Novela histórica: mapas para entender las crisis
Historias que nos reflejan en nuestros antepasados. Ellos protagonizaron crisis de profundo calado, se transformaron con la cultura, pueden mostrarnos nuestras raíces y permitirnos comprender de forma atemporal los ciclos que junto a ellos dibujamos.
SARDIFLOR
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La crisis actual es diferente y a la vez, no lo es. Nuestros antepasados también las han vivido y nos lo cuentan a través de la novela histórica. En las siguientes líneas apuntaremos hacia otros cuatro momentos de nuestro pasado colectivo, aunque de ingredientes cercanos, que ya hemos superado: la crisis visigótica, la crisis del bajomedioevo, el Siglo de Oro y la crisis del reinado de Isabel II.
Comenzamos por la crisis visigótica. Hagámonos una idea general del periodo a base de muy breves pinceladas. La confederación resultó ser de estructura más frágil de lo pensado. La sociedad estaba dividida. Una élite alejada del pueblo mantenía su posición gracias a los éxitos militares. Los botines se repartían entre las casas nobles amigas. Las conspiraciones palaciegas eran el pan de cada día. Guerra civil, luchas internas, enfrentamientos entre la élite ya desmembrada. Lo único que no se rompió y brilló fue la cultura. Así fue a partir de Isidoro de Sevilla. No es el único, pero sí quien representa con mayor envergadura el despertar intelectual gracias a la llegada de libros, intelectuales, monjes y abades de África.
Contamos con pocas novelas históricas actuales sobre los visigodos y con menos aún que reflejen aquellos momentos de manera cuidadosa y precisa. Empezamos en el siglo V, cuando llegan a Hispania. Destacan entre todas las novelas las de Francisco Galván: El tesoro de Vulturia y De buitres y lobos. Le acompañan La reina sin nombre de Maria Gudin, La visigoda de Isabel San Sebastián Cabasés, la novela juvenil Un diamante para el rey de Maria Isabel Molina. Para el final del periodo visigótico contamos con Muza de Paco Dausella .
Continuamos con la crisis del Bajo Medioevo. Perfilemos primero el momento con rápidos trazos. Durante este periodo todos los estamentos, toda la estructura cae. Durante el siglo XIV , nefasto globalmente, la crisis fue un terremoto en todos los sentidos para España. Mientras que durante el siglo XV hay una recuperación económica y demográfica, pero persisten la crisis política y la social. Sobre estos dos siglos abundan las novelas históricas. La alta nobleza, la baja nobleza y la burguesía presionan a los campesinos. Nacen las asociaciones, las hermandades de Castillas y los payeses de remensa. En Castilla, Navarra y Cataluña, las guerras civiles se suceden. Se empieza a culpar a los judíos y son perseguidos, entre otras cosas, por “corromper el aire y el agua”.
Los intelectuales de la época resultan apasionantes son críticos excepcionales de su tiempo. Una vez más la cultura tiene mucho que aportar y se hace eco de miles de voces. Son los poetas Arcipreste de Hita, de sobras nombrado aunque poco conocido en su rebelión golfa de opereta vienesa y revista española El libro del buen amor, Pedro López de Ayala y Abul Barakat al-Balafiki personaje fascinante cuya arquitectura inspiró a Gaudí y que cuenta con su historia plasmada en un libro de Manuel Pimentel titulado El arquitecto de Tombuctú.
Por el rey matar omnes, non llaman justiçiero,
ca sería nombre falso: más propio es carnicero.
Si estos son ministros, sonlo de Satanás
ca nunca buenas obras tú fazer les verás.
La cita pertenece a Rimado de palacio escrito en 1385 por López de Ayala durante su encarcelamiento en Portugal. Él y el Arcipreste de Hita representan la cara y la cruz de un sentir, pero ambos comparte la visión crítica y asombrada.
Para quienes busquen la novela de puro entretenimiento histórico, contamos con La catedral del mar de Ildefonso Falcones en el siglo XIV en Barcelona y El número de Dios de Corral Lafuente con las catedrales de Burgos y León. Peregrinatio de Matilde Asensi nos lleva hasta el Camino de Santiago. Imposible perderse En nombre de la rosa de Umberto Eco gran novela con la que el autor debutó a sus cuarenta y seis años. Italo Calvino ofrece el gran clásico El caballero inexistente. En efecto, junto a Agilulfo Emo Bertrandino de los Guildivernos y de los Otros de Corbentraz y Sura,caballero de Selimpia Citerior y Fez llegaremos a percibir cómo se llegó al fin de la época y qué personajes poblaban el imaginario de aquel entonces. Imposible no citar Samarcanda de Amin Maalouf por su mirada poética. Podremos conocer a Alfonso XI y su época en de Ignacio Merino, abrazar a Juan I en El testamento de Juan I de Teresa Arroniz y Bosch sentir el siglo en El invierno de la corona José Luis Corral y en La valida de Vicenta María Márquez de la Plata Para comprender la cuestión religiosa nos ayudarán El papa Luna, Benedicto XIII y el cisma de Occidente de Jesús Maeso de la Torre y La ciudad de los herejes de Federico Andahazi
También hay ensayos muy entretenidos para no especialistas en el tema que cubren aspectos poco tratados como Reinas medievales de los reinos hispanicos de Maria Jesús Fuente o Reinas medievales españolas de Vicenta Marquez y Luis Valero; Moras y cristianas de Irisarri y Magdalena Lasala; El principe de los judios y otros relatos de la tierra de las dos culturas de Juan Felix Bellido. Historias de brujas medievales de Ángeles Irisarri recupera esta figura tan importante con un gran sentido del humor.
Llegamos a tiempos de Isabel II . Iluminemos el momento pasado con algunos destellos veloces. Seis constituciones, la administración centralizada mediante reformas que se mantuvieron efectivas hasta 1978. Grandes ideales y meritrocacia se encuentraron con el fraude, la falta de consenso y sin representantes. Se suceden guerras civiles y pronunciamientos. España cuenta poco y se aísla, pretende mantenerse neutral con escapadas quijotescas a África. La revolución industrial habita en Cataluña mientras el campo se convierte en el problema relegado. Los ferrocarriles llegan con la banca moderna. La crisis financiera de 1866 se une a la crisis de subsistencia y desemboca en la revolución de 1868. En un pequeño libro de Ricardo Macías titulado Los males de España y editado recientemente por Algón Editores resulta demasiado actual y formular un diagnóstico revelador escrito hace más de un siglo y medio.
“…las acciones culminantes, que siempre son batallas, carnicerías horrendas, o empalagosos cuentos de reyes y dinastías, que preocupan al mundo con sus riñas o con sus casamientos; y entretanto la vida interna permanece oscura, olvidada, sepultada. Reposa la sociedad en el inmenso osario sin letreros ni cruces ni signo alguno: de las personas no hay memoria, y sólo tienen estatuas y cenotafios los vanos personajes…”
Las palabras anteriores pertenecen a Benito Pérez Galdós, magnífico cronista de la época. Cada uno de sus libros es un retrato cuidado y sentido de una España rota. Sangre en la calle del turco de José Calvo Poyatos nos conduce hasta 1868 y sus momentos culminantes. Silvia Miguenz retrata a la reina en su novela titulada Isabel II de borbon: la reina de los tristes destinos y junto a ella nos adentramos en la época. El clima de luchas políticas se palpa entre las páginas de El maestro de esgrima de Arturo Pérez Reverte . Hacia el final de esos tiempos nos conducen La Barraca de Vicente Blasco Ibáñez y Mr Witt en el cantón de Ramón J Sender.
No viene nada mal recordar alguno de los magníficos consejos de otra época crítica como lo fue el Siglo de oro español. Como en todas ellas, son la cultura y la literatura los vehículos de superación personal, de expresión y comprensión de tiempos difíciles de digerir. Nacen de heridas y gracias al mecenazgos se producen, por eso podemos contemplarlas, disfrutarlas y admirarlas en la actualidad.
-Fortuna, en muchas cosas de las que tú y esa picarona que te sirve habéis dicho, tenéis
razón; empero para satisfación de las gentes está decretado inviolablemente que en el mundo, en un día y en una propria hora, se hallen de repente todos los hombres con lo que cada uno merece. Esto ha de ser: señala hora y día.
La Fortuna respondió:
-Lo que se ha de hacer ¿de qué sirve dilatarlo? Hágase hoy. Sepamos qué hora es.
La cita pertenece a La hora de todos y la fortuna con seso de Francisco Quevedo. Fue publicada en 1645. Quevedo escribe lo que él denomina “tratadillo” harto de las crisis de España, del abuso de poder, la injusticia, la falta de estructura. El resto nos lo podemos imaginar porque el sentir actual nos une a nuestros antepasados. Nada mejor que la novela histórica para acercarnos a nuestros congéneres y hermanos en el tiempo. Quizás conocerlos, abrazarlos y entenderlos nos permita aliviar la desazón y aclarar la razón. Eso espero. Eso deseo, aunque el libro de Quevedo no acabe muy bien. No olvidemos que se debe también a la época. El hombre del barroco cree que todo es relativo, que los sueños y la realidad están hechos de la misma materia inefable. Es natural, han llegado después del Renacimiento en el que todo era posible, han chocado con el gran desengaño de no poder controlar la existencia y sólo creen en el vacío que se llena de fábulas a sabiendas de su poder. Pero el hombre barroco cree en la imaginación. Las Américas se están inventando.
Mi sincero agradecimiento a Juan Laborda, historiador y autor novel, sin cuyo consejo no podría haber dibujado los ciclos históricos que adivinaba y buscaba.
Feliz lectura, iluminadores viajes en el tiempo y profundas vivencias.
Comentarios
Por José Vázquez, el 05 abril 2013
La historia y la novela histórica interpreta relaciones humanas y hechos. Aunque a los estudiosos les encantan las clasificaciones y etapas, necesarias para el estudio sistemático, la verdad que nuestra vida se reduce a un subproducto de relaciones de poder poco cambiantes.
La relación entre Señor-Vasallo-Feudo se puede traspasar a estos momentos y sería casi idéntica a la que se establece entre Señor-Vasallo-Finanza: El nuevo contrato que se establece es idéntico al medieval, el siervo tiene que trabajar para el señor que le cede el feudo. Ahora el feudo es el crédito que se le suministró para vivir. Por medio de ese contrato queda sometido a los mandatos del Señor.
Los señores financieros no ven solución a la invasión productiva de oriente y países emergentes y deciden dedicar medios a esclavizar, por medio del crédito, a una parte del pueblo, que queda sometido a sus dictados directos(precios, tipos de interés…) . Los sectores productivos se contraen, mientras los financieros esclavizan a la población. El resto de sus medios lo invierten en Paraísos-Offshore accounts, nunca en la producción real de bienes. En resumen, los Siervos de la Finanza son los nuevos Siervos de la Gleba.
Por Sardiflor, el 05 abril 2013
Querido Jose,
gracias, una vez más, por dejar tu comentario y plasmar tu parecer de manera tan honesta. Ya sabes que te contesto con la misma sinceridad.:-)
Personalmente no creo que seamos iguales a nuestros antepasados. Pues simplemente porque las circunstancias son otras. Lo que sí creo es que podemos mirar hacia atrás y aprender de los aciertos y de los errores. Bueno, al menos intentarlo, la vida no es tan maleable. Hace mucho que arrastramos el mismo tipo endémico de crisis de las estructuras más básicas. Ya ves, desde los visigodos al menos. Pasan los siglos y los ciclos y volvemos a lo mismo. Y me pregunto a qué se debe. Quisiera conjurar los espíritus de nuestros antepasados para que nos ayuden aquí y ahora para que se nos ocurran las ideas que podemos poner en práctica para hacerlo mejor. Quisiera apoyarme en la fuerza de mis antepasados para reconocer mi propia fuerza. Así estoy, Jose.
Un abrazo mediterráneo,
Sardi 🙂