Radiografía de España a través de los diez fármacos que más consumimos
España es, junto con Estados Unidos y Francia, el país con mayor gasto farmacéutico por persona. A partir de ahí y fijándose en los diez medicamentos más consumidos, la novelista y periodista Almudena Solana ha construido su cuarta novela, Efectos secundarios, recién publicada por Planeta.
RAFA RUIZ
Era periodista. Pero un día, al comenzar el milenio, Almudena Solana, nacida en Tui (Pontevedra), quiso cambiar de paso, escribir más despacio, disfrutando cada palabra, para que la leyeran también más despacio. Se estrenó en 2002 con El currículo de Aurora Ortiz, traducida al inglés e incluso adaptada al teatro en Londres. Y ahora presenta su cuarta novela, Efectos secundarios (Editorial Planeta), en torno a los diez fármacos más consumidos en España. Estos: Adiro (ácido acetilsalicílico, el mismo componente de la aspirina), Nolotil (analgésico), Viscofresh (indicado para la sequedad ocular), Augmentine (antibiótico), Voltarén (antiinflamatorio), Lexatín (ansiolítico), Orfidal (tranquilizante), Paracetamol (analgésico), Ventolín (frente al asma) y Sintrom (anticoagulante).
«¿Qué mejor radiografía de la sociedad que la hecha a través de los fármacos más comprados?», dice ella. «Una auténtica radiografía de la vida actual a través de los medicamentos más consumidos. El amor, las relaciones, el sexo, los sueños no cumplidos, el olvido o la vejez son las otras circunstancias que conviven con el interior de los prospectos», resume la contraportada del libro. «Una sociedad de mucha ansiedad y muchos falsos dolores», añade Solana.
Por cierto, la primera presentación de esta novela se ha hecho con gran boato y circunspección en la Real Academia de Farmacia. Ellos no están muy acostumbrados a este tipo de libros, más bien a tesis doctorales y trabajos de investigación. Señal de que no demonizas los fármacos.
No, no, claro. Ya cuando supieron de esta novela, los farmacéuticos estaban muy, muy asustados. Pero en mi caso, los efectos secundarios son justo lo contrario. Este libro es una reivindicación de las carreteras secundarias, del otro lado de las cosas, lo que te llega por sorpresa y no esperas. Yo creo que en esta vida está todo demasiado estipulado, programado, contabilizado…, y cuando te sales de esa programación y ese cómputo general, parece que la gente se descompone. Pero la vida es maravillosa por lo imprevisible, por los efectos secundarios de nuestra rutina.
Además, en un giro inesperado, los protagonistas de cada una de las diez historias, que se van entrelazando y explicando, toman el nombre del medicamento que consumen. Asumen tanto su química que adquieren hasta su nombre: Adiro trabaja en una consultora, lo tiene todo, y también dolores de cabeza y una leve afección cerebro-vascular, por lo que toma Adiro regularmente. Nolotil es un solitario médico geriatra hasta que descubre a la mujer de su vida. Viscofresh es una azafata de tierra con una voz maravillosa a la que se le secan los ojos con frecuencia, quizá de trabajar en tanto local con aire acondicionado. Augmentine trabaja como cazatendencias, pero su punto débil es la tos y su tendencia a dañarse los bronquios. Voltarén fue una vieja gloria de Hollywood, un antiguo galán; ahora, con 84 años, destina las tardes a alimentar su vanidad contando su vida pasada; vive en un centro de mayores. Lexatín trabaja en un diario deportivo y está de baja por ansiedad; no soporta al redactor jefe; vuelca sus afanes literarios en una página web gay. Orfidal es un hombre que tiene tendencia a dejar las cosas sin concluir; comienza a tomar Orfidal durante un retiro en una casa rural y logra así dejar atrás un carácter irritable y temeroso. Paracetamol es una mujer dulce, enferma de Alzheimer. Ventolín es una virtuosa del saxo, que desarrolló asma en su infancia. Y Sintrom es policía; desde que tuvo un coágulo en una pierna, toma Sintrom.
¿Te has documentado a fondo para dar credibilidad a semejante botiquín?
Dedico mucho tiempo a documentarme, porque la credibilidad es lo más importante en una ficción. En 2006 comencé mi primer recorte en carpeta para este libro, me gusta ver cómo han ido evolucionado los usos y costumbres en los países industrializados. El consumo de Viscofresh, por ejemplo, ha subido tremendamente. Y me parece muy literario eso de tener que llevar las lágrimas artificiales en el bolso. Desde luego que ser periodista influye muchísimo, porque te permite ser curioso sin ningún tipo de rubor. Escribo desde la curiosidad. Con cada novela aprendo muchas cosas. Y en la ficción encuentro respuestas que no encontraba en la realidad.
«El consumo de Viscofresh, por ejemplo, ha subido tremendamente. Y me parece muy literario eso de tener que llevar las lágrimas artificiales en el bolso»
¿Cómo ves la sociedad española, la ves desquiciada, necesitada de mucho Lexatín?
A la sociedad española la veo en un contraste: por un lado, triste, tristísima, y por otro lado, más sincera, con todo lo bueno que tiene la sinceridad. En las dificultades es más fácil que la gente se quite las máscaras y valore las cosas; las crisis dan al valor su precio y al precio su valor. La gente está triste, pero al mismo tiempo confío en que este golpe no nos haga perder de vista lo que aprendemos: que no todo vale, que no sirve eso de ande yo caliente y ríase la gente…, que aprendamos a valorar la belleza, a prestar un instante a la contemplación, a tus amigos, a las lecturas, al enriquecimiento personal, pero no monetario sino del ser. Espero que nos ayude a no olvidar esto y a valorar más la cultura. Porque, por ejemplo, y de esto me he dado cuenta a posteriori, mis tres primeras novelas, El currículo de Aurora Ortiz, Las mujeres inglesas destrozan los zapatos al andar y La importancia de los peces fluorescentes, forman una trilogía sobre el trabajo, sobre la búsqueda del primer empleo, sobre la emigración en busca de un sueldo y sobre la prejubilación. Y yo creo que está sobrevalorado el mundo del trabajo. Ahora puedo entenderlo por el drama de tanta gente en paro, pero llevamos ya muchas décadas viviendo en una sociedad que sacraliza en exceso el trabajo, que todo gira en torno a él, que marca demasiado nuestras vidas, nuestro estado anímico, nuestras relaciones e incluso nuestras amistades, y yo defiendo que hay muchas más perspectivas en esta vida, que debemos saber relativizarlo.
¿Y cómo ves el periodismo; se asfixia, precisa Ventolín?
Estuve recientemente en Telemadrid, y me dio miedo, tan vacío… Me produjo mucha tristeza verlo tan vacío, una metáfora de la precariedad creciente. Encuentro a la profesión vapuleada, pero yo creo que los periodistas en general, y es por lo que a mí me enamoró la profesión, son de una raza especial, y eso es difícil de vencer; cuando eres curioso, no hay nada que te haga dejar de serlo. Pero está claro que el periodismo no está nada cuidado y ese es uno de los síntomas claros de que algo no va en nuestro país, porque cuando tapas la boca a un periodista o le quitas de en medio por incómodo, estás cerrando la boca a mucha gente.
¿Qué fármaco es el que más consumes tú?
No soy muy de fármacos. De estos de mi novela, quizá el Nolotil. Pero yo soy mas de azúcar y sal, de regaliz y aceitunas, según el momento en que esté. Me chuto sal o azúcar, según lo que me pida el cuerpo.
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Almudena Solana y el director de cine Manuel Gutiérrez Aragón presentan la novela ‘Efectos Secundarios’ el jueves, día 13 de junio, en el espacio Ámbito Cultural, en la planta séptima de El Corte Inglés de Serrano, calle Serrano, 52, Madrid. A las siete de la tarde.
La autora firmará su novela en la Feria del Libro de Madrid el sábado de 19:00 a 21.00 horas y el domingo de 12.00 a 14.00 horas en la caseta 147 de la editorial Planeta.
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