Mi cita por app y con gato

Foto Pixabay.

“Cuando empezó esto de ligar por aplicaciones, un muchacho con el que quedé me invitó a su casa y resultó tener gato. Fue una sorpresa”. Nueva entrega de los Relatos de Agosto en colaboración con el Taller de Escritura Creativa de Clara Obligado. Con perros y gatos como inspiración. Hoy, una cita a ciegas con gata. Nuestro relato 19.

Por MARTÍN BEILIN 

Tengo alergia a los gatos. No a todos, no siempre. Pero la posibilidad me predispone, por eso los evito. Que si es su pelo, o una glándulas, o su saliva, no lo sé. Además, algunas casas con gato me huelen a pis.

No los acaricio, a los gatos. Sin embargo, les suelo gustar. Cuando un ser en principio arisco que provoca reacciones adversas en mi organismo de pronto se me acerca y me ron-ronea, me disocio y ya no sé si rendirme o salir corriendo. Ciertos afectos me causan aprensión.

Cuando empezó esto de ligar por aplicaciones, un muchacho con el que quedé me invitó a su casa y resultó tener gato. Fue una sorpresa: no había preguntado de antemano por sus animales de compañía, bastante tenía con intentar intuir si, por lo que sea, no se trataba de un psicópata asesino en serie. El chico me gustó más que en las fotos, y me medio entusiasmé. Pero el minino empezó a restregarse en mi pierna y, casi al mismo tiempo, a él le vi la pulserita con la bandera. Ya no me pude concentrar en lo que se suponía que íbamos a hacer.

Mi cita y el gato se convirtieron en un solo ser, cariñoso, pero irritante. Perfecto en su naturaleza, grácil, entregado…, pero en mi cabeza, mi pituitaria y mis lagrimales no había ninguna correspondencia. Él notó algo, quizás mis manos empujándole, o las pataditas que le daba al gato, y se lo tuve que decir. No eres tú, hombre gato, soy yo. Dijimos de dejarlo para otro momento, que nunca llegó.

A partir de entonces, al quedar con gente en sus casas, ya pregunto si tienen gato. Pero igual descubrí que, como el perro de Pavlov, mi reflejo condicionado ante ciertos perfiles ha ido en aumento. Un “no soy racista, pero”, un “ni machismo ni feminismo”, o que no haya libros en sus estanterías, y yo ya ronchas y estornudos.

Tengo alergia a las personas. No a todas, no siempre. Pero para eso no hay antihistamínico que valga.

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