¿Tornarán las grullas de nuevo a tu lado?
Ilustración de Lorena Álvarez para el libro ‘Ninoninoni’ de Rafa Ruiz
ÁREA DE DESCANSO
Sé que es domingo, verano, que nuestro cuerpo y nuestra mente suplican por un momento de reposo ante la irremediable llegada del lunes. Pero permítanme que hoy comencemos nuestra Área de Descanso con una fotografía escalofriante. ¿Acaso el arte no surge a veces de lo más oscuro de los humanos?
La imagen es la siguiente. Dos pájaros penden, inertes, de sendas varas untadas de una goma pegajosa, una trampa mortal para cazar aves muy utilizada en la cuenca mediterránea. La estremecedora fotografía es de David Guttenfelder y el pie de foto es no menos inquietante: “Detrás de estos palos cuelgan dos vidas y una pregunta: ¿cómo podemos parar la matanza de aves migratorias en el Mediterráneo?”. La pregunta se la hace el novelista norteamericano Jonathan Franzen en un reportaje publicado en el número de julio de la revista Nathional Geographic.
El compromiso de Franzen con la conservación de las aves es conocido. Ya habló del Mediterráneo feo en uno de los ensayos recogidos en Más afuera (Editorial Salamandra), donde el autor de Las Correcciones mezcla literatura, ecología, amor y pérdidas, entre otras la de su amigo David Foster Wallace. Pérdidas. Tanto la ecología y la literatura recalan en ellas porque ambas ponen el foco en la vida. Arden las pérdidas, escribió el gran poeta Antonio Gamoneda
De ecología y vida habló Franzen en su última novela, Libertad (Editorial Salamadra). Desde su publicación en 2010 (un año después en España), Libertad ha situado a Franzen como uno de los novelistas más representativos de Estados Unidos. Algunos críticos incluso lo han visto como el reemplazo natural de Philip Roth o Don de Lillo. Entre las alabanzas sobre Libertad, el recurso al manido mantra de la “Gran novela americana”, una abstracción más del imaginario cultural estadounidense. En España Libertad consiguió adeptos inmediatos, pero también críticos severos. Lo contaba muy bien Evaristo Aguirre en Errata, su columna semanal en Divertinajes.com, una revista cultural coordinada por Eva Orúe que no deberían perderse.
Alejado del ruido mediático que provocó en su día la publicación de Libertad, releída con perspectiva, no puedo estar más de acuerdo con el juicio que hizo Aguirre de la novela de Franzen: “El reparto de actores de Libertad está al servicio de una interesante y vívida historia, incluso entretenida, que es el vehículo para presentar una visión del mundo contemporáneo, con una mirada aguda, razonada y razonable. Y está bien contada, con trucos literarios bien pensados y puestos en práctica”. Quizás a muchos lectores esto les parezca poco, pero en realidad es mucho. ¿Se puede decir lo mismo de la mayoría de las novelas que se publican? Me temo que no.
Literatura y ecología. Como un grito callejero más, espoleados por la indignación que revuelve a la juventud de Norte a Sur y de Este a Oeste, varias editoriales independientes han apostado por la edición o reedición de varias obras de Henry David Thoreau (Concord, Massachussets, 1817-1862), poeta, crítico y ensayista cuya vida y obra se fundieron como en pocos autores. “Hoy en día uno se encuentra con profesores de Filosofía, no con filósofos”, escribió en Walden, su obra maestra, que ahora publica Errata Naturae. Esta editorial ya se adentró el año pasado en el territorio Thoreau con Cartas a un buscador de sí mismo. Naturalista, educador, padre del ecologismo y de la insumisión al Estado, apóstol de la austeridad y la vida simple, Thoreau fue un visionario en muchos sentidos. “Hemos edificado una mansión familiar para este mundo y una tumba familiar para el otro”. Si quiere adentrarse en la obra y vida de este clásico disfrutará con La vida sublime de Thoreu, un cómic que acaba de publicar Impedimenta. Capitan Swing, otra de las independientes, edita por primera vez en castellano una selección de los diarios de Thoreau. “Creo firmemente en la simplicidad. Es asombroso y triste ver cómo incluso los hombres más sabios pasan sus días ocupados en asuntos triviales que creen que han de atender, en detrimento de otros asuntos más importantes que creen que deben omitir”, le escribió Thoreau a su amigo Harrison Blake.
Los ecos de esta oda a la vida simple llegan hasta nuestros días de múltiples formas. La encontramos, por ejemplo, en Rafael Ruiz, veterano periodista ambiental, compañero de viaje en este Asombrario con su Ventana Verde. Acaba de publicar su segundo libro de cuentos de “realismo mágico-ecológico”, según sus propias palabras. Ninoninoni (MadLibro) está dirigido al público infantil, aunque yo creo que su lectura debería ser obligatoria para los adultos. Con una prosa lírica, desnuda, un lenguaje preciso y cuidado, acompasado por unas estupendas ilustraciones de Lorena Álvarez, el libro habla de la decepción, en este caso de un niño que renuncia a dibujar porque todo le sale raro. Ese todo es la naturaleza, que Nino descubrirá a través de la imaginación. “Mete el aire para dentro –le dice a Nino su madre- y alcanzarás el equilibrio. Mete la luz en los ojos y verás siempre en positivo. Cuando hay luz, Nino, nada puede dañarnos. Y la luz siempre vuelve”.
Empezábamos el Área de Descanso hablando de aves y terminamos con ellas, con otra imagen, la que nos traen los versos de uno de poemas más hermosos de todos los tiempos, El archipiélago (LaOficina), de Fiedrich Hölderlin, con traducción de Elena Cortés. “¿Tornan las grullas de nuevo a tu lado y enfilan de nuevo/rumbo a tus costas los barcos? ¿Envuelven en calma tu flujo/brisas ansiadas y sube del fondo el delfín su lomo/baña al reclamo del sol que le alumbra con luces no usadas?”.
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