‘La pasajera’, ópera contra el olvido de las atrocidades nazis

‘La pasajera’, de Mieczysław Weinberg, se estrenó el pasado viernes en el Teatro Real de Madrid. Foto: Javier del Real.

El Teatro Real de Madrid estrena por primera vez en España ‘La pasajera’, ópera de Mieczysław Weinberg que narra las atrocidades de los nazis en el campo de concentración de Auschwitz, tras el encuentro de una carcelera de la SS y una de sus víctimas en un trasatlántico rumbo a Brasil. La obra llega en la impactante producción de David Pountney de 2010, que supuso el estreno representado de esta ópera compuesta en 1968. 

La noche del 6 de septiembre de 1939 el compositor Mieczysław Weinberg regresó a su casa desde el lujoso café Adriá de Varsovia donde trabajaba como pianista. El muchacho, que había nacido y vivía en el seno de una familia de músicos judíos y que tres meses más tarde cumpliría 20 años, se dispuso a cenar la comida que le había preparado su madre. Pero aquella noche todo cambiaría para él.

Cinco días atrás, había estallado la Segunda Guerra Mundial y, pese a la amenaza de un peligro cercano, Weinberg no cambió su rutina creyendo las soflamas de la propaganda polaca que aseguraban que el país saldría victorioso de la invasión alemana. Sin embargo, las noticias que aquella noche escuchó por la radio eran alarmantes. Las autoridades aconsejaban huir a todos los ciudadanos de Varsovia ante la inminente llegada de los alemanes a la capital polaca.

A la mañana siguiente, Weinberg partió hacia el este con su hermana pequeña, pero ella decidió regresar a casa porque los zapatos le habían provocado unas graves ampollas en los pies. El músico no volvió a verla. A sus padres, tampoco. Fueron deportados desde el gueto de Varsovia al campo de concentración de Trawniki donde fueron obligados a trabajar cosiendo uniformes para las Fuerzas Armadas de la Alemania nazi. Él era muy consciente, pero no fue hasta 1966, cuando regresó a Polonia de visita, que corroboró, por informaciones de antiguos vecinos supervivientes, que su familia había sido asesinada en 1943 coincidiendo con la clausura del campo de trabajo.

A Weinberg le costó casi un mes de caminata llegar hasta la frontera soviética y en el camino sorteó bombardeos y tiroteos, y asistió al asesinato de varios ciudadanos que huían como él. Se estableció entonces en Rusia, donde vivió con una autoimpuesta modestia y discreción. Era judío, no formaba parte del Partido Comunista y hablaba ruso con fuerte acento extranjero y, pese a haber contado con la amistad, el apoyo y el cuidado de Shostakovich, nunca se tomó demasiadas molestias en difundir su propia obra; más bien enfocaba todas sus energías en sacar el trabajo adelante componiendo un catálogo extensísimo y que ahora vive un resurgimiento en el que figuran 7 óperas, 20 sinfonías, 17 cuartetos de cuerda y muchas otras obras adscritas a diferentes géneros.

Amanda Majeski (Marta), Daveda Karanas (Lisa). protagonistas de La pasajera de Mieczysław Weinberg en el Teatro Real de Madrid. Foto: Javier del Real.

Amanda Majeski (Marta) y Daveda Karanas (Lisa), protagonistas de ‘La pasajera’, de Mieczysław Weinberg, en el Teatro Real de Madrid. Foto: Javier del Real.

“Muchas de mis obras», escribió el compositor, «están relacionadas con el tema de la guerra. Desgraciadamente, no fue mi elección. Fue dictada por mi destino, por el trágico destino de mis parientes. Creo que es mi deber moral escribir sobre la guerra, sobre los horrores que se abatieron sobre la humanidad en nuestro siglo”. Consideraba su ópera La pasajera como su obra más importante. La terminó en 1968 y está basada en la novela autobiográfica de la periodista y escritora polaca Zofia Posmysz, que se centra en los horrores que vivió durante su estancia en el campo de concentración de Auschwitz II (Birkenau), el campo de exterminio exclusivo para mujeres dentro del complejo de Auschwitz. En ella se narra el encuentro en un trasatlántico con destino a Brasil entre una carcelera de la SS, Lisa, y una de sus víctimas, Marta. Esta circunstancia sirve al libretista Alexander Medvedev para construir un muy realista retrato del horror de uno de los capítulos más estremecedores de la historia moderna.

Los últimos años de Weinberg estuvieron marcados por una grave enfermedad incurable, siendo incapaz, durante sus últimos tres años, de salir de su casa. Dos días antes de su muerte a finales de febrero de 1996, Weinberg comentó en una conversación que le había entristecido que nunca se hubiera escenificado su ópera sobre Auschwitz, La Pasajera.

El director de escena David Pountney convirtió el estreno de esta ópera casi en una cruzada personal. Desde que tuvo conocimiento de su existencia, ahondó e investigó profundamente en la vida y obra de Weinberg hasta que, finalmente, logró ponerla en pie en 2010 para el festival de Bregenz, con dirección musical de Teodor Currentzis y una espectacular e impactante escenografía de Johan Engels que, siguiendo las acotaciones de Medvedev, divide la escena en dos planos. El superior, como la cubierta del trasatlántico, de una blancura irreal; debajo, como una verdadera bajada a los infiernos, al horror indescriptible del campo de concentración al que llegaban trenes repletos de seres humanos para, simple y llanamente, ser exterminados. Con esta misma producción, el pasado viernes se pudo ver La Pasajera en España por primera vez en el escenario del Teatro Real.

Es cierto que la música de Weinberg resulta en ocasiones brutal e incómoda como evidentemente pide la acción; sin embargo, gran parte del espectáculo está envuelto en la paradoja: la música resulta más eficaz cuando es más escasa, cuando se reduce a una sola línea para apoyar las voces. Coincido con la apreciación que hizo en 2011 el crítico Andrew Clemens para el periódico británico The Guardian tras el estreno londinense de La Pasajera en la sede de la English National Opera. “Los estallidos musicales, que parecen ser el único medio de generar tensión dramática, son mucho menos convincentes, por lo que la partitura se debate entre los extremos”.

La ópera, cantada en 7 idiomas –incluyendo el castellano, por el coro–, está estructurada con constantes flash-backs de inspiración cinematográfica que articulan el viaje marítimo en la cubierta del barco, con otro, oscuro y siniestro: los angustiosos traumas de la vida en el campo de exterminio en un viaje en el tiempo de más de una década.

Cuando asoma el Weinberg acostumbrado a la música incidental y las bandas sonoras cinematográficas, se le ven paradójicamente las costuras a la tragedia que se trata de contar de una forma premeditadamente hiperrealista. Sin embargo, momentos más conceptuales y musicalmente medidos, como la interpretación de la chacona de la Partita número 2 en re menor para violín solo de Bach por parte de Tadeusz, el prometido de Marta, que termina deconstruida por la orquesta en el que es, sin duda, el momento más emocionante de la ópera. El violinista no solo sella su destino, también lanza un mensaje de redención. O la canción tradicional que canta la prisionera rusa recordando a su abuela.

El texto, sin embargo, consigue con creces el resultado perseguido por toda la producción: no olvidar nunca el horror y tenerlo en la memoria para que nunca desaparezca. “Si algún día nuestras voces callan, entonces todos nos extinguiremos”. “No nos olvidéis, no perdonéis nunca jamás”. “La maldita guerra nos ha mutilado el alma”. Por no hablar de las declaraciones de los mandos alemanes a cargo de la misión y que se lamentan de que su macabra maquinaria sólo puede hacer desaparecer 20.000 cuerpos al día ralentizando la llegada de la solución final.

Probablemente la elección de Mirga Gražinytè-Tyla para la dirección musical haya sido la más acertada para este estreno en España, puesto que ella ha sido la responsable de gran parte de la recuperación fonográfica de la obra de Weinberg. Subió a saludar al final de la representación partitura en mano y fue, junto al director de escena David Pountney, la más aplaudida de la noche. La soprano Amanda Majeski (Marta) y la mezzosoprano Daveda Karanas (Lisa) encabezaron un perfecto reparto coral de 16 nacionalidades que cantaron en 7 idiomas un libreto que otorga espacio para otros que sufrieron el horror pese a no ser judíos europeos.

El estreno de La pasajera dejó al público del Teatro Real en cierto estado de shock, pero fue un éxito generosamente aplaudido entre el horror y el miedo, y todo un acontecimiento cultural frente a un espectáculo de una altísima calidad. 

Puedes consultar aquí las funciones de ‘La pasajera’ en el Teatro Real.

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  • Noticias musicales de marzo de 2024 | Beckmesser

    Por Noticias musicales de marzo de 2024 | Beckmesser, el 04 marzo 2024

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