Irving Penn: susurrar a las estrellas para ‘desnudarlas’

Irving Penn. Naomi Sims con mantón. Nueva York, 1969.

La Fundación Marta Ortega Pérez (Fundación MOP) mantiene abierta al público en la zona portuaria de A Coruña su cuarta gran exposición fotográfica: ‘Irving Penn: Centennial’, organizada en 2017 por The Metropolitan Museum of Art de Nueva York y la Fundación Irving Penn para celebrar el centenario del nacimiento del fotógrafo estadounidense fallecido en 2009. La extraordinaria exposición, la más completa montada hasta ahora en España de este prolífico fotógrafo, capaz de ‘desnudar’ a las estrellas con su voz queda para extraer su esencia, puede visitarse gratuitamente hasta el 1 de mayo.

Irving Penn: Centennial, que en los últimos años ha pasado por París, Berlín, São Paulo y San Francisco, tiene en las instalaciones de la Fundación MOP en A Coruña su última parada; la colección de contundentes imágenes regresará después a su casa madre en Nueva York. La muestra celebra la incomparable carrera de Penn en toda su amplitud; desde sus comienzos a finales de la década de 1930 hasta los primeros años del siglo XXI. Compuesta por más de 160 fotografías y otras piezas únicas, como el viejo telón de teatro que utilizaba de fondo en su estudio, la exposición abarca todas las facetas de la prolífica obra de Penn: fotografías de moda, exquisitos desnudos y composiciones florales, los bodegones por los que sintió predilección toda su vida, muchos de los retratos de personalidades que le valieron la fama o sus series fotográficas de gente corriente tomadas en distintos rincones del mundo.

Con motivo de la llegada de Irving Penn: Centennial a A Coruña, la Fundación MOP ha edita en exclusiva el fabuloso catálogo en español de la exposición, un imprescindible para cualquier admirador de la obra del artista o de la historia de la fotografía del siglo XX. Este volumen ofrece una de las selecciones más amplias de las fotografías de Penn –casi 300 en total–, incluyendo tanto sus imágenes más icónicas como obras inéditas, y una serie de ensayos que permiten conocer los principales temas y trabajos del fotógrafo, y cuyos textos nos han servido para dar forma a este artículo.
Además, en el interior del Silo del puerto de A Coruña, la Fundación MOP ha reabierto su librería especializada en fotografía, moda, diseño y otras disciplinas artísticas: MOP – The Bookstore, una fantástica intervención arquitectónica del estudio Elsa Urquijo, una habitual en las tiendas del grupo Inditex, en lo que fue un silo de cemento y ahora es un escenográfico templo de libros y sueños.

Desde su creación en 2022, la Fundación MOP estructura su actividad sobre tres pilares centrales: la fotografía, la moda y su profunda conexión con A Coruña. Desde entonces, la Fundación ha promovido tres importantes exposiciones: Peter Lindbergh. Untold Stories (2021-22), Steven Meisel 1993 A Year in Photographs (2022-23) y Helmut Newton – Fact & Fiction (2023-24). A las que este año se ha unido Irving Penn.
La entrada a las exposiciones es gratuita. Los beneficios generados por la venta de merchandising han permitido la creación del programa Future Stories, dirigido al apoyo a jóvenes creadores en el inicio de su carrera artística.

Pasamos ya a un breve recorrido por la sugerente exposición, centrándonos en cinco parcelas de la trayectoria de Irving Penn, un pintor frustrado que supo hacer obras maestras con la fotografía. Todo un clásico y maestro.

Irving Penn. 'Marlene Dietrich', New York.

Irving Penn. ‘Marlene Dietrich’. Nueva York, 1948.

Irving Penn. Pablo Picasso en Cannes. 1957.

Irving Penn. Pablo Picasso en Cannes. 1957. 

Quitar corazas y poses en sus grandes retratos clásicos

(extractos del texto de Maria Morris Hambourg en el catálogo)

Su tranquilidad y empatía, su voz calmada y susurrante, su tono apacible consiguieron desde que era muy joven, y aún inexperto, no amedrentarse ante grandes figuras y desnudar a los personajes que posaban ante él para la revista Vogue. Metidos en su famosa esquina o ante su desgastado telón de teatro, logró soberbios y esenciales retratos de personajes, que pueden verse en la exposición de A Coruña, como Dalí, Picasso, Bergman, Truman Capote, Marlene Dietrich, Audrey Hepburn, Rachel Carson, Miró con su hija, Dora Maar, Bacon, Yves Saint Laurent…

“Los retratos de Penn son únicos. Dotados de una intensidad psicológica que contrasta con la elegancia y la exquisitez de la composición, sitúan a los modelos en una calma límpida y sobrenatural”. “En un simposio en el MoMA en 1950, Penn señaló que el fotógrafo moderno ‘sabe que debe comunicar con rapidez (…), que su fotografía se va a ver de pasada en la sala de espera del dentista y también en un sillón después de cenar’. El lenguaje formal de Penn contaba con elementos básicos como detalles suavizados, bordes bien delineados, volúmenes reducidos y fondos sencillos y uniformes. El fotógrafo eliminaba todo lo superfluo y dosificaba luz y sombra de forma selectiva para ocultar detalles, fundir tonos y resaltar formas. De este modo, y guiado por su instinto, alcanzaba con gran éxito la simplicidad gráfica”.

“Con un café de por medio, Penn observaba detenidamente a los sujetos, con el fin de hacerse una idea de su personalidad y estudiar su comportamiento y porte. Durante este proceso, la foto comenzaba a tomar forma en su cabeza. Era consciente de que captar la atención del modelo tenía tanto impacto como el timbre de su voz, y conforme pasaba la película, iba motivándolo. Poco a poco, entre murmullos alentadores y una concentración hipnótica, la sesión ganaba impulso y acababa cobrando vida propia. En palabras del fotógrafo:

Lo importante es ir más allá de la imagen pública (de la celebridad, que llega) armada con una idea de sí misma. En nuestro estudio todo transcurre en voz baja. Hablamos casi susurrando… Voy viendo claramente cómo su recelo desaparece… Seguimos charlando… Y empiezo a captar la imagen. Muchas de estas no valen, evidentemente; son los pasos en una línea de puntos que llega hasta el lugar que queremos alcanzar… Bajan la guardia…’.

¿Pero qué ocurría después? “Penn se centraba de antemano en un aspecto del sujeto, que había incubado con aquella documentación previa y a través de las primeras impresiones tomando café. La sesión se construía en torno a dicho aspecto al establecer la pose. Penn veía entonces cómo la psique desprotegida se alojaba en la pose, animándola y dotándola de vida consciente”.

Irving Penn. Hombre con disco en la nariz. Nueva Guinea, 1970.

Irving Penn. Tres hombres de barro Asaro en Nueva Guinea. 1970.

Irving Penn. Tres hombres de barro asaros. Nueva Guinea, 1970.

Retratos etnográficos en África y Oceanía

(extractos del texto de Harald E. L. Prins en el catálogo)

“En la década de 1960, surgió una contracultura en la que el desencanto con el materialismo occidental condujo a una visión idealizada de los pueblos indígenas y a un renovado entusiasmo por el primitivismo. Se pensaba que las personas de las comunidades tribales aceptaban la desnudez como algo natural, disfrutaban de libertad sexual y solían expandir su mente con drogas o meditación”.

“Penn, una persona perfeccionista que intentaba controlar cada detalle de sus fotografías, prefería fotografiar en un estudio en lugar de trabajar en exteriores. Así confesaba: “El realismo del mundo real me es casi inaguantable”. Para solucionarlo, él y su ayudante Gordon Munro diseñaron una carpa especial que le concediese privacidad y le permitiese fotografiar con luz natural” (en cualquier parte del mundo, por muy remota que fuera).

“Tomadas entre 1967 y 1971, las fotografías aparecieron por primera vez en Vogue a color. Al final de la década de 1960, Penn las reinterpreta como copias de calidad en platino, y en 1974 las publica de nuevo en blanco y negro en un libro”.

Irving Penn. Vestido sirena de Rochas. Lisa Fonssagrives. París, 1950.

Irving Penn. Vestido sirena de Rochas. Lisa Fonssagrives. París, 1950.

Autorretrato de Irving Penn en Cuzco. 1948.

Autorretrato de Irving Penn. Cuzco, 1948.

La electricidad y elegancia de una pareja imbatible

La bellísima Lisa Fonssagrives, ex bailarina sueca de increíble cuello que había emigrado a Nueva York en 1939 y se había convertido en la primera top model de la historia, cautivó a Penn por su encanto y etéreo saber estar. Pero estaba casada, y además con otro fotógrafo. A consecuencia de esa decepción, Penn huyó a Haití en un clima de frustración y agitación sublimada. En diciembre de 1948 recibió una carta muy larga de Fonssagrives; las páginas de Vogue de aquellos meses fueron un reflejo de la electricidad y complicidad que se sentía en el aire cuando ella y Penn colaboraban. La pareja, profundamente enamorada, se casó en 1950. Se convirtieron hasta sus últimos días en aliados del glamour, la fotografía como arte y la vida.

Irving Penn. Guante y zapato. Nueva York. 1947.

Irving Penn. Guante y zapato. Nueva York, 1947.

Mujer con un sombrero de pollo. (Lisa Fonssagrives Penn) Nueva York, 1949.

Mujer con tocado de gallina (Lisa Fonssagrives Penn). Nueva York, 1949.

165 portadas de ‘Vogue’

(extractos del texto de Philippe Garner en el catálogo)

Irving Penn hizo a lo largo de su carrera nada menos que 165 portadas para la revista más exclusiva del life style, Vogue, que le acompañó profesionalmente toda su vida, gracias especialmente a la complicidad que estableció con el director artístico y editorial de la publicación, Alexander Liberman.

“Tal vez precisamente porque hizo gala de un sano escepticismo ante los aspectos más frívolos del mundo de la moda, Penn fue capaz de llevar a esta disciplina el rigor analítico que fue su sello distintivo y que aplicó a todos los temas. Las fotografías de Penn se distinguen de las de sus homólogos –personalidades extravagantes como Cecil Beaton y Norma Parkinson–, porque en las de ellos se intuye cómo sucumben a la seducción del universo del glamour y la elegancia que evocan estas imágenes.

Fue su distancia crítica la que permitió a Penn encarar la labor de documentar la moda y el estilo a través de una mirada limpia. Enseguida prescindió de la puesta en escena: en sus imágenes no había ficciones de grandes hôtels particuliers, relatos románticos, atrezo; no había nada que pudiera distraer al observador de la esencia de las propias prendas. En su lugar, las prendas se presentaban con el máximo respeto a sus cualidades de corte, línea, textura y detalle. El mismo respeto que se le otorgaba a la gracia y al carácter de la modelo encargada de vestirlas”.

Irving Penn. Desnudo número 72. Nueva York, 1949-50.

Irving Penn. Desnudo número 72. Nueva York, 1949-50.

Desnudos femeninos que se alejan del cuerpo de las modelos

(extractos del texto de Maria Morris Hambourg en el catálogo)

“Penn recordaba nítidamente el juego comunicativo constante entre la modelo y él, su conciencia mutua y la importancia de mantener una actitud colaborativa y abierta, como si de un baile se tratara. ‘No podía permitir que ella se alejara, ni siquiera mentalmente. Yo hablaba continuamente, le daba todo el apoyo que podía, no tanto con palabras, más bien con arrullos, murmullos y respiraciones para hacerle ver que todo iba de maravilla, que todo estaba en su sitio y que la situación era perfecta. El estudio olía ‘dulce’, a maquillaje, un poco a sudor. Olía muy bien. Pasábamos horas y horas solos. Y no nos tocábamos en ningún momento, solo un abrazo de agradecimiento al final. Todas las mujeres respondieron igual”.

“Hay mucho erotismo en estas fotografías, pero, como sucedía en las propias sesiones, está contenido por una distancia estética y controlada. Conforme avanzaba la serie, Penn iba escogiendo modelos cada vez más voluminosas, con más carnes. Aunque estas colaboradoras permitían unos desnudos plásticos y espléndidos, y se sacrificaba menos de su realidad carnal que en los desnudos de cualquier otro artista desde Rubens, las referencias de Penn no apuntaban a los cuerpos tan magníficamente esmaltados que concibieron los viejos maestros. Su archivo mental estaba lleno de contornos simplificados y superficies suaves, más propios de los desnudos de Arp, Brancusi, Maillol, Moore, Picasso y Matisse. En ellos, el cuerpo femenino casi nunca se veía entero; aparecía truncado, reconfigurado, deformado y, en ocasiones, monumentalizado”.

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