La sorprendente Mariposa Monarca, seriamente amenazada

Una preciosa mariposa monarca.

Una preciosa mariposa monarca, toda una heroína de las migraciones.

Realizan viajes migratorios de unos 3.000 kilómetros de ida –y otros tantos de vuelta–, en un promedio de 25 días, desde el sur de Canadá hasta México, atravesando toda Norteamérica. Un asombroso espectáculo de la naturaleza que está a punto de estallar en México, con la llegada de estas mariposas en noviembre. Pero, a pesar de su resistencia, a día de hoy cuenta con un alto grado de vulnerabilidad. Desde hace dos años, ha pasado a engrosar la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), con la categoría En Peligro. En la última década, su población se ha reducido de media un 72%. Estamos hablando de toda una heroína y un bioindicador fundamental de la salud de los ecosistemas americanos: la Mariposa Monarca.

Hace unos meses, caminando por una de las calles de la Alcaldía de Coyoacán –emplazada al sur de la capital federal mexicana–, me paré en seco. A pesar de que normalmente voy muy distraído –pensando en 1.000 cosas–, me llamó la atención algo que atravesó mi visión. Lo hizo a pocos metros de distancia. Me topé con un ejemplar de Mariposa Monarca (Danaus plexippus), conocida por sus migraciones kilométricas desde el sur de Canadá hasta México, atravesando todo Norteamérica. Una especie que, a pesar de su resistencia, a día de hoy cuenta con un alto grado de vulnerabilidad.

Desde julio de 2022, ha pasado a engrosar la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), dentro de la categoría En Peligro. No en vano, en la última década su población se ha reducido de media en un 72%. En las comunidades occidentales –aquellas que comienzan su andadura en las Montañas Rocosas y migran hasta el litoral californiano–, su disminución ha sido mucho más preocupante. Se ha estimado en un 99,9%, pasando de 10 millones de ejemplares a tan sólo 1.914, en poco más tres décadas. Los grupos orientales –más numerosos–, que habitan en el Este estadounidense y canadiense, tampoco se han librado de la decadencia, menguando en un 84% en apenas 20 años.

Una situación que es más preocupante si se tiene en cuenta que las Mariposas Monarca cuentan con una importante función ambiental. Desde el punto de vista ecológico, presenta “un amplio potencial como bioindicador, debido a su sensibilidad al cambio de temperatura, microclima, humedad y nivel de luminosidad, parámetros típicos de perturbación de un hábitat”, relata la profesora de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM) María Idalia Cuevas Salgado. “Y además de ser un relevante polinizador, esta especie constituye un recurso alimenticio fundamental para ciertas aves y roedores que se han especializado en consumirlas”. En consecuencia, su desaparición supondría “el colapso de ciertos nodos de la cadena trófica”, desestabilizando –así– los ecosistemas.

A pesar de ello, durante los últimos años, se ha generado una fascinación creciente en la comunidad científica y la ciudadanía en torno a esta especie. “La migración anual de la Danaus plexippus desde el sur de Canadá y norte de EE UU hacia los bosques de Michoacán y del Estado de México ha estimulado un gran interés entre científicos, ambientalistas y organizaciones privadas, quienes se han involucrado en su conocimiento y conservación”, explica el especialista Roberto Méndez Arreola. Se constituye como “un espectáculo natural muy vistoso”, añade María Idalia Cuevas Salgado.

De hecho, este lepidóptero realiza un viaje de unos 3.000 kilómetros de ida –y otros tantos de vuelta–, volando unos 120 kilómetros cada jornada, en un promedio de 25 días. Para culminar dicha proeza, sigue tres rutas migratorias. “La primera se ubica por el lado del Pacífico, saliendo de las montañas del suroeste de Canadá y el noroeste de Estados Unidos, hasta llegar a la costa entre San Francisco y San Diego. La segunda alternativa la siguen algunos ejemplares desde el sureste canadiense y noreste de EE UU, dirigiéndose hacia Florida, pasando por Cuba y arribando a Yucatán”, describen Araceli Islas Báez, Ramiro Pérez Miranda, Antonio González Hernández, Martín Enrique Romero Sánchez y Efraín Velasco Bautista, de la Universidad Autónoma Indígena de México.

La tercera opción es la que más nos interesa. Se origina en la región de los Grandes Lagos, penetra en México por Coahuila y Tamaulipas, pasa por la Sierra Madre Oriental –a la altura de las ciudades de Monterrey y Saltillo–, dirigiéndose a las montañas bajas de San Luis Potosí. Seguidamente, van hacia el suroeste, con el fin de aproximarse a la Sierra Gorda y Querétaro. Tras hacer este recorrido, y en torno al mes de noviembre, estas mariposas alcanzan sus emplazamientos de hibernación en Michoacán y en el Estado de México.

La conservación de la Mariposa Monarca en México

Tal es la relevancia de este lepidóptero que se han protegido aquellos espacios mexicanos donde arriba tras su periplo norteamericano. “Los santuarios de la especie fueron declarados en 1986 Áreas Naturales Protegidas (ANP) para los fines de migración, hibernación y reproducción”, explica Cuevas Salgado. El cortejo y el apareamiento se inicia en México, lo que da lugar a la aparición de las primeras crías en el espacio estadounidense durante el vuelo de regreso a sus lugares de origen. Por ello, en el país latinoamericano también han querido proteger esos enclaves en los que permanece.

Entre esos territorios, destaca la Reserva de la Biosfera de la Mariposa Monarca (RBMM), que cuenta con una superficie de 57.259 hectáreas, según los datos arrojados por la UNESCO. Una institución que, además, consideró este emplazamiento como Patrimonio Mundial. Lo hizo en 2008. Sin embargo, la historia de la RBMM es muy anterior. Fue creada en 1986 “con la intención de proteger a este lepidóptero contra los estragos de la invasión de las actividades humanas”, rememoran Martha Mendoza Ontiveros, Esther Figueroa Hernández y Lucila Godínez Montoya, de la UAEM. Sus límites se encuadran entre el Estado de México y el oriente de Michoacán, al oeste de la capital federal.

Se trata de un ANP que permite la conservación del lepidóptero. “En las partes más altas de las sierras se observan relictos de bosque de oyamel (Abies religiosa), que constituyen el hábitat invernal de la Mariposa Monarca”, explican Mendoza Ontiveros, Figueroa Hernández y Godínez Montoya. Además, en el emplazamiento también se distinguen ejemplares de pino, encino, bosque bajo y pastizales, aunque en diversos puntos se nota la discontinuidad de las masas forestales, debido al deterioro que han sufrido.

A su vez, la Reserva de la Biosfera cuenta con varias áreas en las que sólo se pueden realizar actividades exclusivas. Por un lado, las cuatro zonas núcleo, “destinadas a la preservación de los ecosistemas, excluyendo cualquier tipo de aprovechamiento forestal”, explican los investigadores Joel Rodríguez Zúñiga, Manuel de Jesús González Guillén y Esteban Valtierra Pacheco. Y, por otro, un único espacio de amortiguamiento, que “es susceptible tanto de estudio como de aprovechamiento limitado de los recursos naturales”.

¿Cuál fue el origen de la RBMM? “La llegada de la Mariposa Monarca a las comunidades del centro de México ha sido conocida desde hace siglos por los habitantes de la región, pero fue a finales de la década de los 70 cuando científicos norteamericanos ubicaron los sitios de hibernación de la especie”, relatan Martha Mendoza Ontiveros, Esther Figueroa Hernández y Lucila Godínez Montoya.  A partir de ese momento, se inició la campaña para la protección del emplazamiento, hasta que se preservó oficialmente en 1986. Desde entonces, los límites del enclave se han ido incrementando. La primera ampliación se produjo en el año 2000, cuando duplicó su extensión. Y así hasta superar las 57.000 hectáreas actuales.

Dicho espacio se emplaza en el eje Neovolcánico Transversal. Su clima es semifrío húmedo, con lluvias en verano. La precipitación promedio es de 1.000 milímetros anules y la temperatura oscila entre 6,5ºC y 22ºC. La frecuencia de heladas es de 80 a 100 días cada año, y  el terreno se sitúa a entre 2.200 y 3.800 metros de altitud. “Se trata de la principal zona de invernada de la Mariposa monarca”, afirma Ludger Brenner, de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), de la Ciudad de México, en su campus de Iztapalapa.

Docenas de mariposas monarca en la rama de un árbol.

Docenas de mariposas monarca en la rama de un árbol.

Los riesgos de la Mariposa monarca

Sin embargo, la Reserva de la Biosfera no está exenta de peligros. De hecho, cuenta con un alto impacto económico, a causa del turismo. “Debido a la oportunidad de observar grandes concentraciones de Mariposa Monarca en espacios reducidos, la RBMN es una de las Áreas Naturales Protegidas más visitadas de México”, explican los investigadores Ludger Brenner y Stephanie San Germán. Y aunque se trata de una actividad turística estacional –sobre todo, se produce en los meses de estancia de los lepidópteros–, se ha convertido en masiva, lo que acaba provocando riesgos para la supervivencia de la especie.

Además, hay que tener en cuenta que la RBMM cuenta con la función de suministro hídrico a las zonas metropolitanas de la capital mexicana y de Toluca. “A causa de las altas precipitaciones, las condiciones edafológicas y la cobertura forestal considerable, la región posee una alta capacidad de retención de agua”, describe afirma Ludger Brenner. Una parte considerable del consumo acuático del Valle de México –una de las zonas más densamente pobladas del mundo– se extrae de los mantos freáticos de esta Reserva, mediante el sistema de acuíferos de Cutzamala.

Por tanto, la explotación de los recursos naturales es una de las amenazas a las que debe hacer frente el lepidóptero. “En la zona se aprecian muchos problemas que repercuten de manera directa en las Mariposas Monarca, como la deforestación de los bosques a través de la tala ilegal y de los incendios, y la demanda de la población local para abrir nuevas áreas para la agricultura y el pastoreo”, explican Olga Lydia Loredo Medina, Juan Manuel Rodríguez Chávez y María Guadalupe Ramos Espinosa, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Pero, sobre todo, uno de los grandes peligros es la tala no permitida de masas boscosas. “La sobreexplotación de especies forestales ha ocasionado el deterioro de la floresta y la reducción del número de ejemplares animales, incluyendo la Mariposa Monarca”, indican Loredo Medina, Rodríguez Chávez y Ramos Espinosa. Sin embargo, al decretarse la zona como Reserva de la Biosfera, no se ha detenido este problema. Todo lo contrario. “Su incidencia se ha incrementado”, denuncian los ambientalistas.

No obstante, la Danaus plexippus también debe afrontar el riesgo de la urbanización incontrolada o el cambio climático, que se constituye como una de las razones que explican el descenso de su población. Se han de considerar “los fríos fuertes en los lugares de internación y las fluctuaciones de frío/calor en primavera–verano en la etapa de fecundación y reproducción [vinculados al calentamiento global]”, explican Araceli Islas Báez, Ramiro Pérez Miranda, Antonio González Hernández, Martín Enrique Romero Sánchez y Efraín Velasco Bautista.

Incluso no se puede olvidar el deterioro de la herbácea Asclepias curasavica, donde se cría la Mariposa Monarca, cuya población se encuentra en franca decadencia, lo que también afecta a la pervivencia del lepidóptero. “El uso indiscriminado de pesticidas ha diezmado fuertemente a la especie hospedante”, indican José Manuel Alomía Lucero, Milcíades Aníbal Baltazar Ruiz, Miriam Dacia Cañari Contreras y Katti Yovana Rojas Castillo, de la Universidad Nacional del Centro del Perú.

En consecuencia, y debido a todo esto, las poblaciones de esta especie se han visto muy reducidas. Por ello, se debe continuar trabajando en favor de su conservación. El esfuerzo y compromiso coordinado de ciudadanía, administraciones públicas y ámbito empresarial es la única fórmula para garantizar la supervivencia de este lepidóptero, tan fundamental para muchos ecosistemas norteamericanos. Si la sociedad trabaja coordinada en este aspecto, se podrán seguir viendo ejemplares de dicho lepidóptero en urbes como Ciudad de México. ¡No permitamos su extinción!

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