El 74% de los españoles, preocupados por la degradación forestal

La inmensa mayoría de los españoles quieren participar de forma decidida en la protección de los bosques. Foto: FSC Castilla-La Mancha.
Todos dependemos de los recursos naturales que nos regalan generosamente los bosques. Solo hay que mirar a nuestro alrededor para darnos cuenta: papel, madera, alimentos, medicinas, oxígeno, absorción del carbono, agua potable… Todos estos bienes y servicios que nos presta la naturaleza están relacionados directamente con los ecosistemas forestales. La buena noticia es que la inmensa mayoría de los españoles son totalmente conscientes de esta realidad y además quieren participar de forma decidida en la protección de los bosques. Esta es una de las principales conclusiones del estudio ‘Sostenibilidad: del consumidor al bosque’, realizado por More Than Research para FSC España.
Un total de 1.700 personas han sido entrevistadas para llevar a cabo este rastreo, que deja titulares tan reseñables como que el 74,2% de las personas de nuestro país están preocupadas por la degradación forestal en España, porcentaje que escala hasta el 82,5% si hablamos de la situación a nivel mundial. Además, el 72,5% se sentiría orgulloso si pudiera ayudar a conservar los bosques.
Otro dato interesante es que la población también es consciente de que la degradación forestal no es un problema aislado de otros desafíos ambientales. “Aunque las personas preguntadas no sean expertas en la materia, sí que entienden por lo general que el estado de los bosques tiene que ver con otros problemas como son la calidad de las aguas, los impactos del cambio climático, los incendios forestales o la conservación de la biodiversidad”, detalla el sociólogo Gonzalo Cerezo, coordinador del estudio.
Según el informe, consideramos que los Estados y reguladores nacionales son los principales responsables para evitar el deterioro de los bosques (77,3%). A continuación van las empresas que aprovechan los recursos forestales o los distribuyen (67,4%), los organismos y regulaciones internacionales (60%), las comunidades locales donde están localizados los bosques (54,3%) y los propios ciudadanos y consumidores (41,3%).
Por otro lado, la manera más probable de contribuir a dicho cuidado de los bosques pasa, según los encuestados, por comprar productos de marcas respetuosas con dichos ecosistemas. En este sentido, el sello FSC es el más recordado –por más de un 30%– en el caso de las certificaciones relacionadas con productos derivados de la madera o del papel.
De los ambientalistas pro-regulación a los escépticos
Si bien es cierto que el estudio detecta varias tendencias que resultan mayoritarias en nuestra sociedad en relación con el cuidado de los bosques, como las ya citadas, también es cierto que se identifican importantes diferencias de comportamiento y actitud entre los consultados, hecho que se deriva de la lógica complejidad y diversidad de una sociedad como la española.
Por ello, el informe divide a la ciudadanía en tres perfiles que responden a estas visiones divergentes. De este modo, tenemos a los “ambientalistas pro-regulación”, que resulta el grupo mayoritario (41%); después van, por orden de importancia, los “ambientalistas moderados individualistas” (33%), y por último, tenemos a los “escépticos” (26%).
Uno de los hallazgos que han sido posibles gracias a esta parcelación es la existencia de sensibilidades ambientales diferentes que tienen en común su preocupación por el estado de los bosques, pero que no están en acuerdo en cuáles serían las mejores soluciones de cara a garantizar la gestión sostenible de los sistemas forestales.
“Mientras que el grupo más implicado, el de los ambientalistas pro-regulación, tiende a mirar más hacia los reguladores como los principales responsables, los ambientalistas moderados suelen poner el foco en los comportamientos individuales”, explica Cerezo.
El tercer grupo, el de los escépticos, es obviamente el menos preocupado y comprometido con la conservación de los bosques y, en todo caso, sus miembros consideran que es un problema de las comunidades locales o reguladoras, no del individuo.
Los escépticos no solo muestran esta menor implicación respecto al cuidado de los bosques, sino también con otras cuestiones ambientales. Conclusión que es posible obtener debido a que los participantes en el estudio fueron preguntados por los asuntos que más preocupan a los españoles, según su opinión.
“Si hablamos de los escépticos, el cambio climático está en el sexto lugar de sus preocupaciones. En cambio, para los ambientalistas –tanto los pro-regulación como los moderados– este problema se sitúa en el tercer lugar”, señala el coordinador del estudio. Los tres grupos del clúster comparten que el primer problema para todos ellos hace referencia a las dificultades económicas.
Otro rasgo distintivo de los escépticos es que, dentro del mismo, hay una mayor proporción significativa de hombres (un 55,6% frente a un 44,4% de mujeres). En cambio, si se pone el foco en los sectores con sensibilidad ambiental, las mujeres son el grupo principal por género, aunque sin diferencias tan marcadas (un 52,9% en el caso de los ambientalistas pro-regulación; y un 53,6% si nos referimos a los ambientalistas moderados individualistas).
Si se les pregunta sobre la existencia de órganos independientes de certificación de prácticas sostenibles, igualmente vinculadas con productos o materiales de origen forestal, el grupo con mayor conocimiento es el de los ambientalistas moderados individualistas, que también es el perfil que más recuerda algún sello o etiqueta que hace referencia a estas certificaciones.
Por su parte, los ambientalistas pro-regulación son los más activos a la hora de involucrarse en tareas que tratan de solucionar los problemas relacionados con la conservación del bosque y la deforestación. También es el perfil que mejor conoce la labor de FSC.
Comunicar en positivo
Las conclusiones del informe de More Than Research también sirven para identificar nuevas oportunidades en el ámbito de la comunicación de la sostenibilidad. En el sentido de que la población está mayoritariamente concienciada de los problemas ambientales y quiere, además, ser parte de la solución a través de sus acciones cotidianas. Todo pasa, según Cerezo, por reforzar estas actitudes y comportamientos.
“Debemos ser capaces de comunicar que, cuando un consumidor compra un producto certificado, está también ayudando a conservar los bosques. Por tanto, está haciendo algo que para él es motivo de orgullo. Por eso insistimos tanto en que podemos sentirnos orgullosos y presumir de bosques. Unos bosques que el consumidor siente que son suyos, porque está ayudando a cuidarlos a través de sus decisiones”, afirma el coordinador del estudio.
Se trata de poner el acento no tanto en la parte racional, en los fríos datos sobre las causas y consecuencias de la degradación forestal y la deforestación, ni tampoco en el deber ético, que a veces supone para el ciudadano una pesada carga, porque puede sentirse abrumado ante una responsabilidad tan elevada como es ayudar en la conservación de los bosques.
Reforzar el sentimiento de satisfacción
“No hay que pedirle tanto a la gente, sino más bien reforzar un comportamiento que haga que los ciudadanos se sientan orgullosos. En lugar de poner la carga sobre la responsabilidad ética, hay que estimular este sentimiento de satisfacción que da saber que estás ayudando en algo en lo que quieres ayudar”, concluye Cerezo.
De este modo, se establece una relación distinta entre empresas y entidades, por un lado, y los propios consumidores, por otro lado. En este nuevo marco, lo fundamental no es únicamente transmitir qué se está haciendo desde una determinada entidad, sino saber con qué se identifica y qué es lo que quiere el consumidor, y ayudarle a conseguirlo. Y según el estudio, lo que queremos, si hablamos de bosques, es sentirnos orgullosos de contribuir a su conservación.
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