El escritor ‘maldito’ Agustín Gómez Arcos, en el LesGaiCineMad

El escritor Agustín Gómez Arcos en el documental ‘Un hombre libre’.

Un escritor español conocido en Londres y París, pero desconocido en España, que huyendo del régimen franquista se forjó una exitosa carrera literaria en Francia; un alma que nunca dejó de pensar en España desde el exilio; un autor incómodo, un escritor canalla, de los que se sitúan en los márgenes; una persona sensible cuya obra se ha relacionado con la de Goytisolo o la de Semprún. Ese es el guion de la vida del escritor Agustín Gómez Arcos (Enix, Almería, 1933 – París 1998), autor de impresionantes novelas como ¨La enmilagrada’ y Él niño pan’, que tuvo que abandonar su país para triunfar como autor y para poder ser libre. Y esos son los retales con los que la directora Laura Hojman ha conseguido realizar un estupendo documental titulado ‘Un hombre libre’, que se empieza a exhibir estos días en salas de todo el país, y a cuyo estreno acudí en el festival de cine LGTBI LesGaiCineMad, que se celebra cada otoño en Madrid y termina hoy.

Al escritor y dramaturgo Agustín Gómez Arcos yo lo conocía gracias a un amigo extranjero por una de esas extrañas paradojas: del autor se sabía mucho en Londres o en París y no aquí, porque en su país no se le había querido y porque el régimen en España se comía a sus creadores más rebeldes, como un animal carnívoro que acaba con sus propias crías. Sus obras han sido traducidas a 16 idiomas y ahora se redescubren aquí, gracias a la recuperación de su legado literario por la Editorial Cabaret Voltaire, y a la que seguro el documental va a contribuir.

La primera vez que oí hablar de Gómez Arcos fue hace cuatro años, cuando este amigo de Londres me regaló una novela que acababa de encontrar llena de polvo y olvido en la pequeña librería de su casa. Un libro titulado The carnivorous lamb (El cordero carnívoro) no podía ser cualquier cosa. Mi perplejidad iba a la par con mi desconocimiento por el autor y porque había algo especial en aquellas páginas que, con un ritmo narrativo trepidante, me introducían en la vida de una peculiar familia en la Andalucía profunda de la posguerra. La obra estaba traducida al inglés del original en francés, que el autor escribió en 1975. Sin aquel hallazgo casual nunca hubiera conocido al escritor y tampoco habría reparado en el documental de Laura Hojman, a quien conocía por Antonio Machado. Los días azules y A las mujeres de España. María Lejárraga, dos de sus creaciones que han cosechado importantes premios en España.

Con un tempo narrativo cuidado, el filme nos presenta a un autor que sufrió una injusticia histórica, que ganó el Premio Lope de Vega de Teatro en 1962 y 1966 y que en ambas ocasiones le llamaron después para decirle que su obra no se podía representar y que el premio quedaba desierto o se le concedía a otro dramaturgo. Conocerle es descubrir la censura que definió sus obras de teatro en Madrid como indecentes o vergonzosas. Impresionan los partes oficiales franquistas que califican así sus trabajos, y que Hojman ha recuperado gracias a una extraordinaria labor de documentación. Aparecen fotos de él en Barcelona donde, con una beca, estudió Derecho sin acabarlo; luego en Madrid, donde lucha sin éxito para labrarse una carrera como dramaturgo y donde escribe 15 obras de las que solo tres resultan representadas. Ahogado por estas dificultades, en 1966 abandona España y se traslada a Londres con su amigo, el actor Antonio Luque, el amigo fiel de sus últimos 40 años que también acudió al estreno y que nos dijo emocionado, al terminar la película, que Agustín se sentiría orgulloso del documental.

Pero es en París, ciudad a la que llegó un mes después del estallido del Mayo del 68, donde arraigó su fuerza literaria y quedó dos veces finalista del prestigioso Premio Goncourt. Escribió 14 novelas siempre en francés, que han recibido distintos galardones, y es autor también de 20 obras de teatro y un libro de poesía. En toda su obra se palpa un afán por mantener viva la memoria de los vencidos, sus trabajos nos interpelan y nos hacen sentir siempre incómodos. “Tenemos que  decir lo que el país no quiere oír”, decía. Sus ideas son las ideas de un creador avanzado para su tiempo, adelantado en cuestiones como la memoria histórica, el feminismo o la identidad de género que la España de la virilidad y del dogma religioso no toleraba.

Aparece Gómez Arcos en varias entrevistas recuperadas de la televisión francesa de las últimas décadas del siglo pasado, donde los presentadores le preguntan si El cordero carnívoro, que recibió el premio Hermés, es autobiográfica, a lo que responde: “Es la autobiografía de mi memoria y todo lo que palpita ahí es español”. La novela contiene profundas reflexiones sobre el ser humano, sobre la muerte, la homosexualidad o la religión, y es una novela de amor y odio políticamente incorrecta.

En el documental, las impresionantes tomas aéreas de las montañas sinuosas de la Alpujarra almeriense y del Desierto de Tabernas se mezclan con testimonios de escritores, críticos literarios, expertos en la obra del autor, editoras o directores de cine como Almodóvar, que compartió piso con Gómez Arcos en París. Almodóvar dijo del autor que, al igual que otros de su generación, Gómez Arcos no se podía despegar de los fantasmas de un pasado atroz, refiriéndose a sus vivencias desde niño en la Guerra Civil, con todos sus hermanos en el frente republicano, y él, el menor de siete, criándose con dos hermanas, y luego durante la dura posguerra, más dura para una persona con sus inquietudes y en una familia republicana que sufrió las consecuencias de la represión franquista.

Hay unas palabras, pocas, de Gómez Arcos en español que la directora ha conseguido recuperar para el filme, y que en el coloquio posterior recalcó que le habían emocionado mucho porque hasta entonces su voz la había escuchado solo en francés. La voz es la de la respuesta que dio Gómez Arcos a un entrevistador que le pregunta qué era España para él: “España soy yo”, respondió. Esas palabras se ilustran con unas imágenes del escritor paseando por Montmartre con gabardina y paraguas, como una especie de dandi británico a la mediterránea, un ser humano en libertad y un autor fundamental.

Agustín Gómez Arcos, que decía que “uno no se rebela por odio, sino por amor” y que recibió la  condecoración de Caballero de la Orden de las Artes y las Letras de Francia, falleció en París en 1998 por las complicaciones derivadas del sida y está enterrado en el cementerio de Montmartre.

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