Ricardo Martínez: Entre político y político, la liberación de dibujar un animal
Ricardo Martínez, el humorista gráfico famoso por sus viñetas en ‘El Mundo’ sobre la vida política desde hace más de 25 años, lanza ahora el libro ‘El animal ilustrado’ para descubrir una faceta escondida de su obra: ilustrar animales, un zoológico en el que son capaces de convivir bestias antropomorfizadas con hiperrealistas escenas salvajes. Y reconoce que entre tanta caricatura política, buscando siempre la parte más irónica, absurda y divertida de la actualidad, dibujar animales es una experiencia bien liberadora.
POR DIEGO HERNÁN
En una ocasión, siendo un niño, los padres de Ricardo Martínez (Chile, 1956), exiliados españoles, les regalaron a su hermana y a él dos libros de cromos. “El mío era sobre los minerales, las plantas y los animales. A mi hermana le tocó la vida de Jesucristo. Es probable que si nos hubieran dado esos libros al revés yo hubiera acabado de cura, pero me dieron el libro en el que veían los cromos de elefantes, leones, lemures y otras fieras salvajes. Fue así como empezó mi obsesión infantil por el mundo animal”. De esta forma arranca El animal ilustrado, una antología visual publicada por la editorial Libros.com -a través de una campaña de crowdfunding– que bucea en más de 40 años de la trayectoria del ilustrador y viñetista y descubre una faceta “un poco escondida” de su vasta obra. Parece que su hiperactiva producción -chiste diario, ilustraciones semanales y, durante más de 20 años, detrás del lápiz de Goomer– no ha alejado a Ricardo de una de sus grandes pasiones: ilustrar animales, un zoológico en el que son capaces de convivir caricaturas y bestias antropomorfizadas con hiperrealistas escenas salvajes.
Julio Rey (Gallego & Rey), otro viejo conocido, con el que además colabora semanalmente, coordina la colección, que se estrena con este “libro-objeto” protagonizado por el que según Rey es el mejor ilustrador del país. “No es el primer proyecto de crowdfunding en el que he participado”, dice Ricardo sobre el proceso de gestación del proyecto. “Cuando empecé, sí daba un poco de miedo… Pero ha sido una gran experiencia. Primero porque en realidad no estás tan expuesto, la gente colabora y ni te enteras, y además porque es un proyecto muy vivo: no es entregar el material y verlo tres meses después, estás viendo constantemente feedback de los mecenas”. Si la cuidada edición, un coffe table book en toda regla, no es muy habitual en las librerías españolas, lo son aún menos las obras monográficas de un ilustrador en un formato casi artesanal (y asequible). Ricardo ha reconocido que anteriormente había intentado publicar su material, pero que había sido rechazado por “razones comerciales”. A lo mejor ese es el motivo de que el proyecto haya visto finalmente la luz: milagros del micromecenazgo y un pequeño corte de mangas a la industria.
Una de las peculiaridades de su trabajo se debe principalmente a la técnica que emplea, el scratchboard (o esgrafiado), un terreno pantanoso en el que pocos ilustradores se han aventurado. Un característico estilo que un Martínez recién llegado a Estados Unidos aprendió casi a hurtadillas mientras trabajaba en el Miami Herald. Desde entonces, ha sido una de sus señas de identidad y, además de ser uno de los pocos ilustradores que emplean este arte en España, es también un referente mundial. Ponerlo en práctica exige un laborioso y metódico proceso, para muchos incompatible con el ritmo de una redacción; sin embargo, el mundo editorial ha sido siempre el hábitat de Ricardo. Volvió a España en los 80, de donde ya no se movería, e inició un vínculo permanente con los medios de comunicación. Para un viñetista cuya materia prima es la actualidad, seguro que era un destino más fértil que, por ejemplo, una utopía nórdica, teniendo en cuenta la fauna autóctona. Más de la mitad de los González, Aznar, Zapatero, Rajoy… y amiguetes han pasado alguna vez por el lápiz de Ricardo. Y nunca para parecer más guapos. “Te hace falta un político que te de un poco de juego, que te ayude. De hecho, hemos pasado alguna mala racha, como con Obama, por ejemplo; es una ruina para un dibujante de chistes, porque no tenía problemas con becarias… Hacía sus cosas, mandaba sus drones y todo eso, pero no era como su antecesor, que montaba guerras cada dos por tres”.
¿Y Trump? “Es tan exagerado que casi casi es malo: no puedes hacer chistes todos los días de él”. Para Ricardo, lo principal de una viñeta es que sea “inteligente” y “si puede hacer reír o conmover, fantástico”. Entonces, si es verdad que los cínicos no sirven para este oficio, ¿qué hay de los viñetistas? “Escuchas lo que dicen los políticos y todo lo has oído antes. No tienes más que escuchar un debate en el Congreso para darte cuenta de que mienten con una facilidad que a mí casi me da envidia. Cuando ves la misma noticia, las mismas mentiras, todos los días, no te queda más remedio que ser un poco cínico”. Reconoce que, cuando Nacho dejó de hacer el chiste en 2002, él también estuvo a punto de abandonar, precisamente por ese hartazgo con la política. Pero tras las dudas, siguió el consejo de su amigo, el viñetista Don Wright: debía aprovechar esa visión más cínica y volcarla en el trabajo. Es lo que hizo. “Ahora ya no tanto, pero hay días de esos que dices: ¿qué diablos hago yo ahora con esto? Otro bombardeo u otro autobús en el que han puesto una bomba… Al final siempre tiene que salir algo”.
Además de a T. S. Sullivant, uno de los grandes maestros de la ilustración norteamericana, cita entre sus grandes referencias a Burne Hogarth, el dibujante más icónico de Tarzán -“y uno de los padres de todos los cómics posteriores de superhéroes”-, al que conoció en persona durante su paso por EE UU (como a Eisner, Schulz…). Ricardo emplea la misma meticulosidad en sus ilustraciones (en muchas invierte más de 40 horas de trabajo) que en el exhaustivo proceso de documentación previo. “Esta técnica no te deja alternativa. Para algunas de las ilustraciones del libro, como la de los elefantes marchando por la sabana, tenía 120 fotos con referencias sobre la hierba, cómo son los pájaros que conviven con los elefantes, las nubes…, quería que todo fuera muy fiel, como si lo hubiera hecho estando allí”. Para documentarse, “lo mismo veía documentales de la BBC y congelaba las imágenes que fotografiaba un león disecado en Bristol” aprovechando una visita a su hijo.
Tras dejar atrás la Goomerterapia -“era casi como ir al psiquiatra cada domingo”-, Ricardo disponía de algo más de tiempo para ir completando este álbum de cromos con el que siempre soñó, y del que por ahora solo hemos visto el comienzo. Como dice en el libro, la “experiencia liberadora” de dibujar un animal por el simple placer de hacerlo se ha convertido en algo a lo que volver siempre que tiene un hueco entre político y político. Quizá estas mastodónticas ilustraciones de animales sean la mejor válvula de escape para alguien que lleva contando su propia versión de la Historia en formato viñeta, de lunes a viernes, durante 27 años.
SIGNUS, COMPROMETIDA CON EL MEDIO AMBIENTE, HACE SOSTENIBLE ‘EL ASOMBRARIO’.
Comentarios
Por ferni, el 08 agosto 2017
un dibujantazo !!!!! felicitaciones !!