Así es el hombre que persigue tormentas
Tiene 38 años y se llama Mike Olbinski. Se gana la vida como fotógrafo de bodas y retratista, pero su pasión consiste en cazar tormentas. Después de cuatro años de intentos, por fin logró capturar la tempestad de sus sueños. Fue en Texas a principos de este mes y logró también registrarla en un vídeo Timelapse. Esta es su historia.
Fotos y vídeo: MIKE OLBINSKI
Llevaba años persiguiéndola. Había estado cerca en varias ocasiones, pero siempre se le escapaba. Años y años de coger el coche, el escáner de tormentas y largarse al desierto de Arizona o a Texas o a cualquier otro lugar con mal tiempo cargado con el equipo fotográfico. Realmente, Mike Olbinski vive de fotografiar bodas, familias… Es un retratista por encargo. Un gran profesional. Pero su mejor mirada la guarda para imágenes que están escondidas en los cielos. Para ser más exactos, en la furia de los cielos. Mike Olbinski tiene 38 años, una hija de 4 años y medio, un hijo de 15 meses, vive en Phoenix (Arizona) y su pasión es perseguir tormentas hasta darles caza con el objetivo de su cámara.
Él mismo ha querido contárselo a El Asombrario & Co: “No tengo ni idea de por qué estoy obsesionado, pero lo estoy. Me han atraído los fenómenos atmosféricos durante toda mi vida. Es como si le preguntaras a LeBron James por qué juega al baloncesto y trata de ser mejor y mejor en cada partido. ¿Por qué ama hacer lo que hace? Simplemente lo ama. El tiempo siempre ha formado parte de mí; desde hace unos cinco años descubrí una forma de capturarlo y, sobre todo, de compartirlo con los demás”. A principios de junio logró, por fin, que uno de esos torbellinos de nubes, viento y polvo se posara exactamente como él quería. O casi. Fue en Booker (Texas). “Me llevó cuatro años conseguirlo”, recuerda Olbinski. “Lo que ves no es un tornado, sino una supercélula de tormenta. Al principio la cogimos por el lado equivocado. Por el norte. Así que tuvimos que movernos por un apocalipsis de viento, granizo y lluvia para desplazarnos a la cara sur. Y entonces sí. Entonces ofrecía el aspecto desafiante de un platillo volante que amenaza a la Tierra. Aquella enorme y monstruosa nube colgaba sobre nosotros como si aquello fuera Encuentros en la tercera fase”.
Olbinski logró no sólo fotografiarla, sino recoger material suficiente como para armar un vídeo en timelapse que deja con la boca abierta. “Tiene tan solo 880 imágenes y se realizó en unos 24 minutos. Rápido. Todo fue muy rápido. Una vez delante del monstruo no tienes mucho tiempo para pensar en lo que haces”. Es consciente de que no es como hacerle fotos a tu gatito para subirlas a Instagram: “Perseguir tormentas es definitivamente peligroso. Necesitas saber muy bien lo que estás haciendo. Yo cuento con la ayuda de mi amigo Andy Hoeland, que me guía hacia el mejor punto para encontrar la tormenta. Sin su radar de monitorización y localización de tormentas, desde luego que me podría ver en problemas más de una vez. Sí, tienes que contar con ayuda y tenerle mucho respeto a lo que estás haciendo”.
Cuenta Olbinski que llegó a esto de la fotografía hace apenas cinco años y de la manera más prosaica que uno se pueda imaginar. Nació su hija, se compró un equipo para fotografiarla y nació la afición. Y ya que tenía el equipo, las ganas y la obsesión, pues también decidió perseguir tormentas. “Así que terminé por convertirme en fotógrafo profesional. Sí, hago bodas y retratos familiares, pero lo que más me gusta es perseguir tormentas”.
Miren el resultado de su trabajo y confirmen cómo le ha cundido el tiempo a este cazador de nubes. Ha sido rápido como una tormenta, pero también sabe que probablemente tenga un don: “Mucha gente puede hacer fotos con un iPhone en una boda, pero si quieres un buen resultado, creo que has de contar con un profesional. No todo el mundo tiene la capacidad de capturar ‘los momentos’, las risas, las lágrimas o saber qué puede esperar de la luz de cada hora del día. Con la fotografía de tormentas pasa lo mismo. Creo que dentro de mí, al mirar una tormenta, hay algo que me permite ver cosas que otros no pueden ver. Una cierta forma de observar cómo se mueven las nubes. La gente tira muchas fotos de nubes y de tormentas, pero hay que tener muy buen ojo para llegar a componer una foto asombrosa”.
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