Maijo Mora: versos para resignificar lo que es una mujer valiente

La artista, poeta y activista Maijo Mora. Fotografía de Tarek Serraj.

Una poeta en medio de la oscuridad puede convertirse en el eje de una revolución susurrada, porque transformar el dolor en belleza es un acto no sólo poético, sino político. La artista, poeta y activista Maijo Mora, diagnosticada como paciente de cáncer de mama bilateral triple negative, no imaginaba que lo que parecía una sentencia se convertiría en una condición, ni que su proceso de sanación sería un viaje durante el cual atravesaría dolorosos e inesperados efectos secundarios, ictus y problemas de reconstrucción. El resultado: su libro ‘Vértices’. Maijo Mora trae los hilos que cosen los senos de las mujeres mastectomizadas, aquellos que hoy son cicatrices, para enlazar versos y voces, para acabar con las heroicidades y desde ahí resignificar qué significa ser una mujer valiente.

Hay meses en los que las grandes cifras quieren darse la mano, pero no salen las cuentas y la alegría nace triste. La comunidad en la que resido, Baleares, no ha registrado ningún asesinato por violencia machista en lo que va de año, según el informe elaborado por UGT; por otra parte, el archipiélago lidera el ranking de denuncias por violencia machista en toda España (casi 125 casos por cada 10.000 mujeres), lo que hace suponer que las mujeres están superando el miedo a denunciar y que cada vez hay más conciencia social de su rechazo. Noviembre se ha cerrado con manifestaciones multitudinarias contra el maltrato a pesar de que el movimiento feminista haya seguido convocándolas por separado debido a sus disensos en torno a la ley trans, la prostitución y los efectos indeseados de la ley del sólo sí es sí. Por grandes que sean, las cifras no sirven para arrancarnos la luz en los ojos, Y eso se hace evidente cuando llega lo incontable y rompe las tinieblas.

Días antes de que el 25N acapara titulares, llegó a Baleares un poemario, Vértices (Cuadranta), y quienes acudieron a su presentación pudieron entrever cómo puede un cuerpo (de mujer) ser resiliente, cómo podemos habitar nuestras heridas y cómo lograr que las voces olvidadas resuenen en nuestra garganta como un solo trino.

En 2011, la artista, poeta y activista Maijo Mora fue diagnosticada como paciente de cáncer de mama bilateral triple negativo con el oncogén BRCA1. No imaginaba que lo que parecía una sentencia se convertiría en una condición, ni que su proceso de sanación sería un viaje durante el cual atravesaría dolorosos e inesperados efectos secundarios, ictus y problemas de reconstrucción, pero que con el tiempo se ofrecería como un faro para cualquier persona que se sepa mortal. Ese viaje que emprendió hace más de 12 años ha pasado por Mallorca en una semana en que la violencia contra las mujeres ha sido motivo de reflexión.

En esos mismos días en los que el mundo hablaba de violentos y violentadas, Maijo Mora trajo a la isla los hilos que cosen los senos de las mujeres mastectomizadas, aquellos que hoy son cicatrices, para enlazar versos y voces, para acabar con las heroicidades y desde ahí resignificar qué significa ser una mujer valiente, para rescatar el abrazo feminista, alejado de tantas divisiones y con él tejer su destino con el de todas las mujeres atravesadas por la fragilidad y concretamente aquellas que lo hacen de la mano del cáncer. En ese rincón de Palma en el que presentó Vértices se abrió una luz de resiliencia y transformación, que fue sísmico para quienes estuvieron presentes y cuya estela aún no se ha apagado. Esa es la potencia de las personas frágiles sintientes, su vulnerabilidad fomenta una mejor escucha con la vida.

Una poeta en medio de la oscuridad puede convertirse en el eje de una revolución susurrada, porque transformar el dolor en belleza es un acto no sólo poético, sino político.

Todos los seres humanos somos efímeros, habitamos una herida (más allá de su tamaño) y nos resulta fácil perdernos en el dolor. Esta verdad, tan universal e individual, tan callada, tan propia, nos perturba. Sólo quienes la han atravesado de manera consciente se atreven a decir en alto “Cada persona, cada cuerpo, es un historiador secreto” y desde ahí animar al resto de los mortales a reconocer que la Historia puede ser contada, vivida y transformada desde otro lugar, desde lo insignificante. Esa es la potencia de la enfermedad: puede iluminar los senderos más escondidos, aquellos que recorremos a pie y que están preñados de verdades universales.

En Vértices la autora encabeza cada poema con notas de su diario personal en diálogo con las reflexiones de la activista Anne Boyer, premio Pulitzer de Ensayo 2020 por Desmorir. Una reflexión sobre la enfermedad en un mundo capitalista, donde demuestra que la mortalidad nunca está exenta de política. Junto a ella, Maijo Mora enhebra otras voces de poetas y artistas que también crearon mundo desde su condición de mujeres con cáncer. “La poesía nos ayuda a nombrar lo innombrable para que podamos pensar en ello”, recuerda la escritora afroamericana, feminista, lesbiana, activista por los derechos civiles y mastectomizada, Audre Lorde. “Siempre florecerás en tus cicatrices”, añade la periodista y escritora Sandra Monroy (@jodetecancer). “Porque lo ganado es lo vivido”, replica desde su tumba la artista Hannah Wilke. Varios poemas después, la poeta Iría Fernández Silvia, también atravesada por el cáncer, aporta un verso: “Voy a hablar de mis muertos. /  También sé que son de otros /  pero esos otros no conocen a mis muertos como los recuerdo yo”….

Cada una de ellas demuestra que la poesía, la escritura, resignifica, empodera, saca potencias de aquello que podría entristecernos gracias a su poder de reorganizar la realidad para dotarla de sentido. Allí donde la herida duele, los poemas sanan. Escribir poemas permite minar las pasiones tristes, leerlos abre puertas. En este mes atravesado por múltiples violencias, los poemas de Maijo Mora han permitido aproximarnos a lo que aún no tiene nombre para, desde ahí, re-encantar el mundo.

Verso a verso, quienes asistimos a su declamación pudimos observar el sutil equilibrio entre no ser identificada como víctima y reconocer que se le ha hecho daño. “Cuando una mujer explica a los cirujanos plásticos que no quiere reconstruirse los senos, no dan crédito. De hecho, muchas veces no facilitan que la paciente pueda elegir”, recordó la autora. Incluso puede que se les olvide informar que el implante deberá ser sustituido periódicamente, lo que las obligará a pasar por el quirófano cada siete, diez años. Esa es una de las puertas que rompe la violencia para imponerse sobre el cuerpo de las mujeres. Acabar con los tabúes que existen alrededor de la hipersexualización, lograr que el mundo se dé cuenta de que “las mujeres somos muchas, que somos mujeres con pechos, pero también somos mujeres con una mastectomía doble, otras son unitetas… pero que todas somos plenas», es una forma de arrancar a las mujeres de la prisión patriarcal.

Entre otras, el poemario propone como salida un camino, que es poema, Desaprender, y dice así:

Una mujer fuerte es siempre vulnerable

y lo comparte como adjetivo entre sus dedos.

Una mujer fuerte conoce los efectos secundarios

y los transforma en consejos sanadores.

Una mujer fuerte cuida sus cicatrices,

sin miedo, porque conversan de estar viva.

Una mujer fuerte entiende que hay una lucha

sobre la hipersexualización que nos envuelve.

Una mujer fuerte no mide los pesos mentales

detalla las opciones para sobrevivir.

Un mujer fuerte conoce que existe una transformación

de aquello, el antes, el presente, ahora.

Una mujer fuerte escribe sobre su resiliencia

y prende el miedo, lo tóxico, en llamas.

Una mujer fuerte rumia los malos presagios

pero apuesta con titulares por su cordura

Una mujer fuerte tiene miedo. Lo sabe

pero se vuelve volátil, al sentirlo.

Una mujer fuerte escucha su explantación.

y entiende que ser planiteta es ya reconocido.

Una mujer fuerte besa, siente, palpita por todo lo nuevo

y deja atrás su anterior cuerpo.

Una mujer fuerte está aquí, ahora, en este instante

y abraza lo nuevo, lo acontecido.

Una mujer fuerte se promete ser

ella

sois vosotras

somos

nosotras,

soy. 

 

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