Sidi Larbi Cherkaoui y la danza de un mundo flotante a la deriva
El ballet del Gran Teatro de Ginebra y su genial director y coreógrafo Sidi Larbi Cherkaoui visitan Madrid para inaugurar el ciclo de danza del Teatro Realy, de paso, poner patas arriba a un público poco acostumbrado a los nuevos lenguajes, el riesgo y, sobre todo, la feroz capacidad evocativa. Con ‘Faun’ y ‘Ukiyo-e’, Cherkaoui pone a trabajar sin tregua la mente del público más abierto sirviéndole un menú magnético, de una estética rabiosamente atractiva, novedoso, híbrido y sentimental.
Comienza la velada con Faun, un ejercicio de estilo originado a partir del Preludio de la Siesta de un Fauno que Nijinski estrenó en 1912 sorprendiendo al público con una propuesta que se alejaba de la rigidez del clasicismo para adentrarse en el terreno de la danza expresiva. En esta obra creada en 2009, en su época del Sadler’s Wells, Cherkaoui alterna la música de Debussy con la electrónica de Nitin Sawhney como colchón musical para dos bailarines que interpretarán a un fauno y una ninfa más sensuales y eróticos de lo que habíamos visto hasta el presente. Los cuerpos llegan a fundirse en una suerte de comunión sexual instintiva y animal de una plasticidad y belleza contagiosas.
En la segunda parte llega el plato fuerte de Ukiyo-e. Un ballet de gran formato (una hora y media de duración) estrenado por el Gran Ballet del Teatro de Ginebra en 2022 y en el que Cherkaoui diserta sobre el devenir del ser humano en un mundo cada día más individualista, en una sociedad que se enfoca hacia la alienación, la fluidez y la asepsia. La deshumanización provocada por el imperativo de la rapidez y la claudicación del análisis personal en favor del sentido de pertenencia espoleado por la mera posibilidad de ser víctima del odio al diferente.
Ukiyo-e quiere decir literalmente ‘Imágenes del mundo flotante’. Es una palabra formada por los kanjis ‘U’, que significa flotar; ‘Ki’, que quiere decir mundo, y ‘E’, que se refiere a la imagen. Y este entorno flotante es un mundo que nos habla de los placeres y se creó en contraposición al concepto budista del sufrimiento a través del deseo. Ambas cosas están en esta maravillosa creación de Cherkaoui que se apoya en la música para trío con piano de Szymon Brzóska y los ritmos percusivos y bases electrónicas de Alexandre Dai Castaing que el coreógrafo sube a escena como un elemento más de su propuesta.
Con la utilización de un buen nutrido grupo de bailarines y bailarinas, Ukiyo-e resalta también al grupo, a la comunidad: «Es una oda a la humanidad, pero también al individuo, particularmente inspirada por la resiliencia y la solidaridad que encontré cuando viví en Japón», ha explicado el coreógrafo. Sobre el escenario, una vez más en esa vocación híbrida de sus creaciones, un entramado de escaleras que se expanden, contraen y orbitan en una estudiada coreografía representa el mundo, la vida, el papel en blanco y, sobre ellas y alrededor de ellas, se escriben infinidad de historias. Unas, abocadas al fracaso y el abismo (especialmente conmovedores y evocadores son esos bailarines que se dejan caer inertes al vacío). Otras, basadas en la colaboración del grupo, en una especie de cooperativa humana que orbita entre sí en formaciones de cuatro o cinco individuos que se apoyan, se quieren y componen la metáfora de esa humanidad que trata de surfear esa ola indómita de algoritmos líquidos, verdades que parecen mentiras, mentiras que parecen verdades y que rompen en la orilla en un caos de espuma donde no se hablan otros idiomas más que la neolengua y la desinformación. Imágenes de un mundo que flota a la deriva.
Como columna vertebral o ecuador de esta pieza, utiliza Cherkaoui la voz de la calle, tomando prestado un demoledor poema de la rapera británica Kae Tempest nacida en 1985. Un texto titulado Mantente firme, declamado en inglés por una de las bailarinas y en el que escuchamos cosas como estas:
“Cuando el tiempo arranque vidas,
mantente firme.
Cuando todo sea fluido y no se pueda conocer nada con certeza,
mantente firme.
(…)
Cuando todo lo que quede
sea saber que sientes lo que sientes,
mantente firme.
(…)
Nada de lo que puedas comprar te hará más completo.
Todo ello se basa en siempre sentirnos incompletos.
Y es por eso que buscaremos la felicidad en cualquier cosa que anhelemos en el momento.
(…)
Es por eso que te sentarás allí con el amante por el que luchaste,
en el coche que has sudado años para comprar,
llevando el anillo con el que soñaste toda tu vida.
Y una parte de ti seguirá sin estar segura de que eso es lo que realmente quieres.
Deja de anhelar,
mantente firme.
Ukiyo-e contiene una buena mezcla de lenguajes coreográficos que recuerdan, sin querer, a otros grandes trabajos. Todos los creadores, consciente o inconscientemente, se inspiran en sus contemporáneos. Por ejemplo, en los primeros compases de Ukiyo-e es imposible no evocar la pieza Falling down stairs, que Mark Morris creó para la suite número 3 para violonchelo solo de Bach. También se escuchan ecos de Ohad Naharin durante algunos momentos de esta coreografía que, sin embargo, posee el sello indiscutible de uno de los creadores más interesantes de la última década.
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