El ‘Arlequín despatarrado’ de Picasso y otros secretos del Thyssen
Picasso había pintado despatarrado a su ‘Arlequín con espejo’; luego decidió juntarle las piernas. El vestido de la ‘Santa Catalina’ de Caravaggio era rojo al principio. ‘El caballero’ de Carpaccio fue primero planteado con un caballo de inferior tamaño y mirando en dirección contraria. La cara de ‘La Virgen de la Humildad’ de Fra Angelico recibió en algún momento el impacto de una bala. Son secretillos y curiosidades que guardan las obras de la colección del Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, y a las que ahora podemos acceder todos a través de la web que acaba de presentar su departamento de restauración.
Dentro de su política resumida en el eslogan ‘El Museo de Todos’, la pinacoteca ha dado un paso más, y hace unos días presentó su nueva web del departamento de restauración, formado por una decena de personas. Una completa ventana de la trastienda del museo abierta a público y especialistas, estudiantes y curiosos, y que comparte multitud de información: Quiénes somos, nuestra historia y cometidos. Estudios técnicos y restauraciones. Laboratorio de materiales e imágenes científicas.
En este último apartado se encuentra información sobre los tipos de imágenes que se utilizan en restauración y para qué sirve cada una de ellas: “Radiografías, para conocer el estado de conservación, el proceso creativo y la técnica utilizada por los artistas, observar detalles como la huella y el grosor de la pincelada, el método de aplicación (pincel, espátula…). Reflectografía infrarroja para registrar el dibujo subyacente, detectar correcciones o alteraciones en la composición, estudiar y comparar los dibujos preparatorios con la obra final, ver posibles manipulaciones o intervenciones. Imagen ultravioleta, que, combinada con el resto de métodos, permite evaluar el estado de la obra, así como tipo de pigmentos, colorantes e incluso soportes, en función de la respuesta que ofrecen estos materiales a la luz UV. Imagen visible, que engloba técnicas diversas, como la fotografía con luz rasante, la macrofotografía, el sistema gigapíxel…”.
Las restauradoras Susana Pérez y Ana Arreaza explicaron en la presentación el objetivo de esta nueva web. Lo enmarcan en la estrategia del Thyssen de ser “un museo de referencia” y “un museo transparente”. Esbozaron estas ideas: “El proyecto surgió en plena pandemia, con la necesidad de abrir una ventana al mundo. Y creemos que somos pioneros en el mundo en mostrar así nuestro trabajo”. “Nuestro departamento aúna ciencia y arte. En la mayoría de los casos, el público podía ver los resultados, pero no el proceso, y eso es lo que ahora queremos mostrar; además, nos ayuda a conocer a los artistas, su carácter, cómo pintaban, si eran más metódicos o espontáneos”. “Es una web viva; iremos creando nuevas historias que conecten con públicos cada vez más amplios. Queremos compartir, incentivar la curiosidad, que es una buena manera de conectar con los jóvenes. Es una plataforma que invita a jugar, a interactuar. Queremos que todo el mundo se sienta partícipe de este patrimonio, que sea el museo de todos, a la vez que ofrecemos información y herramientas a los profesionales de la restauración”.
Y navegando, navegando, uno llega a la sección Restaurabits, llena de curiosidades del estilo de las que abren este artículo –¿Te imaginas a la Santa Catalina de Caravaggio vestida de rojo?– y con vídeos que detallan los estudios técnicos y los procesos de restauración de, por ejemplo, La Virgen de la Humildad, de Fra Angelico.
Ahí nos enteramos, por ejemplo, de que Carpaccio utilizó para su Caballero –una de las obras maestras de la colección– un pigmento inusual en pintura, la estibina; “un pigmento que se empleaba normalmente en la fabricación de campanas y elementos metálicos, y que Carpaccio recurrió a él para conseguir el efecto de brillo metálico en la armadura del caballero”.
Otro apartado muy interesante es el que cuenta la restauración de La plaza de San Marcos en Venecia, de Canaletto o el capítulo que nos descubre la meticulosidad con la que trabajaba Georgia O’Keeffe, tanto que también cuidaba sobremanera las traseras: “O’Keeffe normalizó el uso de traseras de protección. Las hace de cartón industrial y con una abertura característica en forma de medialuna como asidera. Encontramos firmas, títulos y símbolos que identifican a la artista, como el monograma representado por las iniciales OK dentro de una estrella, así como etiquetas que aportan una documentación fundamental para el estudio de las obras y su recorrido. Los bastidores también aportan muchos datos de la obra, puesto que incluyen anotaciones sobre la autoría, títulos, fechas o indicaciones sobre la técnica”.
Resulta interesante asomarnos a las decisiones que iban tomando los maestros de la pintura sobre la marcha. Veamos Retrato de Giovanna Tornabuoni –otra de las perlas del Thyssen–, de Ghirlandaio, con retoques de peinado incluidos: “En el dibujo definitivo modifica la disposición de la figura ligeramente hacia la derecha, reordena los elementos decorativos del vestido y observamos diferencias de composición evidentes en la zona del cuello, el busto y las manos”. “El dibujo escondido bajo la pintura muestra el cambio de diseño en la zona del cuello; sustituye un collar de cuentas redondeadas por el cordón negro que, a modo de colgante, muestra en el diseño definitivo. En la zona del cabello rectifica el peinado, recogiendo y acortando uno de los bucles”.
Otro ejemplo: Balthus en La partida de naipes: “La imagen radiográfica nos muestra dos elementos ocultos bajo la silla azul: el sofá de formas redondeadas, posteriormente simplificado en la pintura final, y un sombreo decorado con un lacito que Balthus decidió no incluir en el cuadro definitivo”.
Preguntadas Ana y Susana por el pintor que más sorpresas les ha deparado, cuya restauración más llamativa les ha resultado, no tuvieron dudas: Caravaggio, entre otras cosas, por su talante impetuoso, que trasladaba a su forma de pintar y podemos verlo ahora, 425 años después de que pintara Santa Catalina de Alejandría, a través de infrarrojos, ultravioletas, radiografías, macrofotografías… Impetuoso y, sin duda, maestro. Leemos en la web de restauración del Thyssen: “Micromuestra del vestido: en la parte inferior, las zonas claras corresponden a la capa de imprimación y a la fina capa blanquecina aplicada sobre ésta. Después destaca el estrato de color rojo correspondiente a la primera versión del vestido, aplicado en dos manos. Por último, se observa la capa azul violácea, que corresponde al vestido definitivo, realizada con una mezcla de lapislázuli, granos de azurita, carmín de cochinilla, negro carbón, albayalde y pigmentos tierra”.
Terminamos con el curioso cambio de postura de las piernas de El Arlequín con espejo, de Picasso, con el que abríamos este artículo: “No sabemos la razón que le llevó a realizar este drástico cambio, pero sí sabemos que lo modificó durante el proceso de ejecución de la obra. La secuencia de capas de pintura analizadas por el laboratorio confirman que se superpusieron de forma dinámica. La radiografía nos muestra la fase inicial donde concibe el Arlequín con las piernas abiertas, resultando una figura rotunda y equilibrada. El cambio posterior, en que la figura se muestra girando la pierna izquierda, genera cierta inestabilidad y movimiento a la figura definitiva”.
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