‘Otros surrealismos’ (más allá de la vida que nos ha tocado vivir)

Salvador Dalí. ‘Teléfono afrodisiaco’, 1938. Minneapolis Institute of Art, The William Hood Dunwoody Fund © Salvador Dalí, Fundació Gala-Salvador Dalí; VEGAP, Madrid, 2025 Foto: Minneapolis Institute of Art.
Seguimos nuestro recorrido por magníficas exposiciones en Madrid con motivo de la ‘gran semana del arte’. La exposición ‘1924. Otros surrealismos’ se inscribe en el marco de la conmemoración internacional que el año pasado se celebró coincidiendo con el centenario de la publicación en París, por parte del escritor, poeta y ensayista francés André Breton, del Manifiesto del surrealismo, más tarde conocido como Primer manifiesto del surrealismo, tras la publicación de un segundo hacia 1930. La muestra, que podemos ver en la Fundación MAPFRE de Madrid, es una de las cinco que, junto a las celebradas anteriormente en los Musées Royaux des Beaux-Arts de Belgique de Bruselas y el Centre Pompidou de París y de las que posteriormente tendrán lugar en la Hamburger Kiunsthalle de Hamburgo y en Philadelphia Museum of Art de Filadelfia, abordan, de manera independiente pero complementaria, diversos análisis y enfoques del movimiento artístico, poético y literario que mayor amplitud, profundidad e influencia tuvo a lo largo del siglo XX y cuya deriva llega a nuestros días.
La exposición, comisariada por Estrella de Diego –profesora, catedrática y ensayista especializada en arte contemporáneo y en especial de la presencia de la mujer en las vanguardias históricas–, tiene como principal objetivo ampliar el foco de la zona de influencia del surrealismo más allá de los límites de su núcleo parisino y de los nombres canónicos y tópicos que suelen ir ligados a este movimiento. Así, se analizan las aportaciones creativas generadas tanto bajo la influencia de Breton como fuera de la misma, se presta especial atención a zonas geográficas periféricas , y por lo general ignoradas más allá de Francia, como fueron España y América Latina, pero sobre todo se amplía la nómina de artistas adscritos al surrealismo, en especial en lo que respecta a las mujeres –pero no sólo a ellas–, aunque no por un simple planteamiento de corrección política y revisionismo woke centrado en cuestiones cuantitativas, sino motivado por una proposición de mera equidad. (En la presentación, Estrella de Diego destacó la no suficientemente reconocida valía de dos artistas españolas, Maruja Mallo y Remedios Varo).
Deberíamos, para ser justos, contemplar dicha visualización como un acto de justicia, sí, pero, para ser precisos, no de orden poético, sino narrativo, ya que sin la aportación de tantas mujeres, no contempladas únicamente como modelos, musas o compañeras –o vistas como mero «objeto artístico, musa u objeto sexual», tal como hace el propio Breton en su manifiesto fundacional–, papeles que se les suele otorgar en la historiografía del arte, el relato de lo que supuso y significó el surrealismo como movimiento artístico quedaría incompleto haciéndolo, así, incomprensible. Aunque llegar a dicha comprensión podría verse como un acto contradictorio, incluso paradójico, tratándose de un movimiento, el surrealista, donde reina lo irracional.

Marcel Jean. ‘Armario surrealista’, 1941. Musée des Arts Décoratifs, París © Marcel Jean Foto: © París, Les Arts Décoratifs/Jean Tholance

Maruja Mallo. ‘El Mago / Pim Pam Pum’, 1926. Art Institute of Chicago. The Lacy Armour Endowment Fund © Maruja Mallo; VEGAP, Madrid, 2025 Foto: The Art Institute of Chicago / Art Resource, NY/ Scala, Florence
Los planteamientos conceptuales, formales y estilísticos de un movimiento como el surrealismo, cuyo objetivo último era subvertir la realidad visible y (re)conocida utilizando como sus vectores básicos de acción el subconsciente, los sueños, el erotismo, las obsesiones y lo irracional, y teniendo como herramientas básicas de trabajo la improvisación, el azar y lo aleatorio, acertaron plenamente en su pretensión de intentar demoler no solamente los cimientos, sino también la propia estructura visible de la realidad objetiva, visibilizando así el término alemán unheimlich (lo siniestro), propuesto en 1919 por Sigmund Freud para describir el terror que nos embarga cuando las cosas familiares adquieren, de pronto, rasgos desconocidos, dotando a los objetos y paisajes cotidianos de un aura de inquietante extrañeza.
El surrealismo logró introducirse en el imaginario colectivo, como seguramente no lo ha hecho nunca ningún otro movimiento artístico, sembrando una semilla disruptiva que explica el dilatado espectro temporal que desde su nacimiento llega hasta nuestros días, pudiéndose observar su influencia más allá del arte, la literatura y la poesía, en campos de la creación como el cine y el vídeo, el diseño o la moda, incluso la publicidad.
El surrealismo fue un movimiento artístico y literario que, a pesar de su desgajamiento en múltiples facciones y camarillas, sus contradicciones y rencillas internas y sus disputas dialécticas, e incluso físicas, consiguió, como tal vez no lo haya hecho ninguna otra vanguardia histórica, proyectar su influencia en la vida cotidiana. Como consecuencia de esa misma penetración psicológica, este movimiento artístico ha conseguido designar, junto a los epítetos provenientes del ámbito literario de dantesco o kafkiano, gran parte de los acontecimientos, ya sean noticiables o anodinos, que acontecen cada día en el mundo, y demostrar, por otra parte, que la vida es, en gran medida, surrealista, no expresionista o cubista o conceptual.
El interés que el surrealismo despierta no solo entre especialistas e interesados en el arte moderno, sino también entre el público general, explica la gran cantidad de exposiciones que, dedicadas a sus diversas manifestaciones y soportes, especialmente al materializado a partir de objetos cotidianos –tal vez la faceta peor representada en esta muestra–, se vienen celebrando habitualmente en nuestro país. Me vienen a la memoria, entre otras muchas, El surrealismo entre viejo y nuevo mundo (Centro Atlántico de Arte Moderno, Las Palmas de Gran Canaria, 1990), André Breton y el surrealismo (Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Madrid, 1991), La subversión de las imágenes (Fundación MAPFRE, Madrid, 2010), Las cosas del surrealismo (Museo Guggenheim, Bilbao, 2008) o la más reciente Objetos de deseo. Surrealismo y diseño, 1924-2020 (CaixaForum, Madrid, 2021).

Marion Adnams. ‘Una lámpara de inteligencia en tu corazón’, 1964. RAW (Rediscovering Art by Women) © Rediscovering Art by Women (RAW)
Por último, una recomendación que hago a quien acuda a esta magnífica exposición es que, si se da la circunstancia, se aproxime discretamente a alguna de las visitas guiadas programadas para niños y niñas, manteniendo los ojos atentos a las obras que en ese momento se comenten, pero a la vez los oídos alerta a los comentarios que los pequeños puedan hacer, porque algunas de las respuestas y comentarios que en un momento puedan enunciar, guiados por la naturalidad y la inocencia, desprovistos de cualquier atisbo de prejuicio, idea preconcebida o arbitrariedad, pueden llegar a resultar tan esclarecedores, o más, que los de algún sesudo estudioso o engolado crítico. Siempre he pensado que se le presta muy poca importancia a la infancia como motor generador de contenidos en un movimiento como el del surrealismo, máxime cuando es en esa época de la vida cuando se está modelando gran parte de nuestra personalidad y cuando cualquier palabra o gesto proveniente de nuestro entorno puede convertirse en la semilla de filias y fobias futuras, en el núcleo de sueños y pesadillas que nos acompañen el resto de nuestras vidas como adultos; tal como demuestra, por ejemplo, Elena Poniatowska en la biografía novelada que escribió sobre la increíble vida de una de las mujeres protagonistas de esta exposición, no por ser mujer, sino por ser artista, Leonora Carrington.
‘1924. Otros surrealismos’ puede visitarse en Fundacion MAPFRE Madrid hasta el 11 de mayo.
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