Revivir a Hannah Arendt para abordar el autoritarismo actual

Hannah Arendt en París en 1935. Foto: Hannah Arendt Bluecher Literary Trust.

Puedes seguir al autor GUILLERMO MARTÍNEZ @Guille8Martinez

Revisitar las teorías de Hannah Arendt siempre es satisfactorio, y más si se imbrican con la sociedad actual en la que el racismo, clasismo y fascismo están en auge. Eso es lo que ha hecho Lyndsey Stonebridge, destacada académica y profesora de Humanidades y Derechos Humanos en la Universidad de Birmingham, en ‘Somos libres de cambiar el mundo. Pensar como Hannah Arendt’ (Ariel, 2024). En la obra, el pensamiento de Arendt se vertebra con algunos de los retos cruciales que protagonizan la sociedad actual. ¿Qué podemos aprender del pasado? ¿Cómo de necesario es pasar a la acción?

Stonebridge es clara desde el principio. En una aproximación cautelosa, respetuosa y minuciosa a las teorías filosóficas aportadas por Arendt en el siglo XX, esta académica afirma que la filósofa alemana “amaba la condición humana por lo que era: terrible, bella, sorprendente, apasionante y, sobre todo, exquisitamente valiosa. Y nunca dejó de creer en una política que pudiera hacer justicia a esa condición”.

Ahora, casi superado el primer cuarto del siglo XXI, Stonebridge acaricia las tesis de una Arendt mucho más cercana de lo imaginado: “Un cínico desencanto con la política adorna nuestra época como lo hizo con la de Arendt, al igual que un odio larvario, dispuesto a dirigirse contra todo y contra todos”, afirma en la introducción de la obra. Como entonces, florecen las teorías de la conspiración, vuelve la autocensura, triunfa la soledad.

“A la amenaza del apocalipsis nuclear hemos añadido la realidad de la hecatombe climática. La aceptación tácita de que hay ciertas categorías de personas –refugiadas, migrantes, desarraigadas, desposeídas, encarceladas, permanentemente pobres– cuyas vidas, al fin y al cabo, son superfluas, no ha cambiado mucho desde la Segunda Guerra Mundial”, desarrolla la escritora. Entonces, ¿por qué es importante Arendt hoy en día? Stonebridge responde: “Porque comprendió, como pocos pensadores políticos lo han hecho, lo que podemos perder cuando permitimos que nuestra política se vuelva inhumana. En los últimos años hemos vuelto a constatar cuán destructiva y vulnerable es la condición humana”.

A través de diferentes y acertados capítulos, la académica inglesa desgrana algunas respuestas a los dilemas del presente tomando como partida la filosofía arendtiana. En el primero de ellos, Cómo pensar, recalca que Arendt nunca se desvió de lo kantiano, tampoco de su promesa moral central: estamos dotados de razón y moral, así que “podemos y, de hecho, debemos actuar para hacer del mundo un lugar bueno, cueste lo que cueste”. Una llamada a la acción que tiene su eco en las crisis contemporáneas que, irremediablemente, tienen una melodía similar a las del pasado.

No podía ser de otra forma. Stonebridge se adentra en el pensamiento de Arendt una vez más en Cómo pensar como un refugiado. Ahí habla del suicidio de su buen amigo Walter Benjamin, apodado Benji por sus allegados, quien se quitó la vida en Portbou tras haber huido del nazismo. Encontrarse con uno mismo, como hizo tras el paso de los años la propia Arendt, es el mayor desafío al que se enfrentan miles de personas, cada día, en todo el mundo. Encontrar un espacio en el que vivir en libertad, con la certeza de que la estabilidad del mañana está asegurada.

El paso por la capital francesa de la pensadora alemana también tiene su pequeño hueco en la monografía que presenta la editorial Ariel. Titulado En París, Stonebridge relata algunas de las hazañas vividas junto a otros exiliados en el café de la rue Soufflot, en la colina que lleva a la Sorbona. “Entre ellos se encontraba el escritor austriaco Stefan Zweig, cuyos melancólicos lamentos por la pérdida de la cultura literaria europea la irritaban sumamente. Más tarde, Zweig, como Benjamin, se suicidaría”, apunta en el libro.

Más actual que nunca es la visión de Arendt, judía, sobre lo que empezaba a germinar entre Israel y Palestina. Tomando como referencia una instantánea en la que aparece Arendt junto a algunos niños y jóvenes en un barco rumbo al Mandato británico en Palestina, en 1935, la autora escribe: “Desde una perspectiva israelí, europea o estadounidense, la fotografía muestra a refugiados judíos huyendo para salvar sus vidas, hacia la seguridad de una patria. Una perspectiva palestina cambiará la forma de verlo: los refugiados eran una nueva generación de colonialistas que venían a asentarse en su tierra”.

Según añade la propia Stonebridge, “diez años después de aquel viaje en barco, Arendt argumentaría que la creación de Israel como Estado judío era una amenaza existencial tanto para palestinos como para judíos”. De nuevo, el asunto de la inmigración vuelve a estar encima de la mesa. La académica concreta que, ahora, “la «cuestión judía ha sido sustituida por la cuestión de los inmigrantes. Hannah Arendt podría señalar que el sustantivo que va junto a la palabra cuestión sigue siendo erróneo, y que no se trata de que los refugiados e inmigrantes requieran solución, sino que nuestra forma de hacer política requiere más atención”.

En Cómo amar, la escritora prefiere ahondar en uno de los aspectos más desconocidos de Arendt que superan, incluso, su relación con pensadores como Heidegger y San Agustín. “Es muy probable, y creo que no sería baladí, que la conversación más importante a nivel histórico que mantuvo Hannah Arendt sobre el amor fue con Baldwin, un escritor negro americano queer, nacido a pocas manzanas de su casa en el exilio. Los dos comprendieron lo que significaba encontrar el amor frente a los sombríos trasfondos del racismo, el fascismo y la homofobia en el siglo XX”.

En Cómo no pensar sale a la luz la predicción de Arendt sobre en qué forma se podría revivir el legado del totalitarismo mucho después de la caída de los regímenes totalitarios. Ella misma lo dijo: “Es posible incluso que los verdaderos dramas de nuestro tiempo solo asuman su forma auténtica –aunque no necesariamente la más cruel– cuando el totalitarismo haya pasado a la historia”.

Un aviso a los navegantes de este navío político que nos mece en la actualidad, surcando un mar protagonizado por el auge de la extrema derecha, llega cuando Stonebridge, siguiendo las tesis de la filósofa alemana, afirma: “Cuando quedó claro que los partidos políticos no hacían lo que anunciaban ni representaban los intereses de determinados grupos o clases, se abrió un vacío en el centro del poder político. Empezó a surgir otro tipo de política antidemocrática”.

A la pregunta de “¿Qué estamos haciendo?”, le sigue el capítulo Cómo cambiar el mundo. Stonebridge nos guía por los hilos del pensamiento de Arendt: “Su idea es que no existe una forma o un nombre para la libertad que pueda transmitirse fácilmente de generación en generación. No hay un manual de libertad. La libertad aterriza de forma diferente cada vez, o no aterriza”. Así nos empuja a reflexionar, también en soledad, pero sin abstraernos del mundo circundante, a través de la introspección, pero siempre desde el sentido común.

¿Qué es la libertad? es el capítulo que cierra esta obra. Como ya se ha apuntado, pensar y reflexionar es el primer paso para conseguirla, tocarla, saborearla, disfrutarla. “Pensar es importante porque, cuando lo hacemos, nos alejamos de lo que creemos saber porque todo el mundo parece saberlo”, comenta Stonebridge. En línea con el resto de la monografía, la autora concluye: “La libertad siempre tiene un precio. La contingencia, la pluralidad, la simple entrega pasiva del ser, lo mejor y lo peor. La libertad no puede ser forzada; solo puede ser vivida en el mundo y junto a los demás”.

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