Levantemos el vuelo: la música más pajarera del último año
Con un poco de retraso, llegamos a este repaso anual a la música más emplumada. Un año más, el pasado 2017 estuvo repleto de referencias ornitológicas entre los pentagramas. Hemos seleccionado 10 discos extraordinarios, de Björk a El Búho, de Jane Weaver a la lechuza de la banda viguesa The Soul Jacket y el disco debut de los londinenses Ex People, titulado precisamente ‘Bird’.
Antes de entrar con los diez discos seleccionados permitidme tres hitos.
Uno lo protagonizó Amaral, al sumarse a la campaña de WWF España y la Sociedad Española de Ornitología (SEO/BirdLife) contra el uso del diclofenaco como fármaco en la ganadería, por su pernicioso impacto sobre las poblaciones de buitres. El segundo es para Pájaro Sunrise, que intervino en el 20º aniversario del programa Reserva Natural, que dirige Josefina Maestre en Radio 5 de RNE. El último es cosa de amigos, de IAM MAI, montaje músico-visual donde la electrónica más experimental se enriquece con las diversas formas de vuelo que ofrecen las aves.
A partir de aquí, las aves han revoloteado por infinidad de portadas, letras y títulos de discos y canciones. Ahí está el jilguero de la portada del primer disco de Sunrise, el primer álbum de New Day, formación derivada de Dover; el Cisne negro en el último disco de Rufus T. Firefly; las cornejas y pinzones que se oyen en la nueva entrega de Saint Etienne; el elepé Birds, que nos devuelve a unos muy vitalistas valencianos Johnny B. Zero; aparece otro Bird en el disco electro de debut de Kelly Lee Owens (qué discazo, por cierto); y, en fin, hay aves de muy diferente plumaje y condición en las producciones de 2017 de Flaming Lips, Grandaddy, Father John Misty y Amber Coffman (ex de Dirty Projectors).
Así, la primera, a lo grande, casi sin pensármelo y por lo musicalmente inmensa que es ella. El último disco de la islandesa está repleto de cantos de aves, sacados principalmente de la selva venezolana. Me encanta la sinfonía de Paradisia, cual Vivaldi recogiendo con flautas y sonidos reales la esencia de la naturaleza, que se acrecienta en Saint. Hay devaneos claros con la música clásica y de cámara, muy inspirada por Arca, que aquí despliega toda su creatividad y arropa y hace volar la música de Bjork, que le da más carrete que en Vulnicura. Aparte de en Homogenic, nunca me he sentido tan transportado como en este disco hacia océanos, bosques y montañas.
Un mundo de niños raros, de Chloé Bird
El apellido artístico ya nos valía como candidatura a esta selección. Además, en el disco hay un Niño zancudo, un Niño pingüino y una Niña búho. Y encima, la canción en torno a esta rapaz nocturna fue, según le contaba a Javier Pizarro en El Asombrario ella misma, “el primer poema que musicalicé. Fue una experiencia tan preciosa que, meses más tarde, volví a trabajar sobre el libro para seguir poniéndole música a los poemas de Raúl Vacas”. El resto, pura sensibilidad musical Bird-Vacas con una mezcla de estilos diversos dominados por un piano exquisito que acuna y embellece muchas composiciones. Es un disco con niños raros para niños raros, incluidos los mayores.
Laura Meyer, cantautora californiana, decidió cambiar su nombre artístico por el de Cygne (cisne en francés) tras su cuarto disco. Ha publicado ya nueve discos desde 2008, una producción que dista mucho de la costumbre actual de sacar elepés cada tres o más años. Producción además muy sencilla, con mucha guitarra acústica, y picando en varios estilos, aunque predomina el folk, la americana, la psicodelia pop y sedosa y cierto regusto a cantautora de los setenta.
Ya lo avisé en la crónica de su concierto en Madrid que hice por aquí: “Balance no dudéis que estará en lo más alto de la lista que os proponga este año con los mejores discos de 2017 que aúnan música y aves”. Dicho y hecho. La selva tropical aporta infinidad de instrumentos naturales al disco, incluido, claro, el canto de las aves. A partir de ahí se suman ritmos y voces de la música latinoamericana, con predominio de la cumbia, y siempre con engarces electrónicos. Un pero al disco: por momentos suena demasiado ambient/downtempo.
¿New age con propiedad, con fundamento? Muy en la línea de Robin Perkins, nombre real de El Búho, el chileno Derrok sacó en 2017 su primer disco largo, confirmando todo lo que prometía en EP anteriores. Aparte de las aves que sobrevuelan y cantan por aquí y por allá a lo largo del disco (le dedica un tema a las turcas, aves endémicas de Chile), la naturaleza en general está muy presente y es fuente de inspiración por la que mana la electro cumbia de beats ligeros de Derrok. Encima, el logo de Nomade, la disquera que ha publicado su primer trabajo, representa la figura de un cóndor.
Modern kosmology, de Jane Weaver
Parte de un folk indie que se esparce hacia la psicodelia, el kraut y la electrónica (y algo de space) con elegancia y sapiencia. A mí el disco que más me llega (me hipnotiza) es The fallen by watchbird, pero el último (Modern kosmology) también está muy bien, quizá menos psicodélico y más kraut (por momentos kraut pop a lo Stereolab). Además, contiene dos temas con cantos iniciales de aves (Did you see the butterflies? y Valley) y otro con nombre de cuervo (Ravenspoint). Y para redondear la cuestión es pajarera (observadora de aves), hay aves a cascoporro en sus artículos de promoción y libros y fundó un sello discográfico llamado Bird, en el que dio cancha a cantautoras folk, incluido un recopilatorio con 14 ejemplos de folk femenino (Beardes ladies).
Tremendo disco de debut se ha marcado este grupo londinense. Del doom de Black Sabbath al drone doom de Sun O))) pasando por el stoner y el hardcore. Sí, en definitiva, sludge metal en estado puro. Y bueno, la razón por la que está aquí es por su título y portada pajareras. Vamos, que a mí este disco me tiene dominado porque encima contiene letras altamente comprometidas donde no faltan cuestiones como la violencia machista o la rebelión contra el sistema capitalista que nos aliena.
La relación de Big Big Train con los córvidos debe ser muy estrecha. Ya en su anterior elepé (Folklore) protagonizaban la portada. En 2017 una grajilla se adueñaba de la de Grimspound y además titulan una canción As the crow flies. Entremedias rock progresivo de libro, sin desdeñar lo que Porcupine Tree y Dream Theater les puedan aportar desde esferas más metálicas. Pero cuidado, que la riqueza de la multi-instrumentación con la que se descuelgan los ochos músicos del grupo inglés viene de lejos. Llevan desde 1994 grabando discos.
Drapetomania, de Filastine & Nova
Esta conexión entre Barcelona (Grey Filastine) e Indonesia (Nova Ruth), a través de una efectiva y sugerente batidora de sonidos electrónicos, es obra de Filastine & Nova. No solo vive de Barcelona e Indonesia, también se asoman África y América, y con un punto de reivindicación del reciclaje de sonidos, evidenciado en Chatarreros. ¿Y las aves? La naturaleza también está presente en esos sonidos, en los títulos, como Halcyon (género de aves muy parecidas al martín pescador) y Glass seagulls (gaviotas de cristal), y en los cantos de aves de fondo de Night X.
La lechuza es el ave del año 2018 según SEO/BirdLife y las personas que votaron por ella. Y es la protagonista absoluta de la portada del último disco de The Soul Jacket porque en la misma no aparece ni título ni nombre del grupo. Dentro, rock de inspiración americana que viaja mucho, del country al blues con parada y fonda en el hard, The Band, Peter Green y John Mayall. Por derecho propio, este combo vigués le ha quitado el puesto en la lista a otros candidatos desde el rock americano: The Magpie Salute. Estos últimos, formados, entre otros, por los ex The Black Crowes, Rich Robinson, Marc Ford y Sven Pipien, han pasado de las cornejas a las urracas.
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