‘Lo que sé de ti’ nos traslada al embriagador Cairo de los años 80

El autor de ‘Lo que sé de ti’, Éric Chacour. Foto: Justine Latour.

Éric Chacour (Montreal, 1983) es un canadiense de padres egipcios que ha conseguido un éxito arrollador con su primera novela, ‘Lo que sé de ti’ (Dos Bigotes, 2023), con la que ha logrado importantes distinciones, como el premio Femina des lycéens y el Premio de las Librerías de Francia. Además del gran reconocimiento que está recibiendo su versión en inglés, esta adictiva historia de ausencia, ternura, sensualidad y secretos está siendo traducida a más de 15 idiomas. Le hemos entrevistado.

¿Qué impacto ha tenido esta extraordinaria acogida en tu carrera como autor?

Lo que sé de ti acaba de unirse a la lista de los «25 libros que cambiaron Quebec en el siglo XXI”, según el periódico digital La Presse, después de haber sido el libro más premiado del año en Francia. La acogida de esta primera novela ha sido para mí una mezcla de sorpresa, felicidad y presión, tres ingredientes que siguen siendo los mismos, aunque las proporciones varían cada día. Creo que he pasado mucho tiempo en un estado de negación: durante un año y medio quise creer que este éxito era pasajero, que la calma llegaría pronto. Y luego finalmente decidí tomar un año sabático para vivir plenamente esta aventura literaria… ¡y por fin volver a la escritura!

Defines tu primera novela como una especie de ‘Romeo y Julieta’, solo que entre dos hombres y ambientada en el Egipto de los años 80. ¿Por qué es importante seguir contando historias de amor, aunque a veces posean un lado trágico?

No cuento esta historia porque me parezca importante, lo hago ante todo porque me parecía hermosa en mi mente. Simplemente esperaba encontrar el talento para plasmarla en todo su esplendor por escrito. Se puede utilizar el arte con diversos fines (políticos, educativos, comerciales…), pero el único que me importa es su capacidad para generar emoción.

La familia, la tradición y el interés por guardar las apariencias están muy presentes en el libro. ¿Cómo abordaste estos temas y qué nos dicen esos secretos de familia sobre la naturaleza humana?

La familia es esa comunidad humana formada por personas que quizá nunca se habrían tratado si se les hubiera dado la opción. Sin embargo, a menudo, se siguen hasta la muerte. Me encanta la idea de explorar las tensiones que esto genera, cuando algunas personas creen estar actuando en beneficio del grupo o de uno de sus miembros. Tarek vive en un mundo que le resulta bastante cómodo; el hecho de que todo esté predeterminado, sin necesidad de reflexionar, le facilita las cosas. Hasta que esa trampa se cierra sobre él.

El tema de la ausencia es central en ‘Lo que sé de ti’. ¿Cómo lograste equilibrar la presencia de los personajes ausentes, como el padre de Tarek, sin que estos eclipsaran el desarrollo personal del protagonista?

Me alegra que lo menciones así, ya que es efectivamente una novela sobre la ausencia. A menudo me remiten al tema del exilio, pero lo que me interesa no es tanto el exilio como su consecuencia: la desaparición de una persona en la casa que debería haber sido su pilar. Quería contar este paradoja de un ser ausente que, sin embargo, está más presente que cualquier otro personaje de la familia. Tarek, mi personaje principal, huye a Canadá para salvar lo que queda de su vida, pero sigue siendo un fantasma presente en todas las conversaciones y, con más fuerza aún, en los silencios, como una especie de tabú a punto de ser pronunciado por todos.

En el libro haces referencia al ‘Maktub’, palabra árabe que afirma que lo que está destinado a suceder no puede evitarse y siempre ocurrirá. Sin embargo, Tarek, el protagonista, parece revelarse contra el tipo de vida que tenía predestinado. ¿Salirse del camino correcto puede ser también ‘Maktub’?

El drama de Tarek es que cada vez que se aparta del camino que han trazado para él ocurre una desgracia. Primero, cuando abre una clínica para ayudar a los más necesitados, luego cuando decide tomar a Ali bajo su protección… y, finalmente, cuando escucha lo que le dice su corazón. Esa es la tragedia de su vida, pero no me atrevería a generalizar. Sin embargo, creo que es positivo no dar por sentado el destino que se nos ha asignado y plantearse esta pregunta que me obsesiona: ¿Estaría orgulloso el niño que fui del adulto en el que me he convertido?

La novela está dedicada a aquellos que te hicieron amar Egipto, pero después también escribes: a aquellas. ¿Qué importancia tienen en la trama los personajes femeninos? ¿Qué influencia han ejercido las mujeres en tu vida?

A veces, en las sociedades tradicionales, las mujeres se reapropian en sus hogares del poder que se les niega en la esfera pública. Eso es lo que sucede en la familia de Tarek. En cuanto a la mía, a menudo la comparo con la monarquía británica: produce grandes reinas y, a menudo, pequeños reyes. ¡Me incluyo entre esos pequeños reyes!

La historia de Tarek abarca desde El Cairo de los años 60, pasando por los 70 y los 80, hasta los inviernos de Montreal de finales de siglo y comienzos del  siglo XXI. ¿Qué te llevó a elegir estas ubicaciones tan distantes y diferentes como escenarios principales? ¿Qué aspectos culturales e históricos de Egipto has considerado importante reflejar?

Me divertí entrelazando la gran historia de Egipto con la pequeña historia de mis personajes. La Guerra de los Seis Días se convierte en el telón de fondo de una conquista amorosa, el asesinato del presidente Sadat es el escenario del reencuentro entre Tarek y Mira. No es una novela histórica, pero me apetecía hacer hincapié en dichos momentos para recordar el estado de ánimo que impregnaba la época. Quiero que el lector sea capaz de adentrarse en el libro sin tener conocimientos históricos previos, pero también que termine reflexionando como lo harían los protagonistas.

Haces un retrato muy sensorial del pasado. ¿Qué importancia tienen para ti el uso de las descripciones, plagadas de olores, imágenes y sonidos exóticos, y cómo ayudan a conectar al lector con la historia?

Me di cuenta de que la lectura es la única manifestación artística inaccesible a través de los sentidos, a diferencia de la música (el oído), la cocina (el olfato, el gusto), la escultura (la vista, el tacto), etc… Podemos ver una montaña en una película o en una pintura, mientras que un libro solo nos ofrece caracteres impresos para imaginarla. Por eso, me divertí incorporando pequeños matices de cada uno de los cinco sentidos en esta novela. Los olores de la cocina, la imagen de las sombras que se dibujan en el cuerpo desnudo de Ali a medida que su respiración eleva las vértebras de su espalda, etc… Sentía la necesidad de plasmar esa sensorialidad, quizás también para reflejar mejor la sensualidad existente en el libro.

También está presente la figura de Dalida, cantante y actriz nacida en El Cairo y todo un icono de la música francófona, cuya vida estuvo marcada por la tragedia. ¿Qué te ha llevado a incluirla en la banda sonora de ‘Lo que sé de ti’? ¿Cuál ha sido el impacto de Dalida en tu vida?

Escuchaba a Dalida en el coche de mis padres, a una edad en la que uno aún no distingue del todo a la persona que canta en la radio de su propia madre. Quería darle un lugar en esta novela, que fuera una especie de hilo conductor que trajera al protagonista de vuelta a su pasado. Mi escena favorita es esa en la que una antigua paciente suya empieza a entonar una de sus canciones en árabe, Helwa ya baladi. Me he dado cuenta de que, a menudo, los reportajes sobre la novela o las entrevistas que he concedido en España, en televisión o en radio, han comenzado con una canción de Dalida. Este detalle me emociona mucho. De hecho, ocurrió lo mismo en la primera entrevista que me hicieron en Quebec, donde el presentador eligió precisamente una versión de Dalida… ¡interpretada por Luz Casal!

El uso que haces de la segunda persona nos coloca en la piel del protagonista desde la primera página y, a su vez, genera la necesidad de descubrir la identidad del narrador. ¿Qué le aporta esta técnica tan poco convencional al libro?

Tenía ganas de que el lector pudiera llevar su propia investigación, tratar de descubrir la identidad del narrador o, por el contrario, pasar por alto completamente la posibilidad de que sea un personaje. Eso probablemente se deba a mi gusto por las historias de detectives. Alguien escribió una vez en Internet que este libro era una especie de «novela policial escrita en poesía»; me pareció una imagen muy bonita.

Existen dos tipos de escritores: el escritor de mapa, que planifica meticulosamente su novela antes de empezar a escribirla, y el escritor de brújula, que desarrolla su historia sin un plan detallado previo, de manera más intuitiva. ¿Qué tipo de escritor eres tú? ¿Con qué dificultades te has encontrado a la hora de construir un texto con tantos saltos en el tiempo y el espacio?

¡Definitivamente soy un escritor de mapa! Necesito construir mi plan con minuciosidad antes de lanzarme a escribir. Determino con bastante precisión los personajes que intervendrán en cada capítulo, la información que intercambiarán e incluso los elementos que, creo, podrían motivar al lector a pasar la página. Esto también me permite ocultar algunos huevos de Pascua, pequeñas frases que parecen anodinas en una primera lectura, pero que cobran todo su sentido si uno lee la novela por segunda vez.

Tuve la suerte de conocerte y conversar contigo durante la pasada Feria del Libro de Madrid. ¿Cómo fue tu paso por la capital y el trato con los lectores? ¿Qué autores/as españoles/as habías leído antes de tu visita y qué nuevos autores descubriste durante tu estancia?

A menudo me han preguntado de dónde vino la idea de ponerle apodos a Mira. Respondí que era una costumbre de familia (cuando mi prima Mélissa actúa de mala fe, lo que sucede bastante a menudo, le llamo Mélissa-mala fe en nuestro grupo de WhatsApp), hasta que alguien me dijo que el escritor Agustín Gómez-Arcos también utiliza este recurso en El cordero carnívoro (Cabaret Voltaire, 2015). Entonces recordé cuánto había disfrutado dicha novela, escrita en francés por este exiliado andaluz. Quizás también haya un poco de Fermín Romero de Torres, de La sombra del viento (Planeta, 2001), en el personaje de Fatheya. Me di cuenta de ello mientras presentaba la novela de Carlos Ruiz Zafón como parte de mi biblioteca ideal, durante un festival literario en Francia. Al describir este personaje, la inspiración me pareció evidente, aunque siempre que hablaba de ella solía compararla con las sirvientas de las obras de Molière. Creo que, a menudo, nuestras inspiraciones no son totalmente conscientes, sino que se producen por el azar de nuestras observaciones y la influencia de las obras que nos han marcado.

Durante mi presencia en la última feria del libro de Madrid, también tuve el placer de compartir una conversación cruzada con el talentoso dramaturgo Alberto Conejero. Nos divertimos identificando los puntos en común entre Lo que sé de ti y su obra La geometría del trigo (Dos Bigotes, 2018).

Terminamos Éric, ¿por qué crees que tu novela está teniendo tanto éxito en tantos países y entre público de generaciones tan distintas (sin ir más lejos, el Premio Femina des lycéens es otorgado por alumnos de Secundaria, lo cual es todo un mérito, a decir verdad)? ¿Por qué razón crees que conecta tanto con los lectores?

He renunciado a intentar entenderlo. Tengo la sensación de asistir al mismo truco de magia que todos los demás y sería un error creer que soy el mago solo porque soy el autor. Yo también busco el hilo invisible, el conejo escondido en el sombrero, la explicación de este éxito… Sé que los libreros han apoyado mucho este texto y que el boca a boca hizo el resto, probablemente sea un comienzo de explicación. He visto a lectores realizar obras de arte inspiradas en la novela o tatuarse una cita en el brazo. No sabría decir por qué esta historia ha calado tan hondo y creo que la respuesta es diferente para cada persona.

Por cierto, mencionas el Premio Femina des lycéens, que es otorgado por jóvenes de 16 o 17 años. Acabo de enterarme de que también soy finalista de un premio otorgado por cientos de usuarios de residencias de ancianos. Nada me conmueve más que haber escrito un libro que un adolescente podría regalar a su abuela. O al revés.

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