Treinta libros de relatos para detener el tiempo en 2018
Decía Borges que no había leído mucho, pero que había leído bien. Es una máxima que intento llevar a rajatabla, obviamente sin los resultados que uno esperaría. De ahí que uno de mis propósitos de este año que comienza es tener más tiempo para leer y para poder escribir sobre lo que leo en esta ‘Área de Descanso’. Como no sé si lo conseguiré, me gustaría al menos dar cuenta, registrar, una treintena de los libros de relatos en español que me llegaron a lo largo de 2017 (dejo aparte las novelas en español, el ensayo, la poesía y la literatura extranjera), aunque no necesariamente publicados ese año (la mayoría, sí). Parte de estos libros los leí y no pude comentarlos aquí. Otros aguardan en mi particular estantería de “novedades”, me miran de forma seductora para que los abra de una vez.
En los relatos de Signor Hoffman y la novela Duelo, ambos publicados en Libros del Asteroide, el guatemalteco Eduardo Halfon sigue con su particular empeño narrativo – la búsqueda de la identidad, el viaje, la dualidad– que ya inició en el relato El boxeador polaco. De desarraigo, soledad y habitaciones de hotel nos habla Cristian Crusat en los relatos de Solitario Empeño (Editorial Pre-Textos). Amistad, sexo, memoria, habitan las tres historias de La noche y yo (Páginas de Espuma), del escritor venezolano Juan Carlos Méndez Guédez. La familia, cómo nos ven los demás, la identidad sexual, son algunos de los temas que transitan por los relatos de Réplica (Candaya), de Miguel Serrano Larraz. La intimidad, la infancia, la memoria, la necesidad de escapar, la amenaza de lo cotidiano y las relaciones entre hermanos hilvanan los relatos de La vida sumergida (Galaxia Gutenberg), de Pilar Adón, de quien esta misma editorial ha publicado también la novela Las efímeras. En los relatos de La condición animal (Páginas de Espuma), la escritora argentina afincada en España Valeria Correa Fiz indaga en el mal como engranaje de nuestra vida cotidiana. Los rencores familiares, la infidelidad, la soledad, son algunos de los temas que se cruzan en los relatos de La lengua de los ahogados (Menoscuarto), de Fernando Clemot.
La profesora y crítica Ángeles Espinar ha recogido en Aventuras e invenciones del profesor Souto (Páginas de Espuma) algunos de los textos en los que aparece el personaje creado por José María Merino, una especie de alter ego del escritor coruñés. La adolescencia es una de las etapas más complejas de los humanos, por su indefinición, y de eso tratan algunos de los relatos de Las inglesas (Menoscuarto), de Gonzalo Calcedo. La música, el paso de la infancia a la juventud y a la edad adulta, el juego, y la vida cotidiana vertebran los cuentos de La acústica de los iglús (Caballo de Troya), el primer libro de la narradora mallorquina Almudena Sánchez. El sacrificio personal, el peso de las relaciones familiares o el recuento del tiempo pasado, son algunos de los temas que nos encontramos en Estrómboli (Impedimenta), de Jon Bilbao. El viaje, la fotografía, la memoria, son algunos de los mimbres con los que construye sus historias Rubén Abella en No habrá sido igual sin la lluvia (Cuadernos del Vigía).
Las redes sociales, la sordidez y las artistas de la vida cotidiana están muy presentes en los cuentos de Un paseo por la desgracia ajena (Salto de Página), de Javier Moreno. Todo lo que ya no íbamos a necesitar (Editorial Base) es el segundo libro de cuentos de la escritora barcelonesa Maite Núñez, en el que indaga de nuevo en el dolor, las relaciones entre madres e hijos, las ausencias y la búsqueda de la felicidad. Andar sin ruido (Páginas de Espuma) es el primer libro de relatos de Carlos Frontera, en los que se acerca con humor a los sinsabores de la vida cotidiana y las trampas de las relaciones. Una cierta esperanza aguarda a los personajes de Manual de jardinería (para gente sin jardín) (Editorial Relee), de Daniel Monedero, aunque sus vidas parezcan abocadas al fracaso o la decepción. La levedad, lo que no termina de hacerse evidente, recorren las historias de Normas de inseguridad, de Almu Ballester, también publicado por Relee. La vida como trampa y como máscara es el punto de partida de los relatos de La máquina enfurecida (Talentura), de Eduardo Cano. La culpa, la redención, las obligaciones de la vida cotidiana y su reverso, la rebeldía, transitan por los relatos de Mala letra (Anagrama), de Sara Mesa.
Todo escritor busca su lector, la vida es un espejismo, parece contarnos Miguel A. Zapata en los micros de Voces para un tímpano muerto (Talentura). Los personajes de Peces de charco (Baile del Sol), de Ana Esteban, tratan de nadar en los charcos cotidianos, a veces enfangados, de la vida de las ciudades. Personajes que buscan su lugar en el mundo son los protagonistas de Cuestión de tiempo (Menoscuarto), de Carmen Peire. Un lugar que también buscan las mujeres de No somos flores (Editorial Nazarí), de Lucía Marín. La identidad como síntoma, como búsqueda, habita los cuentos de Manual de Autoayuda (Salto de Página), de Miguel Ángel Carmona del Barco. La vida es eso que te pasa mientras estás haciendo otros planes, dijo Lennon, de eso hablan las historias de Perder el tiempo (De la luna libros), de Juan Ramón Santos. Fantasía, amor, mundos imaginarios, es lo que nos encontramos en el segundo libro de relatos de Aránzazu de Isusi, Benditas luciérnagas (Torremozas).
Para finalizar, como ayer fue el Día de los Reyes Magos (y una vez más en Madrid seguimos hablando de la cabalgata, de la pureza de las tradiciones, en lugar de protestar por los recortes, las listas de espera, la pobreza energética), por si algún niño (grande o pequeño) se quedó sin su regalo, les recomiendo Toletis. Cuatro estaciones (NubeOcho/MadLibro). Rafa Ruiz nos trae nuevas aventuras de la pandilla protagonizada por Toletis, Tutankamon, Claudia y el perro Amenofis. Ecología y lirismo conviven en este libro de cuentos, historias que nos recuerdan el valor de la amistad y nuestro vínculo con la naturaleza.
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