón cebra. La recuperación de las Tablas de Daimiel es más que una obligación legal, debe ser un compromiso moral de toda la sociedad, ya que en las cinco décadas transcurridas desde su declaración como parque nacional no se ha frenado su deterioro ni se le ha brindado la protección real que este espacio tan exclusivo merece.
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