Feliz Navidad con extraordinarios ejemplos de artesanía textil rural

Hosca, un proyecto de Isabel Álvarez en el que se recuperan las pieles de los restos de la industria cárnica.

La dependencia del plástico se topa con una línea de contención en el medio rural. Tradición y creatividad en torno a cuero, esparto, lana, algodón, cáñamo o materiales reciclados… y al ganchillo, bordado, punto, macramé, almazuelas… intentan frenar el conglomerado de fibras sintéticas con las que se fabrican la gran mayoría de las prendas y complementos que llevamos encima y la ropa del hogar. Con el añadido de la lejana procedencia de estas prendas y las condiciones laborales y ambientales en las que se fabrican y desechan, giramos definitivamente la vista hacia el medio rural, las fibras naturales y lo manual, máxime en unas fechas donde se dispara el consumo irreflexivo. Desde Jumilla (Región de Murcia), Villamediana de Iregua (La Rioja), Pruneda (Asturias) y Mazcuerras (Cantabria) nos dan algunas pistas que mejoran, y mucho, la huella ambiental del textil.

“Se estima que la cadena de valor de la industria textil es responsable de entre el 2% y el 8% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, así como de importantes contribuciones a la contaminación, la extracción de agua –215 billones de litros consumidos por año, el equivalente a 86 millones de piscinas olímpicas– y la biodiversidad –responsable del 9% de la contaminación anual de los océanos por microfibras–”. Sobre la pista de estos datos del informe Sostenibilidad y circularidad en la cadena de valor textil (2023, Programa de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente) nos ponen las periodistas de Carro de Combate, que llevan años investigando sobre los perniciosos efectos sociales y ambientales de la “moda basura”.

Y sobre las pistas de lo contrario, de producciones locales, artesanas y respetuosas con el entorno y las personas, nos pone Teresa García, técnica de la Asociación para el Desarrollo Comarcal del Nordeste de la Región de Murcia: “En el municipio de Jumilla tienes la Asociación Artesanos de Jumilla, muy activa a muchos niveles. A nivel textil me consta que hay muchas asociadas. He leído hoy mismo que ha recibido una joven jumillana un reconocimiento en el área textil”. Se trata de Fanny Jhannet Acero, que el 14 de noviembre recibió el principal galardón en la categoría Nuevos Talentos de los Premios Regionales de Artesanía 2024 . Se premió su colección de bolsos Reinvención, confeccionados con la técnica del ganchillo con lentejuelas hechas a partir de CD y DVD reciclados. Y en Jumilla nos quedamos de la mano de Laly Martínez, maestra artesana del esparto.

Esparto: del riesgo de perderse a tener Espartopedia

La cogemos con la resaca del I Encuentro Nacional del Esparto. Patrimonio, Cultura y Riqueza, que tuvo lugar en Jumilla el 9 de noviembre. “Han venido personas de muchos puntos de España, no solo de aquí o la Región de Murcia, y ha servido para demostrar que crece el interés por la artesanía del esparto, que no existe el miedo a perderla como lo tenía yo hace apenas diez años”. Laly Martínez sabe muy bien de lo que habla porque, tras pasar por otras etapas, materiales y técnicas artesanas, notaba que se perdía una tradición centenaria. Se jubilaba Paco Jiménez, maestro del esparto, y le pidió que le diera clases a ella y más personas a través de sus corros, para transmitir esta tradición y la forma de crear alfombras, cortinas, cestos, bolsos, mochilas o alpargatas con esta fibra natural.

“Ahora hay hasta Espartopedia”, añade Martínez. Esta Wikipedia del esparto presenta, entre otras informaciones, un mapa con 41 museos y exposiciones permanentes en torno al esparto y 29 corros repartidos por España. Los corros son clases abiertas en las que, en torno a un maestro del esparto, aprenden y practican más personas. Esta maestra artesana recogió el testigo de Paco Jiménez al frente de los corros, y lo mejor es que ahora hay otras personas que la relevan a ella. “No puede morir una labor tan asociada a estas tierras”, afirma, “donde en gran parte de sus casi 1.000 km2 –Jumilla es el décimo municipio de España en extensión– crece un esparto en montes públicos que ha dado de comer a muchas personas y ha permitido que mantengamos un legado cultural tan importante”.

El esparto es la materia prima con la que se realiza la artesanía de Laly Martínez.

El esparto es la materia prima con la que se realiza la artesanía de Laly Martínez en Jumilla (Murcia).

Del cáñamo a la economía circular rural

Para ahondar en esta recuperación, y sin salir de Jumilla, hay una exposición en el Museo del Vino hasta finales de diciembre sobre la artesanía del esparto, una Sala del Esparto en el Museo de Ciencias Naturales y Etnografía Jerónimo Molina, exposiciones y tienda en la sede de la asociación, en la Casa del Artesano, y mercadillos asociados al esparto en diciembre, en Semana Santa, en las fiestas de agosto y en la muestra de artesanía de mayo. Por cierto, aparte del esparto, Laly Martínez es una maestra creando sandalias de sisal –fibra extraída del agave– y de cáñamo. Cuenta que la Vega Baja del Segura, en Alicante, es toda una potencia en esta última fibra, con la que se elaboran desde camisetas a redes de pesca, y que también recientemente se celebró en Callosa del Segura el I Congreso Nacional del Cáñamo y, ya en Badajoz, el I Congreso Ibérico del Cáñamo.

En Villamediana de Iregua (La Rioja) podemos encontrar proyectos como los de Margo Atelier Acolchados.

Ponemos ahora rumbo a La Rioja, a la comarca de los Cameros –en especial a Camero Nuevo–, porque lo mismo que le pasó a Laly Martínez con Paco Jiménez, le ocurrió a Margo con otra maestra, Lola Barasoain. “Tenía diez años y vi cómo, subida a una escalera, Lola desplegaba una almazuela sobre la ermita de Lomos de Orios, en Villoslada de Cameros. Aquello fue lo que me motivó a conocer y aprender esta técnica”. Margo es el nombre profesional –su trabajo lo realiza desde Villamediana de Iregua como Margo Atelier Acolchados– de Regina María Martínez, mujer que ha recogido el testigo de Lola Barasoain, creadora, divulgadora, investigadora y formadora casi casa a casa en la tradición de las almazuelas.

¿Qué son las almazuelas? Seguro que si decimos que equivale a patchwork lo entiende todo el mundo, pero que si volvemos a otro término de nuestro rico vocabulario, retacería, nos volvemos a perder. Pero sí, es la técnica de costura que aprovecha restos de telas para crear otras nuevas. Economía circular de toda la vida. “La Asociación Española de Patchwork, entre cuyas fundadoras está Lola Barasoain, se llama así porque el nombre inglés es el que predomina en muchas partes de España”, asegura Margo, a la que dejamos con diez años embelesada con el trabajo de Barasoain: “En los años siguientes me desengancho un poco, pero con veintitantos me entero que una mujer da clases de almazuelas en Logroño. Luego compro un libro, sigo tutoriales en YouTube, recibo más formación en Suiza, Francia y España, y ahora las imparto yo”.

Almazuelas de interés turístico nacional

Margo reconoce que la venta de sus acolchados y almazuelas no supone más del 5% de su facturación, que de lo que realmente vive es de los cursos que imparte: “La gente se acerca para copiarme y hacerlo ellos. Hago mercados, como uno al mes, pero de la mayoría me voy con ventas cero, o con pérdidas, por el pago de la gasolina y las comidas. Las clases sí funcionan, con cada vez más alumnas; eso sí, con una media de 60 años y muy pocos hombres”. Pero como ocurre en Jumilla con el esparto, Margo siente que las almazuelas renacen: “En Pradillo –también en Camero Nuevo– colaboro todos los años en la preparación y organización de la Fiesta de las Almazuelas Colgadas, el tercer fin de semana de agosto, que cada vez tiene más aceptación y dura más días. En la última edición celebramos el I Concurso  de Almazuelas, y vino gente de Palma de Mallorca, Alicante, País Vasco, Navarra…”.

“Este año la fiesta ha sido declarada de interés turístico nacional”, prosigue Margo, que culmina la conversación con esperanzas de futuro asociadas a su intensa labor creativa: “Ahora estoy enfocando el trabajo a la moda, sobre todo tras mi paso por la última edición de Moda y Vino, una exposición que organiza Bodegas Franco Españolas. Son prendas de segunda mano que las completo con almazuelas, por ejemplo para quitar el típico logotipo de la camiseta. Veo que pueden tener una salida para gente más joven. Son principalmente camisetas y sudaderas, pero también pantalones, faldas, vestidos…”.

Adaptarse a los ritmos del campo y los pueblos

Si de moda se trata, hay que visitar, en Asturias, a Ana Moreno. Desde una pequeña aldea con 100 habitantes, Pruneda, perteneciente al concejo de Nava, trabaja con fibras naturales para producir “ediciones limitadas, hechas con tricotosa doméstica y terminadas a mano, utilizando técnicas tradicionales y artesanales aplicadas a diseños contemporáneos”. Así se presenta en la página web con su marca La Nieta, y ya al teléfono añade: “Mis tejidos son muy especializados, muy complejos, y entré en el diseño de alta costura –trabaja para importantes diseñadores de moda–. Se junta un hilado muy fino, sin usar nada sintético, con técnicas y punto tradicionales. Todo es producto nacional. Nada de Italia e Inglaterra, que tienen hilos maravillosos. Lo mío es más local y con menos transporte”.

Esta filosofía laboral va acorde con la existencial que busca Ana Moreno. Primero da las gracias al Grupo de Desarrollo Rural Comarca de la Sidra, que le permitió acceder a unas ayudas vitales para iniciar su actividad cuando en 2020 llegó “quemada de Madrid” junto a su familia: “He ido madurando lo que quería hacer, aunque tenía claro que era algo textil. Mi familia, tías, abuelas, han estado muy ligadas al textil, yo tenía las habilidades, pero no tenía claro si iba a funcionar. La ayuda fue el empujón”. Y luego añade que lo suyo no es vender por vender, rebajas, Black Friday o campañas navideñas: “Esto es sostenible porque vivimos en el campo y así queremos seguir. Empecé con una tiendita on line de diseños propios, pero la cerré porque no daba abasto. Pensé en la posibilidad de crecer, contratar a una persona, tener más ingresos, pero prefiero seguir así”.

Pieles de razas de ganado autóctonas y en peligro

Similar filosofía comparte Isabel Álvarez desde Mazcuerras, un municipio de la comarca de Saja-Nansa, en Cantabria, en el que se asienta también en 2020. Elabora cinturones, bolsos, mochilas, alfombras, pufs, entre otros artículos, con la piel curtida de una raza bovina en peligro de extinción, la tudanca. Es una raza que, entre otras virtudes, contribuye a controlar de forma natural el crecimiento de la vegetación en lugares escarpados, donde otro ganado no accede. Inevitable no recordar aquí la labor similar que realizan Laura Siles y Joseba Edesa con Muturbeltz y la lana de otra raza en peligro de extinción, esta ovina, la oveja carranzana, en Karrantza (Vizcaya). Pero estamos con Isabel Álvarez en Mazcuerras: “Llevaba 25 años viviendo en el entorno, en Cabezón de la Sal, pero sin ninguna vinculación con las vacas, pero sí con ganas de hacer algo local, con identidad, vinculado con ese entorno”. Y con trazabilidad.

La trazabilidad es fundamental en el trabajo de Hosca, nombre comercial del proyecto de Isabel Álvarez que deriva de otros nombres que recibe la raza tudanca en Cantabria: josca y tasuga. “Voy personalmente al matadero en busca de la piel, y la llevo a curtir a una empresa de curtición que solo trabaja con pieles con pelo como, por ejemplo, la de tudanca. Todo para garantizar la trazabilidad de la piel con la que luego elaboro mis artículos”. Dentro de la sostenibilidad que aplica a su labor, también advierte: “En Hosca recuperamos las pieles de los restos de la industria cárnica, pero nunca mataríamos a un animal para conseguir su piel. Si algún día la gastronomía cántabra dejara de consumir carne de tudanca, Hosca desaparecería o cambiaría su materia prima principal”.

Caro para el bolsillo, pero vital para el entorno

Hosca e Isabel Álvarez forman parte de la primera edición de Oficios en RED, un proyecto puesto en marcha hace dos años por Redeia y la Red Española de Desarrollo Rural para “fijar población y crear oportunidades de desarrollo en el medio rural gracias a la promoción de su tradición artesana en los sectores de la moda, la decoración y el turismo rural”. A las puertas de la segunda edición es importante destacar también aquí la labor de otras maestras del textil incluidas en la primera, todas de la provincia de Cáceres, como María José González, de Montehermoso, y la famosa y muy trabajada Gorra de Montehermoso; María José López, de Acebo, una gran maestra del encaje de bolillos; y Rocío Bueso, de Moraleja, especializada en el picado de faldas extremeñas como lo hacían sus antepasadas, con brasas de carbón.

Oficios en RED es una de las iniciativas que apoya la promoción, mantenimiento e impulso de la artesanía rural en España. La Hacería, Ruraltivity, España Artesana, Oficios Vivos y las buenas prácticas en artesanía recopiladas por la Red PAC son otros ejemplos que reman en la misma dirección. Es posible que eche para atrás el precio de algunas de las prendas y textiles únicos que elaboran los cientos de artesanos y artesanas rurales que aparecen en estos proyectos y directorios –“hay productos de esparto donde viene el precio y las horas empleadas en hacerlo, para que se aprecie el trabajo que conlleva”, comenta Laly Martínez–, pero también es posible que, tras conocer lo que hacen Laly, Margo, Ana e Isabel, y sobre todo, cómo lo hacen, se entienda mejor que el resto de personas debemos remar igualmente junto a ellas.

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