¿Qué es Pastoreo en Red? Clave para la biodiversidad y el desarrollo rural
“Los valores más altos de riqueza de especies herbáceas, arbustivas y arbóreas se identificaron en las zonas pastoreadas”. Acabamos de hacer spoiler sobre la historia que viene a continuación. Era imposible no hacerlo. Acompañamos a personas expertas en técnicas agrícolas y biológicas por la Reserva de la Biosfera del Alto Bernesga (León) para comprobar los beneficios para la biodiversidad que conlleva controlar la vegetación bajo tendidos eléctricos o sobre gasoductos con el pastoreo en lugar de con medios mecánicos. Esos beneficios ya están descritos en el spoiler extraído del resumen del trabajo del año pasado, pero hay que seguir leyendo, porque todo pinta que se van a ampliar este año, y además se palpan otros de índole ambiental, cultural y social.
“Ayer identifiqué aquí 19 especies de plantas. Hay varias cerrajas y tréboles, dragoncillo, vara de San José, hierba de Santiago… Mira, esta además no estaba el año pasado. Y todo en una pequeña cuadrícula de 1×1 metro”. María Barco, responsable de I+D+I y Biodiversidad en AgroVidar, empresa que ofrece soluciones de gestión agraria y ganadera centradas en la agroecología, repasa la cantidad y diversidad de flora que hay en cuatro puntos de muestreo de medición de la biodiversidad en Folledo, aldea de La Pola de Gordón, uno de los dos municipios que junto a Villamanín forman la Reserva de la Biosfera del Alto Bernesga. La zona está atravesada por un gasoducto y en ella pasta una ganadería formada por 45 yeguas.
La presencia de flora es evidente, se aprecia a simple vista. Sin embargo, para conocer la evolución de la fauna necesitan colocar trampas tres veces al año, en primavera, verano y principios del otoño. La fauna elegida son los artrópodos, algo nada baladí dada la trascendencia de este filo animal –incluye abejas, mariposas, escarabajos, grillos o arañas–, clave para la polinización de millones de plantas, incluidas gran parte de las que nos alimentamos, para el control de plagas, para la composición del suelo y para la cadena trófica de infinidad de animales. La caída en picado de estas especies en todo el mundo convierte en imprescindible cualquier esfuerzo por mantener o elevar sus poblaciones.
Evidentemente, cuanta más flora, más fauna invertebrada. Vemos que en el primer punto de muestreo, formado por tres platos llenos de agua –amarillo, azul y blanco, para atraer a diferentes órdenes de artrópodos– y un vaso introducido en el suelo para atrapar fauna edáfica, uno de los primeros se ha caído. “Probablemente por el paso de alguna yegua o el viento”, apunta Barco. En el siguiente punto están todos los platos en su sitio. “Han caído varios sílfidos (escarabajos), una araña y un grillo, aparte de dípteros (moscas y mosquitos) e himenópteros (abejas, avispas y hormigas)”, repasa esta doctora y máster en Agrobiología Ambiental.
Más bichos en las zonas pastoreadas que en las aledañas
Junto a Ramiro Palacios, responsable de Pastoralismo y Desarrollo Rural en AgroVidar, María Barco deposita el agua con los artrópodos en vasos cerrados, para su posterior identificación más precisa en el laboratorio. “No ponemos las estaciones en cualquier lugar”, explica Palacios. “Es muy importante el estudio previo de la zona, con drones, fotos, observación de la actividad fotosintética… para conocer la situación de partida”. Y añade algo muy importante: “Los resultados que obtengamos no tienen por qué estar relacionados solo con los efectos del pastoreo, también influyen el clima, la cantidad de luz que recibe el área y el tipo de ganado (équido, bovino, ovino o caprino) y raza que haya”.
“El año pasado esto estaba muy seco, pero en este, como hubo muchas lluvias primaverales, se nota más verde y frondoso”, señala Barco, mientras nos encaminamos hacia los otros dos puntos de muestreo donde se comprueba que hay más biodiversidad de flora y artrópodos en las zonas pastoreadas. Aparte de los dos en estas zonas, se colocan otros en zonas de control o testigo, en lugares donde debido a lo cerrado de la vegetación –pinos, robles melojos y helechos en este caso– no entra la ganadería. “Hay mucha cantidad también, pero menos biodiversidad. Aquí predominan los dípteros, sobre todo moscas”, apostilla la técnica de AgroVidar.
Algo similar ocurre en la otra zona de pastoreo que se visita sin salir de la Reserva de la Biosfera del Alto Bernesga, el valle de Arbas, en Villamanín. En este caso pasta un ganado de 300 cabezas de vacuno de la raza asturiana de los montes bajo una línea eléctrica de alta tensión. Los platos y el vaso enterrado de la zona de pastoreo muestran una gran diversidad: saltamontes, grillos, moscas, mosquitos, coleópteros, mariposas, hormigas… Los platos ubicados en la estación testigo, dentro de un piornal cerrado, contienen menos cantidad, pero, sobre todo, menos variedad.
Comer, pisotear y abonar
Ramiro Palacios explica igualmente que el pastoreo no consiste solo en dejar al ganado suelto y que coma sin más: “Hay que orientar los desplazamientos del ganado para que se dé un consumo a diente del pasto, pero también se buscan otros efectos sobre la vegetación, como por ejemplo el pisoteo –el ganado equino pisotea mucho más que el resto– y el redileo –dejar un tiempo el ganado en un lugar para que lo abonen con sus excrementos–, para que depositen materia orgánica, aunque cambiando el punto de redileo para no saturar de abono una zona”. Y a todo ello se le añaden puntos de sal que cambian cada cinco días los ganaderos para obligar a las reses a desplazarse hasta ellos y comer/pisotear/abonar de forma regular las calles con tendidos o gasoductos.
El contacto directo con ganaderas y ganaderos empieza a revelar beneficios que van más allá de la biodiversidad. Pero hay que acentuar este último porque afecta al bienestar de todos los seres vivos, humanos incluidos. Existe una vasta literatura científica que remarca la amenaza para los servicios ecosistémicos, producción de alimentos incluida, que conlleva la pérdida de polinizadores como los que encontramos en el Alto Bernesga. Los trabajos de AgroVidar no las incluyen directamente, pero se oyen y ven otros polinizadores y controladores de plagas con alas que a buen seguro aumentan la eficacia de este tipo de pastoreo; es el caso de aves como currucas, acentores, trigueros, aviones, verdecillos o collalbas.
Reserva de la biosfera y SIPAM, premios para la montaña leonesa
En cuanto a los beneficios ambientales, Arsenio Rodríguez, ganadero y pastor en Casares de Arbas, apunta uno enseguida: “Con nuestra ganadería demostramos que el pastoreo es una eficaz herramienta para prevenir incendios, y además cerca de puntos críticos, como los tendidos eléctricos o los gasoductos”. Sin salir del impacto ambiental positivo, la sustitución de las labores mecanizadas de eliminación de la vegetación que llevan a cabo Red Eléctrica en las calles de los tendidos y Enagás en las de los gasoductos, supone ahorrar en los combustibles fósiles –y sus efectos– que alimentan esa maquinaria. Y aquí empieza también la repercusión social y económica para los territorios donde se lleva a cabo esta sustitución de máquinas por ganado, ya que ganaderas y ganaderos reciben una renta extra por intensificar el impacto de sus vacas, ovejas, caballos o cabras en dichas calles.
De la conexión entre desarrollo rural y pastoreo en calles con tendidos o gasoductos habla el encuentro primerizo que hace seis años tuvieron Ramiro Palacios y Víctor Navazo, ya jubilado, pero que entonces trabajaba en el departamento de Innovación Social de Redeia, matriz de Red Eléctrica. “Era algo a lo que yo ya le venía dando vueltas, que el ganado sirviera para el mantenimiento de las calles con tendidos y gasoductos”. Encima la cita se dio en un lugar emblemático, El Hueco, epicentro de los esfuerzos y proyectos contra la despoblación rural situado en la ciudad de Soria. Que Beni Rodríguez, gerente de la Reserva de la Biosfera Alto Bernesga, esté presente en la visita a la montaña leonesa, dice también mucho, por la estrecha relación entre conservación de la biodiversidad y desarrollo rural que ejemplifican estas figuras impulsadas por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
Pero hay más. Rodríguez resalta durante la visita que “a finales de 2022 nos convertimos en sistema importante del patrimonio agrícola mundial (SIPAM), según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), en concreto el Sistema Agrosilvopastoril de las Montañas de León, y eso tiene mucho que ver con lo que estamos viendo, con la conservación del territorio gestionada por sus propios habitantes”. En España hay cuatro SIPAM más, y el de Montañas de León es el tercero más grande del mundo, con 10.000 kilómetros cuadrados, solo por detrás de la reserva Masái Mara en Kenia y la de Milpa Maya en Yucatán (México).
Todo comenzó en Calahorra
Todo esto y más se vivió a principios de este mes durante las II Jornadas Pastoreo en las Redes celebradas en Cistierna y los lugares citados –más un tercero en Rabanal de Fenar– y organizadas por Red Eléctrica, Enagás, AgroVidar, la Fundación Global Nature y la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED Ponferrada). Su principal objetivo parece cumplido tras lo expuesto hasta aquí: “Promover modelos de pastoreo en extensivo que apoyen el desarrollo rural, atraigan talento, generen biodiversidad y sean una herramienta de gestión eficaz de la vegetación en las labores de mantenimiento de las infraestructuras energéticas y la prevención de incendios forestales”.
Todo comenzó en 2019 en Calahorra, La Rioja, primer lugar en el que se puso en práctica Pastoreo en Red, muy cerca del centro de operaciones de AgroVidar en Logroño, donde ya trabajaban en el seguimiento de los beneficios para la biodiversidad y para el territorio de los tratamientos de la cubierta vegetal en viñedos. Luego llegaron los dos núcleos de León en Folledo y Casares de Arbas en 2022, a los que se sumaron otros dos más en Rabanal de Fenar y Modino en 2023: En la actualidad son ocho zonas de la montaña de León las que forman parte del proyecto, y ya está todo preparado para unir dos más en Galicia con pastoreo de cabras en los concejos de Friol (Lugo) y Maceda (Ourense). Ramiro Palacios recuerda que el trabajo sigue en el resto de zonas: “Necesitamos muchos datos con períodos largos de tiempo para demostrar los beneficios con mayor exactitud”.
“Trabajar aquí es un regalo”
Entre medias está la posibilidad de que todo ello sea avalado y catalogado por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) –está admitido y en revisión por este organismo– como ejemplo de solución basada en la naturaleza (SBN). Esto lo convertiría en la primera SBN para España y redundaría en algo que también tienen muy en cuenta: frenar la pérdida de biodiversidad y la degradación de los ecosistemas a la par que se reducen los riesgos de desastres y se apoya el desarrollo económico y social evitando el abandono y la despoblación rural, así como la pérdida de conocimientos tradicionales en torno a la ganadería extensiva.
“Para mí trabajar aquí es un regalo. Trabajar y conocer otras zonas y su biodiversidad es parte de mi forma de ser”, afirma María Barco al final de la visita. Viendo el espectacular valle glaciar de Arbas flanqueado por cumbres calizas donde pastan las vacas de Arsenio Rodríguez y Rosana Álvarez cobran sentido las palabras de Barco. Que León sea la provincia con mayor número de reservas de la Biosfera de España (siete), la mayoría entre sus montañas, y de las que más denominaciones de origen (DO) e indicaciones geográficas protegidas (IGP) enarbolan sus productos del campo (14) vuelve a incidir en el vínculo entre conservación de la biodiversidad y desarrollo rural.
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