Alcalá Norte, la banda ‘cañón’ de moda, 100% de barrio
Son la banda de moda, ¿el ‘hype’ del año? Los madrileños Alcalá Norte han conseguido un revuelo tremendo con tan sólo su primer álbum. Cuentan con un sonido singular y unas letras que apelan al barrio, a una generación y a “la vida cañón”. Conquistan en redes, van por la tercera edición de su vinilo. En verano pasaron por algunos de los grandes festivales (Tomavistas, BBK Live, Primavera Sound, Atlantic, Centolo y Ebrovisión, entre otros) y ahora están inmersos en la Gira Cañón, por salas a lo largo y ancho del país. En noviembre estarán en Tenerife (2), Córdoba (8), Algeciras (9), Málaga (10), Barcelona (20), Sevilla (22), Granada (23), Donosti (30). Hablamos con su vocalista y letrista Álvaro Rivas.
¿Cómo lleváis eso de estar de moda, ese sambenito de ‘hype’?
Bien, imagino. Porque lo hemos aprovechado muy bien. Es decir, nos cayó esto de la nada, pero nos pilló preparando la gira de otoño. Y pues, mira, nos ha servido para que esa gira se haya llenado de fechas que son más o menos rentables. Nos ha servido para dar un empujón y haber vendido ya un montón de entradas para todos los conciertos. Y nos ha servido para que estas primeras salidas que estamos teniendo, la gente en ciudades que no son la nuestra esté cantando nuestra música y dándonos cariño. Es decir, creo que no ha sido en vano, aunque el hype sí sea totalmente vano, si lo aterrizas a un montón de entradas vendidas. Esto es una correa de transmisión. Luego con todos esos discos vendidos, creo que lo hemos hecho genial, vaya. Hemos usado el hype para lo que nos tocaba, que es para consolidarnos y para hacer más masa de oyentes y, sobre todo, que nos tomen en serio, sabes.
¿Qué pensáis del indie de los 90? ¿Creéis que ya es algo un poco fuera de onda?
Aparte de Los Planetas, que siempre me han molado, y de Una semana en el motor de un autobús. Honestamente, lo que me mola de Los Planetas son cosas que hacían cuando yo tenía 18 o 20 años, entonces no los conecto tanto con los 90, pese a tener clarísimo que es un fenómeno noventero. Pero al margen de Los Planetas, no sé que es el indie noventero. No tengo ni idea de lo que había, ni de lo que se hacía aquí en España. Del Reino Unido el rollito britpop, eso sí que lo he mamado bastante.
Al principio os colgaron la etiqueta de post-punk, pero realmente vosotros no sois una banda de post-punk al uso ¿Alcalá Norte es algo bastante abierto musicalmente?
Bueno, pero al principio sí que empezamos a hacer post-punk, un poquito más abiertamente. De hecho, al principio uno de los miembros con los que no cuajamos, él nos asistía en la producción porque no teníamos medios y le puso una onda fría en las maquetas. Lo del post-punk lo entiendo perfectamente. Porque nuestros comienzos eran post-punk. Y ya una vez subidos en esa ola pues la surfeamos, sabes.
Al principio, como Pablo Camuñas [la persona que les lleva la promoción] no nos conocía mucho, yo me curraba parte de las notas de prensa, las hacíamos a medias. Y yo ahí abusaba de lo del post-punk y tal, yo qué sé, por tocar las narices. Ya con el disco fuera, me da un poco más igual. Las etiquetas se suceden. Y todo el mundo más o menos está de acuerdo en que no somos una banda de post-punk estándar. Y si nos llaman post-punk también nos llaman otras cuatro o cinco etiquetas después y se quedan tan tranquilos, como diciendo, mira, aquí hay de todo, pese a que el hilo conductor quizás sea un homenaje al sonido Manchester.
Yo sí que veo que os gusta apelar al barrio, a vuestro barrio, Ciudad Lineal, en Madrid, a la cultura del barrio y a ese punto popular y de pueblo, ¿no?
Sí, o sea, popular 100%, de pueblo y de barrio también, por extensión, claro.
El postureo falsea lo que sois, ¿no?
Nosotros realmente hemos tenido que hacer un balance, o sea, esto nos sale natural porque somos así, pero en el fondo también hemos sido conscientes de que, joder, yo hago unas letras que son muy frikis. Y esa vocación popular con esas letras así tan pomposas, pues hay que articularlo de alguna manera. Pero, bueno, hemos optado por ser naturales, con hacer lo que hace nuestro bajista en Twitter, la manera de comunicarnos.
He leído a gente que dice que sonáis mucho a bandas de los 80 como La Mode, Golpes Bajos, Aviador Dro, Parálisis, Glutamato. No sé si a vosotros os ha influido algo La Movida.
Sí que conozco un poco al Zurdo, porque es jungeriano como yo, pero no he escuchado La Mode nunca, la verdad. Golpes bajos, sí, bastante más. Eso sin duda sí que es una influencia. Y Glutamato Yeyé también, la verdad. Hay dos o tres canciones no más, pero sí que me moló mucho la manera en la que el Iñaki mira a cámara, vacila. Su pose escénica sí que me marcó en cuanto a pura imagen. Aviador Dro sí que lo he escuchado bastante más. Nosotros versionábamos Zona fantasma, que es la más Alcalá Norte de todas, más post-punk estándar, porque el resto es demasiado friki para nosotros. Pero Zona Fantasma suena bastante a nosotros. Y Parálisis Permanente, bueno, dos o tres canciones, más el mito que otra cosa. En ese paquete yo creo que falta la banda de La Movida a la que más atención hemos prestado, que es Décima Víctima, eso es lo más.
Las letras tienen un punto de conexión con la gente…
Sí, me gusta eso, la verdad. Ha sido un poco sin querer, pero sí que sucede, pues que en una canción estaba ahí hablando de Heidegger y lo siguiente que digo es: quiero un pisito en la calle Elfo, y a eso todo el mundo dice: mira, yo también. Entonces sí, ha pasado, es verdad.
E incluyes esas combinaciones como hablar de Lacan y luego meter el himno francés. ¿Es un referente de alguna manera la revolución?
No, eso fue todo sin querer. En el momento en el que salí del ensayo con esa canción, me di cuenta de que tenía una especie de onda jacobina así extraña. Me han explicado lo que es el falo de Lacan a raíz de escribir esa canción, la metí ahí porque me hizo gracia y punto. Pero es la única referencia culta que no tiene trasfondo real en cuanto a que yo me haya estudiado una cosa u otra. Literalmente es el único triple, por así decirlo, del disco. Pero el comienzo de la canción es una especie de traducción libre de Time for Heroes, de The Libertines, que ya es una canción sobre una revuelta urbana. Un 1º de mayo de 2001, o 2002, en Londres. Empecé por ahí la canción, en esa onda revolucionaria, y de repente tocaba meterle un puente, y como yo venía usando una versión de Serge Gainsbourg de La Marsellesa, una versión como dub, como reggae, que está bastante guapa [se refiere a Aux Armes Etcetera]. Les pareció bien y se quedó. A posteriori, dije: mira, sigue en la onda revolucionaria, pero fue totalmente sin querer.
Alcalá Norte sí que tiene de alguna manera algo político, ¿no?
Hombre, claro, sería muy loco decir que no nos afecta el mundo. Estamos insertados en unas coordenadas socioeconómicas concretas y sujetos a corrientes políticas que nos zarandean, pero como a todos.
En ‘La Vida Cañón’ hay un verso que dice “Hace tiempo que no pienso en el horror”. ¿Cuál es el horror para ti?
Barbosa (el batería) y yo defendemos una especie de pesimismo ansioso que nos hace estar pensando que, aunque estemos muy bien, en el minuto siguiente vamos a recibir una llamada con una mala noticia. Hace tiempo que no pienso en el horror, la vida cañón. Claramente es mentira, sigo pensando en el horror. El ejercicio es calmarse un poco, pero se necesita también el horror, el vacío, la nada. Lo necesitas como contrapeso, vaya. Y a veces en el horror está la sustancia, ¿sabes? La frase es una broma. No se puede vivir sin el horror.
Al final, la vida son muchas cosas, son los extremos también.
Sí, nosotros caminamos sobre la línea, claro. Y debajo está el vacío, pero bueno.
¿Alcalá Norte qué diría: monarquía o república?
Ni idea, tendría que preguntarles a todos… Por seguir con Jünger. Yo soy anarca, que no anarquista. Lo mismo que el monarca es para la monarquía, el anarca lo es para la anarquía. Yo vivo en mi biblioteca, y hago todo desde mi biblioteca, y ya está. Mi poder llega hasta donde llega y estoy tranquilo, y se entiende sobre todo por las páginas de libros.
¿Qué autor recomendarías?
Ahora estoy recomendando mucho a Enrique Ocaña. Es un filósofo en el que, aunque sea un poco pretencioso decir esto, por sus intereses y por las cosas que persiguió, no puedo evitar verme ultra reflejado. Y sus caminos vitales, los caminó en los 90, se parecen a los que a mí me habría gustado transcurrir, vaya. Él vivió la época de Singer, Escohotado, Hoffman, y cometió muchos errores. Yo lo leo y lo estudio para no cometerlos. Reivindico su figura, porque él prometía mucho, y los filósofos de verdad le tenían en el radar en los 90. Lo que pasa es que luego se fue a su biblioteca y a sus cosas más íntimas y se quedó ahí, encerrado. Es una pena. Hace poco sacó un libro que se llama Confesiones de un filósofo desaparecido en combate, donde se ve que a su manera sigue en plena forma; es un cerebro muy especial. Más allá del nihilismo es su tesis doctoral, que es sobre Jünger, Heidegger y Nietzsche. Sobre el dolor es una manera suya de pensar a través de Junger, porque es un jungeriano. Sí, Ocaña, la caña de España, la caña de Valencia.
¿Al final hay que cantar a los pequeñas triunfos de la clase obrera, como al pisito?
Entre nosotros no siempre tenemos un punto político, pero también pensamos que sí. Lo del pisito está capturado de la esencia de Antonio Alcántara, que le gusta mucho a Barbosa y al bajista. Y con todos los matices, porque sabemos que España en los años 70 estaba en otro lugar respecto al resto de países del Orbe. Pero Antonio Alcántara podía tener su pisito en la calle Elfo y a nosotros nos cuesta más, ¿no? Mi abuela vive en la calle Elfo.
Y el rey de los judíos hoy en día estaría un poco alucinado con todo, con el mundo, ¿no?
Ahí sí que me mojo un poco más. Y la visión del rey de los judíos de hoy en día está expresada en La sangre del pobre. El rey de los judíos habla sobre hoy en La sangre del pobre. Ahí ya que venga un curita y nos ponemos a debatir, porque igual no está de acuerdo. Yo sé que en el seno de la Iglesia hay mucha polémica al respecto, pero digamos que yo, como Leon Bloy, “sólo veo a Cristo en la agonía”. La explotación no es algo inventado, está ahí. Y si una figura mitológica te ayuda a denunciar lo que es injusto, pues está genial. Jesucristo era un poco envidioso, y yo también, y ya está.
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