Una novela sobre ese primer amor que nos envenena el porvenir
La primera novela de la jovencísima vietnamita afincada en París Line Papin nos hace pensar en un brillante futuro literario. Desde la sección ‘Con firma de mujer’, os recomendamos esta novela de despertares al amor, al sexo y al desamor de cuatro jóvenes bajo los cielos ardientes de Hanoi. Una historia sobre ese primer amor que siempre envenena el porvenir, sobre esa manera de detenerse en una boca que nos hará ser esclavos de nuestra adolescencia.
– «Has traído una maleta muy grande… ¿Te vas a quedar mucho tiempo?
– Lo que haga falta».
Así comienza El despertar, la opera prima de Line Papin (Hanoi,1995), una novela en la que el deseo se reparte y se comparte en partes desiguales, en agónicas puestas de sol, en habitaciones conquistadas a traición o en los amplios salones de remotas embajadas. Line Papin sabe lo que quiere contar desde la primera página y sabe que el desenlace de esta novela se recoge en esta primera frase, que se sostiene sobre la presencia de Raphaël, el amigo que sabe como sellar la llaga que mantiene inerte al protagonista de esta aventura de espeso aliento.
Heredera directa de Duras, pero mucho más áspera en sus impulsos narrativos, construye una historia sobre ese primer amor que siempre envenena el porvenir, sobre esa manera de detenerse en una boca que nos hará ser esclavos de nuestra adolescencia, y lo hace con todo lujo de detalles. No escatima a la hora de convertir el presente del que ama (Juliette) en el pasado del amado (el hombre sin nombre de la novela) y usa la evocación para materializar un cuadro que será utilizado como la mortaja que consiga que determinados cuerpos no puedan pudrirse nunca (Laura).
Papin materializa una novela de lenguaje denso que aprisiona al lector como aprisiona la piel de un oso glotón la miel que resbala desde su boca. Una novela sobre lo que inventan las necesidades de los seres humanos, una fábula hermosa y dura porque no todos somos capaces de desear ser inventados por mucho que amemos a quien nos inventa.
El despertar es un triángulo de costuras frágiles en el que los personajes están creados desde los extremos más desconcertantes. Son pura sumisión o pura lucha. La autora sabe que la medianería emocional diluiría la densidad de la narración y por eso incide una y otra vez en el desequilibrio y por eso deja sin nombre al protagonista. Porque lo inconcreto en esta narración adquiere un peso compatible al de lo concreto.
Papin controla los paisajes con la misma precisión con que los controlaría un meteorólogo, sabe cómo incendiar o adormecer la intenciones de cada uno de sus protagonistas. Sabe cómo acaparar la atención de quien escoge su historia. Todo es extremo en esta narración, lo es la presencia y lo es el olvido. Es extrema la juventud de su protagonista y lo es la autodestrucción de su antagonista. La vida en ocasiones se divide en extremos y esta novela lo pone de manifiesto página tras página. Es un desierto en el que morirse de sed o un lago en el que hacer callar a las heridas. El exilio estudiado como un batracio al que un científico ha despanzurrado sobre una fría mesa de laboratorio. El deseo llevado hasta sus últimas consecuencias, un páramo de abandono en el que algunos espejos acaban hechos añicos porque el deseo no quiere reflejarse en ellos.
Juliette es joven y aún no sabe que el peso de un antiguo amor no se alivia entregando amor, que nuestra elección puede acabar siendo una prisión para nuestro objetivo y que la muerte es a veces la única alternativa para algunos hombres. Juliette no sabe todo esto y se reinventa cada día como si su juventud supiese a medicina dentro de la boca del hombre al que ha decidido amar, pero sin embargo su saliva no es más que placebo para el guapo muchacho francés al que ama bajo los cielos ardientes de Hanoi. La juventud no puede salvar a todos los hombres, pero eso se aprende demasiado tarde. Sin embargo, es hermoso leer este diario de pasión ilimitada, de sospechas que pesan como si estuvieran construidas en piedra, como si fuesen estatuas dentro de un museo del que se ha enamorado el estómago del océano. Todo pesa demasiado en El despertar, pesa la juventud y pesa la traición, pesa el calor y pesa la lluvia, pesa la cuna y pesa el exilio, pesan las mentiras y pesa la verdad, pero sobre todo pesa la culpa.
El despertar es una historia en la que Salomón dejaría de comportarse como un justo. Una historia en la que Damocles no dudaría en dejar caer su espada. Pero no teman, porque los muertos son sólo una bellísima metáfora en este libro de iniciación y hay tanta vida en él que la piel les cambiará de tamaño a cada instante, y volverán a ser jóvenes y volverán a la esperanza leyendo esta historia de desesperanza y turbulencias, porque todos sabemos que la paradoja es la única palabra capaz de conducir a los seres humanos hacia ese hermoso sepulcro que es la vida.
‘El despertar’. Line Papin. Alianza Literaria. 199 páginas.
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