Rosa Villacastín: “Es muy grave el nivel actual de insultos en política”

La periodista Rosa Villacastín.

Hablamos con Rosa Villacastín, una de las periodistas de la crónica social más conocida y respetada, y actualmente muy involucrada en la red X en defensa de la sensatez en política. La entrevista nos deja muchos titulares además del que hemos elegido: “Yo soy fan incondicional de Letizia. La labor que está haciendo, y haberse metido en una casa como esa, con tantos líos y secretos, y lograr limpiarlo todo, ya es para ponerle la corona”. “Ese nivel de insultos por parte de señores como Alberto Núñez Feijóo… Que insulte un señor que pasa por la calle no tiene tanta importancia, pero que lo haga una persona que aspira a ser presidente del Gobierno…”.  “Estoy muy implicada porque creo que Pedro Sánchez lo ha tenido muy difícil ya desde que empezó a gestionar, con una pandemia de covid en la que por cierto no ayudó nada el PP”.  “Jorge Javier es un soberbio y el dinero se le ha subido a la cabeza”.

Rosa Villacastín siempre persiguió la independencia financiera. Con 17 años le dijo a su padre que quería ponerse a trabajar, así que el hombre la colocó en el despacho de abogados de un amigo suyo, donde pasó una temporada metiendo papeles en sobres. Luego se enteró de que había una plaza en el Archivo Histórico Nacional, con sede en la calle Serrano, y allí que se metió tras superar las oposiciones de turno. También cuenta que se sintió feliz cuando la llamaron de la Universidad Complutense para empezar a clasificar el Catálogo-Archivo Rubén Darío, donado, por cierto, por su abuela. En realidad, la abulense llegó al periodismo por casualidad, después de que un amigo enviara sin su permiso al mítico diario Pueblo un artículo que ella había escrito sobre Rubén Darío y Estados Unidos.

“El periódico me mandó seguir a Adolfo Suárez y Manuel Fraga», relata la periodista. «Cuando el PSOE ganó las elecciones en 1982, Fraga me propuso ser jefa de prensa de Alianza Popular en el Congreso o el Senado. Escogí el Senado pensando que así podría hacer más cosas, ya que en ese momento no quería dejar el periódico donde estaba. Al final vi que lo honesto era dejarlo, y así lo hice». En 1987, más aburrida que una ostra, Villacastín cambió el mundo de la crónica parlamentaria por el de la social, donde hoy sigue siendo considerada una de las profesionales más reconocidas. Tanto es así que recientemente fue galardonada con el Premio Ramón Rubial a la Comunicación.

¿Que una reciba un premio por su trayectoria implica que le están llamando vieja?

No, para nada, porque tengo muchos. El primero fue el Popular de Ávila, que me lo dio Adolfo Suárez. También tengo la Distinción Pablo Iglesias, que concede UGT de Castilla y León. Reconozco que sí me sorprendió que me llamara la nieta de Ramón Rubial para comunicarme que me daban el Premio a la Comunicación.

El jurado ha querido reconocer su contribución a la lucha por la igualdad de las mujeres.

Sí, doy muchas charlas sobre la mujer en universidades y asociaciones. Creo que es la herencia de tener una abuela que se enfrentó a todo. Ella se enamoró del poeta Rubén Darío y, aunque él no se podía casar, decidió irse con él y tuvieron cuatro hijos. Ella ha sido mi referente. Vine con una beca a Madrid cuando mi abuela entregó el archivo Rubén Darío, pero a los 17 años le dije a mi padre que no quería becas, que quería trabajar para poder ganar mi dinero y hacer con él lo que quisiera. Siempre he pensado que depender de alguien, aunque ese alguien sea tu padre, es un error. Creo que la independencia económica es lo que te da la libertad. Eso lo he llevado siempre a rajatabla, y nunca he dejado que ningún hombre interfiriera en lo que yo quería hacer. De hecho, mi marido se jubiló hace tres años y está viviendo en Marbella, pero yo me he quedado en Madrid, porque aún me gusta mucho lo que hago.

¿Es usted de las que se sienten más jóvenes de lo que son?

No, soy muy consciente de la edad que tengo. Es más, la publico constantemente. La edad no está en el carnet de identidad, sino en la cabeza. Fíjate, yo me podía haber jubilado hace ya mucho tiempo. Sin embargo, sigo activa y trabajando, porque pienso que es bueno seguir haciendo cosas, investigar… No me he hecho ninguna cirugía, ni creo que me la haga, porque no me gustan nada las inyecciones y, además, creo que hay que aceptar el paso del tiempo. Si ahora me preguntas qué cosas de las que he hecho eliminaría, te diría que ninguna, porque no me ha pesado nada y me considero una privilegiada.

¿Sigue opinando que la prensa del corazón es actualmente prensa de higadillo?

Del higadillo, del corazón y de las vísceras, sí. Y cada vez lo es más, porque antes no se pagaba a los personajes. He hecho programas de televisión donde jamás se pagó a nadie por ir de invitado. Ahora, en cambio, nadie va a tu programa si no le pagas. El hecho de pagarle implica de alguna manera que le vas a poder preguntar sobre cosas de las que, al menos yo, no hablaría. Creo que esa es una de las razones por las que han ido desapareciendo del panorama muchos personajes que sí aparecían en los años 80 y 90.

¿Cuáles son las líneas rojas que no estaría dispuesta a romper?

Pues, mira, ahora precisamente estoy siguiendo con mucho interés el tema de Jaime del Burgo, que ha sacado unas fotos de la reina Letizia y habla de ella en un libro de Jaime Peñafiel. No me gusta que alguien saque ese material y hable de cosas íntimas que pasaron hace tiempo solo por puro resentimiento. Yo soy fan incondicional de Letizia. La labor que está haciendo, y haberse metido en una casa como esa, con tantos líos y secretos, y lograr limpiarlo todo, ya es para ponerle la corona. Ella sabe que la quiero y admiro muchísimo. Creo que algunos son a veces muy injustos con ella, por el mero hecho de ser la nieta de un taxista. Y lo mismo resulta que quien dice eso es nieto de un obrero de la construcción. Además, ha educado a sus hijas maravillosamente bien, y el Rey está encantado con ella. Los dos forman una pareja feliz, y eso es lo más importante.

Creo que apenas ha sido demandada en todos estos años de carrera.

Solo una vez. Fue Alberto Alcocer, una persona con la que me llevaba estupendamente y al que además había hecho entrevistas. Un día, una persona muy cercana a él me llamó para contarme que Alberto, que entonces ya se había separado, se encontraba en un hotel con una mujer, y a esta persona le parecía que aquello no era lo más adecuado. Yo publico esa información, aunque en el artículo no digo que él se subiera a la habitación con ella ni nada por el estilo, y él decide demandar. Ganó la demanda y creo que el grupo para el que yo trabajaba tuvo que pagarle un millón de pesetas.

¿Diría que la credibilidad como periodista es su mayor patrimonio?

En mi caso, sí. Ya no es solo por aquello que cuentes o no cuentes, porque a todos nos la meten doblada a veces, sino también por la forma que una tiene de contarlo. Nunca he intentado vengarme de nadie, aunque si tengo que ser crítica con alguien, lo soy. Con Isabel Pantoja, por ejemplo, soy muy crítica, pero nunca he intentado chantajearla ni nada así; simplemente, para mí no existe esa señora. Siempre he intentado ser lo más honesta posible, pero eso no quiere decir que no me haya podido equivocar mil veces. La prueba está en que, llame a quien llame, todo el mundo me concede entrevistas, tanto los famosos como los políticos.

Ahora que habla de política, ¿no se cansa de tanto activismo progre?

No, porque creo que es muy grave lo que está pasando. Todo lo que vemos ahora es algo que nunca había visto, y mira que escribí sobre política durante toda la transición. Ese nivel de insultos por parte de señores como Alberto Núñez Feijóo… Que insulte un señor que pasa por la calle no tiene tanta importancia, pero que lo haga una persona que aspira a ser presidente del Gobierno… Con tantos años como estuvo gobernando en Galicia, aún no se ha enterado de que vivimos en una democracia parlamentaria, y que las elecciones se deciden en el Parlamento. Estoy muy implicada porque creo que Pedro Sánchez lo ha tenido muy difícil ya desde que empezó a gestionar, con una pandemia de covid en la que por cierto no ayudó nada el PP. Tampoco se había dado nunca que un partido político español fuese a Europa a hablar mal de su Gobierno y a pedir que no nos dieran los fondos.

¿Por qué tenía Encarna Sánchez tanta inquina contra usted?

Porque era mala. Una vez critiqué a Isabel Pantoja, y entonces ella empezó a arremeter contra mí, hasta el punto de llamarme de todo en su programa, con el aplauso por cierto de Jaime Peñafiel y otros tantos. Yo siempre la ignoré, y ni siquiera le puse una demanda, más que nada porque lo veía inútil sabiendo que ella tenía todos los días el micrófono abierto y podría decir lo que le diera la gana. Y, bueno, así se murió la pobre, sola.

Pero ha dicho que llegó a contratar a alguien para que la siguiera y le quitara la vida.

Sí, eso se lo dijo ella misma a mi marido un día que él fue a verla por algo que había contado. Encarna le comentó: ‘No sabe su mujer la de veces que ha estado a punto de ser atropellada por un coche’. Resulta que contrató a un guardia civil retirado para que lo hiciera. Estas palabras están además grabadas, porque yo le había metido a mi marido en la camisa una grabadora de casete. También le dijo: ‘Además, te es infiel. Se reúne cada día en tal piso de tal calle con tal señor’. Entonces mi marido le respondió: ‘Claro, es que resulta que esa es nuestra casa’.

¿Siempre hizo buenas migas con Ana Rosa Quintana, a la que fichó en su programa ‘Extra Rosa’?

Sí. Nosotras nos conocíamos desde hacía tiempo. Cuando ella estaba con José Luis Garci, varios amigos solíamos ir a su casa a cenar. Ya cuando estábamos en Antena 3 Radio le decía siempre: ‘Tengo en mente un programa que algún día haré, y entonces tú te vendrás conmigo’. Cuando hice el piloto de Extra Rosa y Antena 3 dio luz verde, la llamé y se lo conté. Me dijo que estaba en Santo Domingo, y yo le pedí que cogiera un avión y se viniera, cosa que hizo.

¿Qué opina cuando ve a la gente calificando a su ex compañera de ‘facha oficial de la televisión’?

Leo los mensajes en Twitter, claro, pero muchos de ellos los bloqueo. Nunca contesto, porque hacerlo sería avivar la polémica. Lo que te puedo decir es que nosotras somos amigas desde hace muchos años y nunca hablamos de política.

También fue usted la descubridora televisiva de Jorge Javier Vázquez. ¿Por qué no se lleva bien con él?

Lo contraté después de que me hiciera una entrevista. Me pareció un chico inteligentísimo y recuerdo que, cuando la entrevista salió, le mandé un centro de rosas blancas junto al contrato para trabajar en el programa. Después nos llevamos muy bien y, cuando se emitió el programa de Rocío Carrasco, siempre le mandaba mensajes de WhatsApp, pero nunca pensé que iba a sacar uno de ellos en pantalla.

Si no recuerdo mal, también le hizo aquel comentario en un tuit.

No recuerdo. Sí sé que le dije que estaba abducido por Carrasco y entonces, enfadado, miró a cámara y con muy mal gesto empezó a decir que yo estaba en mi casa, dándole al dedito, y que parase ya. Desde ese día no hemos vuelto a hablar, ni tampoco pienso hacerlo. Jorge Javier es un soberbio y el dinero se le ha subido a la cabeza de tal forma que ya no tiene nada que ver con el Jorge Javier al que yo conocí.

¿Piensa que la emisión de las dos docuseries dedicadas a la hija de Rocío Jurado propició el final de ‘Sálvame’?

Creo que sí. A ver, yo conozco a Rociíto desde que era una niña, pero tú no puedes hacer un documental donde no se salve nadie, donde todos sean malos menos tú. Yo misma he tenido montones de broncas con Rosa Benito, pero ella al final es quien ha cuidado a su madre. Tú no puedes poner a parir a todos, hasta a tus hijos. Esos niños han sido criados por otra persona, por las razones que sea, y tú deberías respetar a esa persona. Lo que tú hayas tenido con Antonio David es una cosa entre vosotros dos, pero que nadie de tu familia se salve… Para mí ha sido una decepción. De hecho, pienso que si Rocío Jurado viviera, su hija no podría haber hecho eso.

Mediaset dio instrucciones hace unos meses para evitar que se hablase de personajes como Bárbara Rey. ¿Le sorprende el giro de guion de las últimas semanas?

No. Sabemos que en los medios manda la publicidad y en la televisión mandan las audiencias. Nunca tuve mucha relación con Ángel Cristo Jr., aunque lo vi alguna que otra vez en Marbella, pero al verlo sentado el otro día contando las cosas que contó, hubo un momento en que no pude aguantar más la pena y cambié de canal. El dolor que uno debe tener dentro para contar esas cosas de una madre debe de ser espantoso. Puede que ahora que él tiene una hija se haya dado cuenta de todas esas cosas que en su día hicieron con él. Aunque eso no quita que Bárbara Rey también haya sufrido, porque la violencia por parte de Ángel Cristo debió de ser espantosa.

¿Cuántos nombres de amantes del Emérito quedan por ver la luz?

Creo que ninguna. Me refiero al menos a mujeres que fueran amantes suyas durante cierto tiempo. Cuando hicimos el documental Salvar al Rey, se habló de personas de las que no se había hablado hasta entonces, y pienso que ya han salido todas.

¿A usted no le ha intentado tirar los tejos ninguna persona influyente?

Pienso que a mí me veían con cara de pocos amigos y ni lo intentaban. Siempre pensé: ‘Como intentes algo, te pego una hostia que te parto la cabeza’. Hombre, si se trataba de un cortejo normal, sí. En ese sentido he sido muy libre y me he ido siempre con quien he querido.

Ahora lleva 20 años felizmente casada y no para de trabajar. ¿Está en su mejor momento vital?

He trabajado mucho siempre, y además he tenido la suerte de trabajar en sitios que me gustaban. En su momento era muy feliz ejerciendo de archivera, por ejemplo. Si vas a mi casa, verás que todo está archivado y que los libros están ordenados. Regalé 500 libros sobre la guerra civil española y sobre la transición al Museo Adolfo Suárez de Ávila. También suelo guardar mis artículos. Los recorto y los meto en cajas, como las fotos, aunque es verdad que luego no los miro nunca. Por otro lado, estoy bien de salud. No he fumado ni bebido nunca, y tampoco he tenido una enfermedad en mi vida, tan solo una vez me operaron de la vesícula. Como poco, pero bien, suelo andar y tengo un estilo de vida saludable. Hasta ahora no he pensado en retirarme, pero cualquier día de estos cogeré mis maletas y me iré a Marbella. El día que decida hacerlo, eso sí, será algo definitivo.

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