Éramos superhéroes
WE’RE NOT IN KANSAS ANYMORE
Como en la mayor parte de las historias, todo empezó cuando éramos pequeños. Cuando eras diferente pero no lo sabías. Cuando desarrollaste el don de la intuición sin saber qué demonios era eso. Cuando un compañero, en el patio del colegio, pronunció la palabra por primera vez. Y la escuchaste. Como la primera vez que escuchaste ‘lenguaje’ o ‘alpargata’. Pero no era igual. Aún no sabías que las palabras no eran buenas o malas pero que los seres humanos podían hacer que lo pareciesen. Lo intuías, sin saber qué demonios era eso. Notabas que esa palabra dolía si se lanzaba con fuerza, si te arreaba en las pelotas, si rebotaba en la cabeza. ‘Maricón’. ¿Qué es eso? Porque te lo llamaban mucho antes de que tú supieras qué significaba. Incluso antes de que tú supieras que lo eras. Daba mucho coraje que los demás se anticipasen a la vida. Como esos listillos que tienen la necesidad de hacerte saber lo que va a pasar en la película antes de que suceda.
Como Superman, pensábamos que este mundo no era el nuestro pero debíamos adaptarnos a él. Era lo único que teníamos. Entendimos aquella intuición infantil como un superpoder y empezamos a utilizarlo en nuestro propio beneficio. No todos veníamos de Krypton pero todos, al principio, nos creamos una identidad secreta y fingimos como cualquier superhéroe. Habíamos aprendido que había supervillanos pero aún no teníamos las herramientas necesarias para enfrentarnos a ellos.
Como Spiderman, descubrimos que teníamos una habilidad y, como todo suma, acabamos convirtiéndola en otro superpoder. Necesitábamos una cualidad sobrehumana para hacerle frente a la vida. Para eso, el supermercado del superpoder era magnífico. Igual que un bazar chino, en el que hoy puedes encontrar desde aceiteras hasta muñecas hawaianas pasando por desodorantes, pelucas y enchufes de tres clavijas, era imposible que salieses del súper sin tu superpoder. Había quien elegía poder cambiar su apariencia física, o curar rápidamente cualquier lesión, e incluso los había que solo querían volar. La mayoría, con el tiempo, fuimos adquiriendo la curiosa capacidad de ver en la oscuridad, pero ese es otro tema. A mí el superpoder que más me gustaba, y que prácticamente todos teníamos en aquella época, era el de leer entre líneas. Éramos capaces de ir más allá de lo aparente, de llenar el interlineado, de encontrar respuestas en el espacio en blanco, de interpretar silencios, de cantar las emociones de otros y hacerlas nuestras. Nos podíamos identificar con la esencia, superando la forma y congeniando con el fondo, sin que tan siquiera nosotros supiésemos como lográbamos hacerlo.
El experto en cine Richard Dyer explicaba que las ideas de cada uno acerca de quien eres no se originaban únicamente en tu interior. Que venían de la cultura y, muy especialmente, de las películas. Pienso que, de igual manera, de la literatura, de la música y hasta de la moda. Y aunque este planeta pretendiese condenarnos a la invisibilidad –lo que no se ve, no existe-, nosotros éramos superhéroes y veíamos más allá. Lo hicimos con la sra. Danvers de Rebecca, con el Gordo y el Flaco, con la relación de Brick y Skipper en La gata sobre el tejado de zinc, pero también lo hacíamos con Tony y María en West Side Story y con Bud y Dennie en Esplendor en la hierba. Y nos emocionábamos hasta la lágrima. Quiero pensar que una pareja heterosexual también puede descubrir ese superpoder identificándose con la historia de amor entre Ennis del Mar y Jack Twist en Brokeback Mountain y emocionarse hasta la lágrima.
Aplicamos la misma fórmula a El principito y a la poesía de la Generación del 27 sin que nadie nos apuntase la manera. Con la música llegamos más lejos. Hicimos himnos de la doble intención, de la deducción, de la interpretación de las letras. Puede que Over the rainbow fuera la más emblemática, pero nuestro superpoder no tenía límites. Reescribimos el Something de los Beatles para que hablase de ese chico que conociste el fin de semana pasado, que Every breath you take definiese tu ruptura, que The boy with the thorn in his side fueses tu. Gore Vidal lo llamaba “proyectar subtextos”. Eso también era un superpoder.
Como Wonder Woman, tiendo a creer que si nos atan con nuestro propio lazo mágico, perdemos el poder. Que la exhibición sin matices crea una audiencia sin inquietudes. Que Lady Gaga será un referente muy valioso pero sus fans puede que nunca se encuentren con Cole Porter. Que Los amantes pasajeros será una loa a la pluma pero sus fans más jóvenes quizá no sientan la necesidad de leer entre líneas e identificar el olor a gardenia de la tarjeta de visita de sr. Cairo en El halcón maltés. No sé si me explico o simplemente, como los superhéroes de Watchmen, me estoy haciendo mayor.
Escucha el último programa de Wisteria Lane dirigido por Paco Tomás en RNE.
Comentarios
Por Jesus Egea, el 24 abril 2013
Le agradezco enormente el símil de superhéroe (era ávido lector de esos comics) en su relato. A mi entender todos nos sentimos diferentes y únicos,aún asi vamos descubriendo cosas con el paso de los años. Quizás algunos no sean tan fácilmente etiquetables o entren en los cánones convencionales. Yo símplemente le llamo explorar la vida e ir probando hasta que encuentras lo que te gusta. Un saludo
Por Jesus Egea, el 24 abril 2013
Estimado señor Paco Tomás:
Tras leer su última entrega «Éramos Superhéroes» me ha hecho retorceder hasta la infancia. En la mia en un entorno totalmente heterosexual no había cabida para cosas diferentes que no fuera el típico acercamiento hacia la extraña raza femenina. Creo que la educación que nos dan es ciertamente una barrera hacia lo desconocido y por ello con el tiempo, los estudios, el conocer otros sitios fueron abriendo las posibilidades que hasta entonces se me bridaban. En resumen fuí probando hasta que encontré lo que me gustaba. Creo que el mundo es un gran buffet y que cada cual pruebe hasta encontrar su sitio. Las religiones y la educación no ayudan mucho a ello la verdad.
Por OPSeoul, el 25 abril 2013
Y todos hemos notado when the leather runs smooth on the passenger seat.
Usted, su programa y el blog en el que colabora han sido grandiosos descubrimientos. Siga marcando el ritmo que lleva. Son tesoros en los tiempos que corren.
Un saludo,
O.
Por paula, el 27 abril 2013
Si ésto es hacerse mayor, dale caña.