Miguel de Guzmán, el fotógrafo de la arquitectura contra corriente
Coincidiendo con la Feria del Libro de Madrid, acaba de publicarse en la editorial Trama Miguel de Guzmán. Fotografía de Arquitectura, un volumen que recoge el trabajo del fotógrafo Miguel de Guzmán (www.imagensubliminal.com) durante los últimos doce años. Una oportunidad para observar, comprender y discutir algunos de los ejemplos de arquitectura contemporánea producidos en España durante este periodo: de Carlos Arroyo a NoMad, de Elii a Manuel Ocaña, de Picado/De Blas a Langarita-Navarro, de Andrés Jaque a C+Arquitectos, pasando por Dominique Perrault, PKMN, Mi5, Pelli, Brut Deluxe, Dosmasuno, David Chipperfield o Enrique Krahe. El libro contiene, además, una entrevista de Iván López Munuera al fotógrafo y un texto de Andrés Jaque. Aquí van algunos extractos como adelanto.
IVÁN LÓPEZ MUNUERA
Niños multiplicados, vacas pastando, folclóricas saltando a una piscina, gimnastas haciendo ejercicio, imágenes especulares, agrupaciones musicales, parejas durmiendo, restos de una fiesta, curas paseando o caballos en geriátricos. Las fotografías de Miguel de Guzmán están protagonizadas por multitud de agentes inesperados en las imágenes habituales de arquitectura. Se alejan de la concepción del edificio como protagonista único, brillante y solitario, desconectado en un tiempo irreal y una atmósfera perfecta. Sus fotografías son elaboradas puestas en escena que construyen la arquitectura como campos de deseo donde otras situaciones son posibles, donde ocurren muchas cosas y donde casi todo puede suceder. Testifican un cambio en la apreciación de lo que nos rodea, un lugar en el que la interacción y el programa de lo retratado es tan o más importante que las diferentes formas, estilos y materiales de las que están hechas las obras. Porque, si la sociedad que acoge estas construcciones ha cambiado, ¿cómo no van a cambiar sus maneras de ser representadas?
ILM: Hay una cuestión que me parece muy diferente en tus trabajos frente a otros: tu enfoque es una visión “exagerada”, es decir, conviertes el espacio retratado en un espacio de deseo, donde se invoca el uso que esos edificios van a albergar. No tratas de hacer una representación ‘naturalista’ sino radical, visualizas el posicionamiento que tienen estos proyectos y no tratas de enmascararlo. Porque, obviamente, fotógrafos históricos de arquitectura como Schulman o Candida Hofer hacen lo mismo, pero tratan de esconderlo bajo una apariencia de naturalidad, de realidad no alterada.
MdG: Exacto, intento que la recreación sea visible. No trato de generar simplemente una imagen potente que desestabilice lo que piensas de esas arquitecturas, sino captar lo que esas arquitecturas contienen. Cuando hacemos una simulación, que siempre hago junto con los autores de las obras, es para explicar la realidad de ese edificio, para mostrar su uso y su programa, para qué fueron concebidos estos proyectos. Esto es importante. La mayoría de los arquitectos con los que trabajo han pensado mucho sus programas, sus utilizaciones, las diferentes posibilidades que puede albergar. Hay que tener en cuenta que cuando realizo los reportajes coincide con el momento en que estas construcciones se han terminado y aún no están en uso. Replicar ese uso, mostrar que la arquitectura va más allá de un estilo o un material es esencial. Pero no trato de generar una apariencia de realidad. Me interesa ese doble aspecto de la simulación: mostrar lo que podría suceder, lo que sería deseable, mostrando al mismo tiempo que es eso, una simulación.
ILM: Creo que esta elaboración de narrativas y atmósferas se relaciona de manera particular con otros intereses tuyos, como el cine de David Lynch, las fotografías de Gregory Crewdson o Cindy Sherman o el manga japonés, que también generan atmósferas cargadas, exageradas, de diferentes visiones reales. Elementos que dan pie a distintos posicionamientos.
MdG: Por supuesto. Hay cierta ortodoxia en la manera de entender la arquitectura y la fotografía, pero al mismo tiempo se dan nuevas maneras de ver, las reglas pueden romperse y contaminarse. Depende siempre del enfoque determinado para cada reportaje, puedes estar más en sintonía con el arquitecto, que esté abierto a influencias y nuevos planteamientos, mientras que en otros la respuesta más adecuada es lo ortodoxo. Pero son caminos de ida y vuelta. Esto es algo que se ve al repasar la historia de la fotografía, como la Escuela de Düsseldorf, casi aséptica en sus planteamientos, frontal, simétrica, algo que bebía directamente de los retratos y no tanto de la fotografía arquitectónica, llena de escorzos y contrapicados. Obviamente Sherman o Crewdson me interesan de manera especial, al generar escenas, casi fotogramas, de películas posibles. Para mí los propios edificios son personajes que interactúan. En este sentido me interesa la fotografía de autores como Rinko Kawauchi, que dan vida a objetos, mostrando escenas muy cotidianas donde todo se convierte en un personaje. Creo que esto es aplicable a la fotografía de arquitectura. Cuando no tienes una escena humana, las diferentes partes de un edificio pueden convertirse en actores si les das el tratamiento adecuado.
ILM: ¿Qué proyectos de los que has fotografiado te parece que ponen más en cuestión la visión disciplinar tradicional o llevan a la arquitectura a nuevos terrenos?
MdG: Prácticamente todos. Creo que está bastante claro que la arquitectura más ‘ortodoxa’ es la arquitectura más comercial, más banal, no plantea retos y tiene una ideología muy marcada, no conservadora, sino aburrida, poco sugerente. No estoy seguro de que ni siquiera sea arquitectura ya que no responde a necesidades más que económicas, frente a otras que tratan de proponer programas, responder a diferentes necesidades y que precisamente se mueven dentro de una economía mucho más limitada.
ANDRÉS JAQUE
El trabajo de Miguel de Guzmán no puede entenderse sin prestar atención al hecho de que él mismo está implicado en un proceso de transformación de las prácticas arquitectónicas. Un proceso en el que un número de arquitectos, entre los que Guzmán ha jugado un papel primordial, han compartido en los últimos 12 años una inclinación a renunciar a verse como discípulos de maestros o de árboles genealógicos lineales; a reclamar la misma atención para las acciones pasajeras o los pequeños asuntos que la que recibían los resultados de los concursos; a reivindicar que la arquitectura se explica en su uso ordinario y no en una objetualidad autónoma de lo colectivo; que la construcción no tiene que ser necesariamente preciosista; que los contextos en los que ocurren los proyectos no son físicos, sino sociopolíticos; o que la arquitectura no es una actividad elitista, ni en sus objetivos ni en sus referencias culturales.
Instalado en estas transformaciones, el trabajo de Miguel de Guzmán ha impulsado estos desplazamientos aportando en muchos casos perspectivas y énfasis pensados para que se hiciesen visibles propuestas arquitectónicas concretas desarrolladas contra corriente. Sus fotografías más exitosas comparten los mismos rasgos. Presentan la arquitectura como una actividad que se da en la interacción. Aportan una forma de narrar desde la que acciones de escasa duración, prototipos, arquitecturas de materialidades no edificatorias, edificios o transformaciones urbanas o paisajísticas quedan equiparadas; porque se hace visible cómo atienden a propósitos e intenciones similares y cómo reciben respuestas igualmente inesperadas. En ellas se expresa claramente que lo que se muestra es una de las incontables opciones de una realidad plural. Sus narrativas hacen recuento de la multiplicidad de espacios sociales donde se producen las acciones arquitectónicas. En algunos casos exageran la exposición de las intenciones de los autores en composiciones que ofrecen ilusiones alejadas de lo cotidiano. En otros casos inventan cotidianeidades ejemplares y deseables. En muchos otros muestran, tal cual, el resultado de la ocupación, no como el resultado de lo que los autores pensaron, sino como el desplazamiento y la variabilidad que sus usuarios introdujeron. Y en todas ellas, en términos generales, se entiende la arquitectura como el encuentro de materialidades diversas, en el que los muebles, las cortinas, las plantas de interior, la jardinería, las personas, las lámparas, los juguetes, los animales, las cruces, los calendarios o las marionetas tienen la misma presencia que las edificaciones en la construcción del día a día.
La presentación del libro Miguel de Guzmán. Fotografía de Arquitectura tendrá lugar el viernes 7 de Junio a las 19:30 en el Salón de Actos de LaSede COAM. c/ Hortaleza 63.
Intervendrán:
Toni Abril, editor
Iván López Munuera, crítico de arte y comisario independiente
Uriel Fogué, arquitecto
Edgar González, arquitecto y editor de www.edgargonzalez.com
Miguel de Guzmán, arquitecto y fotógrafo
El libro ya en venta en Trama editorial y en librerías.
Comentarios
Por Maria, el 05 junio 2013
Es importante resaltar el magnífico trabajo de arquitectos y arquitectas nacionales. En ese sentido podríamos unir el legado de Enric Miralles, cuya Fundación trata de mantener vivo su trabajo. Actualmente se está llevando a cabo en el Matadero de Madrid un taller donde un grupo de alumnos creará con técnicas y materiales tradicionales muy en consonancia con el trabajo que el estudio Miralles hizo para el stand de España en la Exposición Shanghai 2010, estructuras y mobiliario que servirán para el evento que este fin de semana tendrá lugar en el propio espacio Matadero junto a la Architectural Association School.
http://mataderomadrid.org/ficha/2424/campos-liquidos.html