“Las mejores ciudades para vivir son las que integran grandes zonas verdes”
Arrancamos el nuevo curso de entrevistas circulares, entrevistando a María-Paz Martín Esteban, que en abril se convirtió en la nueva directora del Real Jardín Botánico-CSIC de Madrid, ese maravilloso espacio en el centro de la capital al que está vinculada desde 1999. Defiende aquí la importancia de la investigación de la biodiversidad vegetal y de la renaturalización de las ciudades.
Convénzanos en pocas frases de por qué resulta interesante visitar el Real Jardín Botánico.
En sus algo más de ocho hectáreas, el Real Jardín Botánico –el instituto más antiguo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) con casi 268 años de historia– sigue cumpliendo sin interrupción las funciones para las que fue creado por orden del rey Fernando VI en 1755. El RJB es un centro de investigación en biodiversidad, es un Jardín Histórico desde 1942 y un Bien de Interés Cultural. Nuestra misión es la investigación de excelencia sobre la diversidad vegetal y fúngica del planeta, para comprender cómo dicha diversidad se ha generado, estudiar su evolución y promover su conservación. Además de investigación científica, el RJB es un museo vivo que alberga un repositorio de recursos genéticos como el Herbario o el Banco de Germosplasma. Y desde 2021, forma parte del Paseo del Prado y el Buen Retiro: Paisaje de las Artes y las Ciencias, conocido como Paisaje de la Luz, declarado Patrimonio Mundial de la UNESCO, junto con otras instituciones culturales y artísticas, como el Museo del Prado o la Real Academia de España.
Cuando el público entra en el Jardín, se sumerge en un entorno en que hay más de 6.000 especies de plantas (aunque por número son muchas más), distribuidas en cuatro terrazas, en el que pueden apreciarse el estilo neoclásico y el isabelino. Por ejemplo, en los invernaderos, a lo largo de todo el año, se producen floraciones de orquídeas, bromelias, plantas insectívoras… En verano, la exposición permanente de bonsáis se complementa en el estanque con las bellas flores de los nenúfares. Visitar el RJB es interesante a lo largo de todo el año, siempre se podrá disfrutar de la armonía de formas y colores que nos brinda la naturaleza.
Como nueva directora, ¿cuál es su programa, sus proyectos prioritarios para los próximos años en este espacio tan icónico?
Por lo que respecta a la investigación, seguir consolidando la posición del RJB como centro de referencia nacional e internacional en estudios de diversidad de plantas y hongos (incluidos líquenes), y otros organismos que juegan un papel muy importante en la conservación de hábitats, tanto acuáticos como terrestres. Para ello, es muy importante atraer a jóvenes investigadores aumentando la contratación de personal técnico y de apoyo de las unidades, con la participación en programas como los de Garantía Juvenil o Yo investigo; continuar con la atracción de talento emergente (postdoctorales) a través de los programas Ramón y Cajal o Juan de la Cierva, entre otros. También, potenciar y estimular vocaciones científicas mediante los convenios que el CSIC tiene con distintas universidades y la colaboración con centros de Secundaria. Además de consolidar y extender alianzas con centros de investigación, universidades y jardines botánicos, tanto nacionales como internacionales, para la búsqueda conjunta de soluciones a retos globales en los que podemos jugar un papel muy importante, como la crisis climática o la crisis energética.
Otro de los aspectos es revalorizar y dar mayor visibilidad, tanto nacional como internacional, a las unidades de colecciones científicas y documentales: Herbario, Banco de Germoplasma, Archivo y Biblioteca. Me gustaría poder llevar a cabo un proyecto de anteriores directores relacionado con la ampliación del edificio de investigación, para que nuestras colecciones puedan seguir creciendo. Por ejemplo, el Herbario cuenta en la actualidad con 1.3 millones de ejemplares, así como los laboratorios de sistemática molecular y microscopía.
En relación con Educación y Cultura Científica, el RJB es uno de los institutos del CSIC más conocidos, por nuestros programas de talleres, itinerarios, campamentos de verano, conferencias, cineforum, exposiciones… En estos años vamos a fortalecer los vínculos con la sociedad, para favorecer la participación ciudadana, sobre todo para difundir temas de ciencia y tecnología. También estamos colaborando con otros museos vecinos para realizar actividades conjuntas, fusionando arte y ciencia, teniendo siempre en cuenta criterios de igualdad de género, de inclusión y de igualdad de oportunidades.
En el propio Jardín, se necesita completar algunas colecciones, como la Rosaleda que se restauró en 2022, gracias a un convenio de colaboración con Chanel, y el emparrado histórico, cuya estructura de hierro se restauró en 2022; o algunos cuadros de la terraza de las Escuelas Botánicas, en las que las plantas están ordenadas por criterios evolutivos. Estamos trabajando, aunque necesitamos más financiación, en crear una zona como Jardín inclusivo. Y, tras nuestra experiencia en los últimos años, con la Escuela Taller financiada por el SEPE, estamos diseñando una Escuela de Jardinería propia, como tienen otros jardines botánicos de prestigio, como el Real Jardín Botánico de Kew de Londres.
¿Cuál cree que es ahora mismo el principal reto ambiental?, ¿el que más le preocupa?
Decidirse por un problema medioambiental es difícil, porque cada uno de ellos está relacionado con los otros. El cambio climático es el gran reto ambiental desde hace varios años, asociado a las emisiones de CO2, lo que a su vez incrementa los niveles de contaminación atmosférica; también, se acentúan las sequías e inundaciones, y todo ello lleva a una pérdida de la biodiversidad. Por ello, el RJB-CSIC está integrado en el consorcio de Jardines Botánicos contra el Cambio Climático.
¿Cree que hemos avanzado mucho en la conciencia ambiental ciudadana en las últimas dos/tres décadas?
Sin duda, aunque todavía queda un camino por recorrer. En los colegios y centros de Secundaria se está realizando una gran labor en concienciar a los jóvenes sobre prácticas que permitan preservar el patrimonio natural, sobre eficiencia energética, energías renovables, movilidad sostenible, gestión de residuos, etc… Desde el RJB se realizan talleres y actividades varias, dirigidos a distintas franjas de edad, no solo para conocer la diversidad vegetal, sino también encaminadas a conseguir los objetivos de desarrollo sostenible H2030, como Salud y Bienestar (ODS 3) o Educación de calidad (ODS 4).
¿También hemos avanzado en nuestra empatía hacia el mundo vegetal?
Desde hace siglos se conocen los beneficios de vivir en la naturaleza, como los sanatorios de finales del siglo XIX y principios del XX, en zonas con bosques. En la actualidad, las ciudades que nos parecen mejor para vivir son las que integran grandes zonas verdes, o bien edificios bajo los parámetros de la arquitectura biofílica, con el deseo de renaturalizar el entorno urbano. Las plantas son un factor clave para crear estos entornos y los gestores lo saben.
¿Qué prácticas ambientales pone en marcha en su día a día?
Soy afortunada, ya que vivo cerca del RJB, por lo que no utilizo ningún transporte para llegar a mi centro de trabajo. En los días de calor, el aire acondicionado nunca lo pongo a menos de 25 grados. Siempre que puedo, intento comprar a granel, para evitar envases y llevo una bolsa reutilizable normalmente en el bolso. En casa, las plantas las riego como me enseñó mi padre, que durante mucho tiempo fue agricultor, en verano, por ejemplo, a primera hora de la mañana, o bien a muy última hora de la tarde. Pequeños gestos, pero que nos ayudan a avanzar en la mejora del medio natural.
¿Quién le ha inspirado / inculcado valores ambientales?
De niña, mi padre; recuerdo acompañarlo algunos domingos por la mañana a ver el fútbol en el campo del equipo de L’Hospitalet de Llobregat y para ello cruzábamos un parque que tenía una zona ajardinada y en otra mantenía un pequeño bosque de pinos piñoneros; al regresar de ver el partido, me iba mostrando las distintas especies de plantas. Más tarde, fueron mis profesoras del instituto Torras i Bages, Nuria Durán y Neus Lloveras, las que pusieron el germen de mi vocación científica y mi conciencia medioambiental. Recuerdo con mucho cariño las actividades que realizábamos, como la plantación de árboles en el patio del instituto.
Un lugar en la naturaleza al que le gusta regresar…
Creo que los lectores entenderán perfectamente que no puedo elegir otro espacio que no sea el Real Jardín Botánico, un lugar de donde no me he marchado desde hace más de dos décadas. Un paraíso de biodiversidad en pleno corazón de Madrid. Y, singularmente, dentro del Jardín, la Glorieta de la Niña es un lugar en el que te sientes en medio de la naturaleza, sobre todo cuando oyes el cantar de las chicharras al mediodía en verano.
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Por Newsletter 7 de septiembre: Feliz año… y un regalo - Noticias Positivas, el 15 noviembre 2023
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