Climabar, Carlota Bruna, María Negro: ‘ecoinfluencers’ que nos dan vida

Carmen Huidobro y Belén Hinojar, conocidas por Climabar, recibieron el premio Ecólatras 2023 de Ecovidrio.

Salvar la habitabilidad del planeta exige una dedicación 24/7, que influye en lo que comes, lo que bebes, cómo vistes y te mueves. Qué tipo de limpiadores utilizas, con qué crema te afeitas o cuál es la máscara que alarga tus pestañas. Las ‘ecoinfluencers’ acumulan seguidores en sus redes. La urgencia verde no descansa, porque el CO2 sigue cercando el planeta, destrozando el paisaje y advirtiendo al paisanaje de lo que nos espera si no empezamos a cambiar. Hemos hablado con cuatro mujeres que ayudan desde sus exitosas cuentas de Instagram a difundir la importancia del consumo responsable, del reciclaje, del ahorro de agua y energía, de poner en nuestra agenda personal los retos ambientales: Climabar (Carmen y Belén), Carlota Bruna y María Negro.

Tanto se complica el día a día de las ecoinfluencers, que la mayoría necesita un agente que ordene sus apretadísimas agendas, sin hueco para charlar un rato con la prensa.  Algunas como Mariana Matija, Quantum Fracture (el único chico de esta selección) o Marta Canga nos han dado calabazas para este reportaje. Calabazas, eso sí, cultivadas en campos libres de abonos y pesticidas venenosos. Quedan disculpados, todo sucede por una causa justa. Vamos allá con las que sí atendieron la llamada de El Asombrario Recicla.

CLIMABAR 

Tomando cañas. La idea de hablar del desastre climático, cerveza en mano, desde la barra de un bar, ha sido de Carmen Huidobro y Belén Hinojar. Amigas desde los tres años, han llegado a los 30 conscientes de que Tierra no hay más que una. Son mucho más serias de lo que aparentan; Carmen estudió Ciencias Ambientales en la Universidad Autónoma de Madrid y trabaja en Comunicación Climática Estratégica. Belén se formó en Comunicación y es  creativa independiente. Climabar (más de 88.000 seguidores en Instagram) ha querido compensar la mala prensa que persigue al clima por culpa de “la peor campaña de marketing de la historia”. Han recibido el Premio Ecólatras 2023 de Ecovidrio.

Se entiende lo de clima, pero ¿por qué bar?, ¿la cerveza es con alcohol? 

CARMEN:  No, no.

BELÉN: (Risas) Imagínate que grabamos bebiendo cerveza con. Al quinto vídeo, las erres ya no suenan igual. Pensamos que desde la barra de un bar llegaríamos mejor a todo tipo de público.

¿Os atrevéis a definir el activismo perfecto?

CARMEN: Esa es una pregunta trampa.

BELÉN: A mí me parece que nos han perseguido mucho con que el activista es la persona que se va en el barco de Greenpeace y se cuelga de una pared. Son  acciones estupendas, pero no desmerecen a cosas como que tu abuela compre  tofu porque tú le has dicho que es mejor para su salud y para el planeta.

¿Hay reparto de funciones para grabar los vídeos? 

CARMEN: A pesar de la coña que hay en nuestro canal, muy a lo loco y muy de risas, lo tenemos todo bastante organizado. Grabamos dos veces al mes. Y tanto Belén como yo investigamos antes noticias y tendencias en redes para saber qué ha pasado en el mundo climático. Cada vez estamos más equilibradas, porque nos hemos ido empapando mucho la una de la otra.

Os voy a pedir un “elogio del árbol”.

BELÉN: Somos sus mayores fan. Los árboles nos hacen un montón de servicios por cero unidades de euro. Son una inversión maravillosa. Limpian el oxígeno, enfrían las calles, sirven de refugio y resultan muy relajantes. La gente piensa que son algo plantado sin más y resulta que no hacen más que transformar el puñetero dióxido de carbono en algo respirable. Elon Musk puso un tuit anunciando una subvención de la leche para quien inventase una máquina capaz de mejorar la calidad del aire. ¿Elon Musk no ha pensado en los árboles? Madrid los pierde, Madrid y su madroño. Talar árboles también es un atentado cultural.

La crisis climática afecta a los embarazos, la fecundidad y la fertilidad, dice Climabar. ¿Dónde estudiáis todo eso? 

CARMEN: Es verdad, aunque apenas se piensa en ello. Un grupo de científicos quería investigar los efectos del microplástico en los cuerpos humanos y no ha podido hacerlo, porque no hay grupo de control. Todos los cuerpos humanos ya tienen microplásticos y no se pueden comparar con cuerpos que no los tengan. Da verdadero miedo. Belén y yo nos hemos dado cuenta, igual que toda la comunidad científica, de que la crisis climática está en todas partes. Es más que un tema medioambiental. Hablamos de salud, migraciones, economía, cultura… ¡Es que toca todo! ¿Te gusta la música? Bueno, pues sin planeta, tampoco hay Rosalía.  

¿Hay una perspectiva de género en vuestro trabajo?  ¿Es feminista Climabar? 

BELÉN: Eso viene de serie. La mayoría de divulgadores y creadores de contenido son hombres, a pesar de que hay muchas más mujeres en redes sociales. Nos interesa la relación entre mujeres y ciencia. Hablamos de un tema grave, pero como somos chicas y parecemos demasiado jóvenes, cuesta que se nos tome en serio.

Mandamientos para ser más sostenibles, sin necesidad de ir a la Cumbre del Clima.  

CARMEN: Votar bien sin apoyar a partidos negacionistas del cambio climático.

BELÉN: No coger aviones dentro de lo posible. A la COP nosotras fuimos en tren, una forma de viajar que nos encanta.

CARMEN: Tampoco hay que volverse locas. Importan las pequeñas acciones que te hacen la vida más fácil, como comprar ropa de segunda mano o de marcas sostenibles. A mí me sucedió al decidir ser vegana. Pero criminalizar a quienes no lo hacen todo solo aleja a la gente del movimiento.

¿El pesimismo milenarista ayuda o perjudica?  

CARMEN: Dentro del realismo, creemos que es bastante más efectivo no ir con la narrativa catastrofista, porque ahí la gente no hace ni el huevo.

BELÉN: La ilusión ayuda a que las cosas salgan bien. Hay quien intenta vender que “reciclar no vale para nada, si, total, luego lo mezclan todo”. Esa narrativa es pésima.  

¿Qué os parece Greta Thunberg? 

BELÉN: Greta nos cae genial, pero, sinceramente, alguien debería darle vacaciones para que se haga un Erasmus o se vaya de botellón. Que viva su juventud, ¿o nos parece justo dejar la lucha climática en manos de una chavalita?

La ecoinfluencer Carlota Bruna.

Para Carlota Bruna, cuidar la alimentación es básico.

CARLOTA BRUNA

(Barcelona, 1997) Es otra de las ecoinfluencers con más proyección hoy en día. “Cualquier cambio que quieras hacer para mejorar el mundo empieza en casa”. Así de directa a la conciencia se expresa Carlota Bruna en su cuenta de Instagram (234.000 seguidores), esperando que nos alistemos en la lucha contra los microplásticos.

Dietista nutricionista, activista medioambiental, escritora y divulgadora, Carlota valora la adopción de estilos de vida respetuosos con el medio ambiente. Vive con Chispi, su cariñoso conejo de siete años, y vence la timidez de niña trabajando la expresión delante de las cámaras. Acaba de llegar de Uganda. 15 días documentando especies en peligro de extinción (gorilas y chimpancés), la biodiversidad y la mala vida que damos a los ecosistemas. Y la pillamos ya preparando maletas rumbo a Madeira para grabar a una de las últimas colonias de focas monje del Mediterráneo para un proyecto de conservación.

Creo que tu abuelo y sus revistas ‘National Geographic’ te marcaron…

Recuerdo que mi abuelo siempre las tenía en casa y yo, con ocho o nueve años, leía con muchísimo interés todo lo que tenía que ver con animales. Con el tiempo se cumplió el sueño de que me citaran en esa revista, además de escribir varios artículos para su versión digital.

¿Qué fue antes: las redes o tu ideología verde?

Desde pequeña me han gustado la naturaleza y los animales. Siempre he vivido en Barcelona, pero mi colegio estaba cerca de las montañas de Collserola y todos los fines de semana mi madre me llevaba al mar o al campo, con animales. Al crecer supe que existía un fenómeno llamado crisis climatica que ponía en peligro el mundo natural que yo tanto amaba. Así que decidí explicarlo en redes.

¿La opción vegana es imprescindible?

Para mí, sí. No quiero hacer daño a ningún animal por comida, vestimenta, cosmética o entretenimiento. No es para todo el mundo, ya que hay comunidades que dependen de ellos para su supervivencia, lo compruebas cuando viajas. Pero en el norte global lo tenemos todo bastante fácil, así que es una opción que podríamos tomar por ética y sostenibilidad.

Comentas que hay planeta para una o dos generaciones, como mucho…

El planeta no se acabará. La especie humana y algunas especies de animales y plantas sí tenemos los días contados de no actuar a tiempo. Aún tenemos esperanza. Hay una ventana abierta, pero se está cerrando.

¿Por dónde empezamos?

Al ser dietista-nutricionista de profesión, lo enfoco casi todo a nivel alimentario. A nivel individual y según la ciencia, lo más efectivo es comer más vegetales y menos animales. Consumir productos de temporada y de proximidad, reducir el desperdicio alimentario y evitar al máximo los plásticos de un solo uso.

¿Aceptas que te consideren ‘influencer’, o es un término ligeramente contaminado?

Prefiero divulgadora y activista medioambiental y por los derechos de los animales.

Hablas de vivir “deliberadamente”. ¿En qué consiste? 

Mi padre murió muy joven, cuando yo tenía un año, pero vivió como si cada día fuese el último. Intento imitarle, sé que la vida es impredecible y por eso quiero experimentarlo todo, decir te quiero y perdón al tiempo, dar gracias cada día y conocer todos los rincones del mundo.

Redes y televisión. ¿En qué medio te sientes más libre? 

En mis redes soy yo la guionista, cámara, presentadora, directora, editora…, la libertad es máxima. Aunque con cierta responsabilidad, puedo decir lo que quiera y como quiera. En la tele está todo mucho más controlado. Ambos medios son importantes para llegar a públicos diferentes.

¿Cómo explicarías claramente en qué consiste el Pacto Europeo por el Clima?

Es un pacto entre personas y entidades públicas y privadas que nos comprometemos a enseñar, a través del ejemplo, cómo conseguir una Europa más verde.

¿La sostenibilidad tiene ideología política?

Creer en la crisis climática (causada por los humanos) se ha politizado en el mundo actual, pero la realidad es que no hay opción a debate. Es tan empírico como que necesitamos respirar para vivir. La ciencia no se debate, la ciencia es.

La ecoinfluencer María Negro.

María Negro, consultora en temas de comunicación y formadora y divulgadora en sostenibilidad.

MARÍA NEGRO 

Escribe, divulga, enseña y trabaja para cambiar el mundo. Más de 20.000 seguidores en Instagram. “Siempre he sido una persona muy curiosa, creativa, con ganas de comunicar y amante de la naturaleza, desde que escribía en el periódico del colegio. Estudié periodismo y publicidad, pero por un momento pensé que me había equivocado de carrera. No comulgaba con la política de las empresas que me contrataban, así que empecé a relacionarme con proyectos de emprendimiento medioambiental. Ahí llegó el clic”.

María Negro creó el Green Friday, una especie de directorio, tipo Páginas Amarillas, con marcas éticas y sostenibles que el consumidor pudiera encontrar fácilmente, desde zapatos infantiles a cosmética ecológica o comida para mascotas. Su empresa está a punto de cumplir nueve años.

Asegura que arrancó sin contactos ni demasiados conocimientos en el sector. 

Ni antecedentes familiares de emprendimiento. Pero sintiendo que el discurso sobre la sostenibilidad era muy tremendista, negativo, radical y bastante   maniqueo.

Acusador y creador de complejos.

Exacto. Uno sabe lo que es la crisis climática, pero cuando se interesa por el tema, lo pasa fatal. No sabe cómo actuar y todo lo hace mal. Escribí el libro, Cambiar el mundo, sin tener un perfil técnico, pero explicando que reutilizar una botella es economía circular.

¿En qué consiste exactamente tu trabajo?

Acompaño a emprendedores que buscan una estrategia de comunicación de marca y de negocio que sea rentable y sostenible. Normalmente trabajo con marcas con algún tipo de valor social o medioambiental. Y también imparto formaciones sobre esos temas.

¿Examinas previamente a las empresas que te contratan?

Lo primero que hago es asegurarme de que no son empresas que solo buscan el greenwashing (campañas de limpieza de imagen para parecer ecológico y sostenible). Muchas veces me llaman diciendo: “Oye, María, ayúdame a comunicar esto de la sostenibilidad sin que parezca un lavado de cara”.

¿Y qué les dices? 

Lo primero, me aseguro de que realmente tienen un compromiso real a nivel social o ambiental y les ayudo a comunicarlo mejor y que llegue a los consumidores. Trato de enseñar el camino correcto  hacia una vida un poco más consciente. Consumimos cosas que no necesitamos. Con el modelo tradicional de nueve a seis, me sentía encerrada y poco creativa en mi faceta de consultora de comunicación.

¿Qué dicen de una persona sus hábitos de consumo?

Mucho. Si yo, sistemáticamente, me compro una camiseta cada vez que he tenido un mal día, me está pasando algo. Al otro lado, alguien no tira comida, evita viajar en avión, mira bien en qué se gasta el dinero… Eso en un sistema capitalista es un gran éxito social y personal. Conseguir que lo hagan cada vez más personas es un exitazo. Parte de mi trabajo consiste en animar a la gente a que utilice la sostenibilidad como una herramienta de autoconocimiento.

Da la sensación de que siempre es más fácil imitar las malas costumbres. 

Así es. En el libro Cambia el mundo propongo ejercicios de este tipo. Cada vez que compres algo, hazte estas preguntas: ¿Es porque lo he visto en una revista, en Instagram, porque mis amigas del trabajo hablan de rebajas y yo todavía no he ido de tiendas? ¿Porque lo lleva María Pombo? (Influencer de moda) ¿Porque estoy triste? ¿Porque me lo merezco? ¿Me compro un bolso de marca para ir al pueblo y presumir de lo bien que me va? Puede que esté exagerando, pero normalmente es así como funcionamos los humanos.

Tenemos la idea de que ser ecológico a nivel individual es caro. No todas las familias pueden vestirse con ropa  fabricada con residuos del fondo del mar.

Esa puede ser la excusa perfecta para quedarnos como estamos. Porque  además de la carísima chaqueta eco, hay otra de segunda mano. No gastas 90 euros en una prenda, pero sí en nueve que cuestan 10 euros cada una. Efecto novedad y dopamina. ¿Es cara la sostenibilidad? No es más caro, sino más valioso. Lo sostenible es más resistente, más duradero, mejor para el medio ambiente, para tu piel, para miles de cosas. Todos entendemos el ejemplo de una lavadora. La de 200€ te va a durar, como mucho, cinco años. Igual te conviene una de 400€, que ahorra energía, reduce la factura de la luz y puede que te dure hasta ocho años.

¿Optimista respecto al futuro? ¿Sabremos hacer correctamente la transición energética? 

Hablas con una persona optimista por naturaleza. Quiero pensar que sí, consciente al mismo tiempo de que, como sociedad, somos un poco más individualistas, más egoístas, quizá por culpa de las redes sociales y la invasión de pantallas. Nos sentimos solos a pesar de la hiperconexión y eso nos hace ignorar ciertas causas. También pienso que se pone demasiado peso en el consumidor. Tenemos muchísimo poder, pero son las grandes empresas las que más contaminan y los gobiernos descuidan su parte de responsabilidad.

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