Miguel Ángel Villena: «España es un país solidario, pero a golpe de catástrofes»
La de la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) española, así como la que prestan ONG y otras organizaciones de la sociedad civil, es una historia de éxito que, paradójicamente, nadie reivindica. Como denuncia el periodista y escritor Miguel Ángel Villena (Valencia, 1956) en España solidaria. Historia de la cooperación española al desarrollo (Gestión 2000), la crisis no explica por sí sola una caída desde el 0,46% del PIB en 2009 al sonrojante 0,13% actual después de años en los que se reivindicaba un 0,7% para los Objetivos del Milenio establecidos por la ONU.
Si así fuera, el ánimo presupuestario habría vuelto con la recuperación a niveles pre-crisis, y no ha sido así ni se prevé que lo sea en los próximos años. Hay resignación en el sector. Villena, que también pasó por la Secretaría de Estado de Cooperación durante los años de Gobierno de Zapatero, opina que los españoles tenemos un ánimo solidario cambiante a golpe de dramas televisados y coyunturales, y las culpas y el olvido son transversales. «Ni siquiera movimientos tan renovadores y revulsivos como el 15-M han incluido la cooperación internacional entre sus prioridades», denuncia.
El balance de la AOD que hace en su libro es positivo pese a carencia de medios y vaivenes. ¿Cuáles han sido sus hitos principales?
En los 30 años de historia de la cooperación al desarrollo los periodos de más pujanza son los iniciados a mediados y finales de los ochenta, cuando España comienza a ser un país donante y, sobre todo, el periodo que abarca entre 2004 y 2011, cuando nuestro país se convierte en uno de los 10 Estados del sistema de la ONU que dedica mayor presupuesto en la Ayuda Oficial al Desarrollo y alcanza un 0,46% del PIB en la perspectiva del objetivo del 0,7%. Este impulso se debió a las políticas de los gobiernos de Rodríguez Zapatero, que apostaron muy fuerte por la cooperación.
Mucha gente se pregunta por qué ayudar fuera habiendo tantas necesidades dentro, ¿cómo explicar la importancia de la AOD?
La crisis ha llevado a la sociedad española, por razones en parte comprensibles, a un proceso de ensimismamiento, de preocuparse solamente por los problemas internos y desatender la política exterior y la solidaridad con los países en vías de desarrollo. Ni siquiera movimientos tan renovadores y revulsivos como el 15-M han incluido la cooperación internacional entre sus prioridades. Es algo lamentable, pero así ha ocurrido; la política internacional ha desaparecido prácticamente del debate parlamentario y social en España.
De su libro se desprende que la historia de la AOD española ha sido un éxito, tanto para nuestro país en eso que ahora llamamos ‘Marca España’, como para los países receptores. Sin embargo, en los últimos años se ha pasado de un 0,46% del PIB en 2009, al 0,13% actual. ¿La crisis lo explica todo?
La crisis económica explica solamente en parte ese desplome tan descomunal de la cooperación al desarrollo. Ahora bien, con el pretexto de la crisis, los gobiernos conservadores de los últimos años han dado la espalda a la ayuda al desarrollo. En nuestro país la cooperación internacional está más respaldada históricamente por la izquierda (política, social, cultural…) que por la derecha. Porque no se ha tratado sólo de un recorte en las ayudas, sino que la preocupación por la cooperación ha desaparecido de la agenda política y social con la consiguiente desmovilización de las ONG y de muchos sectores que impulsan la solidaridad internacional.
Dice que ni siquiera un movimiento como el 15M se tomó en serio la cooperación al desarrollo. ¿Ha cambiado algo esta situación en los partidos principales con la recuperación?
Ni los nuevos partidos, como Ciudadanos y Podemos, ni los tradicionales, como el PP y el PSOE, han hecho apenas menciones al tema en sus programas electorales ni han abordado medidas de fomento de la cooperación internacional tras dar por superada la crisis económica.
Su libro muestra con datos y gráficos que la AOD ha estado condicionada (para mal) por dos aspectos: los vaivenes de la opinión pública sobre el tema y los cambios políticos. No estamos ante una política de Estado. ¿Hacia dónde va la AOD española? ¿O hacia dónde debería ir? ¿Hay algún país en cuyo espejo deberíamos mirarnos?
Durante el final de los años noventa y la primera década de este siglo, la cooperación internacional fue uno de los escasos temas donde existió, a trancas y barrancas, un consenso político. Además, ese consenso se trasladó también a la sociedad y de este modo las ONG tuvieron, por ejemplo, una alta participación en la elaboración de la ley de Cooperación, en el diseño de los planes directores o en la fijación de objetivos y países en vías de desarrollo prioritarios para la cooperación española. Desgraciadamente, la AOD española ha caído a cifras vergonzosas y no parece que, a corto plazo, vaya a aumentar.
Los magros presupuestos en cooperación no son, entonces, coyunturales.
El sector teme, con motivos fundados, que los recortes durante los años de crisis se mantengan por tiempo indefinido. Teniendo en cuenta el nulo interés político y la desmovilización del sector, creo que tardará en recuperarse. Deberíamos mirarnos en el espejo de los países nórdicos europeos, o de Alemania o de Francia, que prestan una atención y un respaldo más constantes (desde sus instituciones y desde sus sociedades civiles) a la lucha contra la pobreza y las desigualdades en el mundo.
Pero España siempre ha sido un país solidario, o así nos gusta vernos, al menos.
Podríamos decir que España es un país solidario (como titulo el libro), pero que funciona a golpes compulsivos de respuesta a una catástrofe. La sociedad española y sus gobiernos deberían ser más constantes en la solidaridad con los países pobres.
En su libro muestra las experiencias de algunos cooperantes españoles, que se mueven entre la vocación y la precariedad. ¿Cuál es el estado de ánimo del sector respecto a España? Lo pregunto porque, a fin de cuentas, son también «embajadores» de España en el mundo.
Sin duda, no cabe olvidar que la cooperación resulta una pata fundamental de la política exterior de un país junto a la diplomacia y la defensa. Nuestro país tuvo mayor peso en la escena internacional en los años en que se apostó más por una cooperación al desarrollo que responde a imperativos morales y de justicia, pero también a apuestas estratégicas. En el sector hay resignación, pero, por otro lado, es muy vocacional, y quizá nuestros gobernantes se aprovechan de esa situación.
Muchos desprecian la ayuda como caridad, y algunos expertos, como William Easterly, dicen que incluso es contraproducente.
La diferencia entre la caridad y la solidaridad radica en que la primera se ejerce de arriba a abajo y la segunda es transversal. Y respecto a la utilidad, sólo hay que pisar el terreno: después de tres décadas de ayuda de nuestro país es de todo punto incuestionable que España ha jugado un papel importante en la cooperación con los países más pobres de América Latina y con el norte de África. Claro que sirve, y si no hace más es por falta de medios.
Comentarios
Por Eduardo, el 09 febrero 2018
La asignatura pendiente de los españoles es llevar a la lengua española hasta sus últimos confines expresivos, algo que ya han hecho los hablantes y habitantes de las lenguas inglesa, francesa y alemana en los siglos XIX y XX y dejarnos de tanta fiesta y de tanto vino. Es nuestro turno, subamos dos peldaños a la ciencia y las artes y bajemos otro par a la fiesta. A las puertas de una diáspora de españoles.
Por c, el 09 febrero 2018
la solidarida es en todo caso d ela ciudadania y no d esPPaña como estado
–
vivimos precarizados…desPPreciados
exPlotados emPPobrecidos bombardeados con miedo violencia sexoburdo fuPPbol
solo nos dejan el orgullo para maniPPularnos lo demas nos lo usurPPan
Por Kika, el 09 febrero 2018
Después de lo leído hoy, que la ONGD Oxfam encubrió «orgías» con prostitutas en HAITÍ y que sus ejecutivos llegan a ganar hasta 165.000 euros, es normal que los españoles dejemos de creer en las «labores humanitarias» que realizan. Se tendrían que quitar todo el barro que las cubre desde finales de los 90 para pensárselo.