Germán Díaz, el zanfonista ‘cardiofónico’
Lejos de los focos mediáticos y de la exaltación pop(ular), existen mundos en los que habitan músicos asombrosos que hacen felices a quienes los escuchan. No tocan ante miles pero tocan las emociones más profundas de quienes los descubren. Uno de ellos es Germán Díaz, maestro de la zanfona, un instrumento de origen medieval (“una especie de violín mecanizado”) que, en sus manos, es tan actual como una pantalla de plasma. Claro que él, por no tener, no la tiene ni con culo. En su casa no hay tele.
Texto y fotografías: CARLOS PÉREZ CRUZ
Sin tele, pero con las estrellas perfectamente visibles por la noche, Germán Díaz, que vive en el campo lucense sin apenas vecinos a la redonda, encuentra sosiego e inspiración con “uno de los espectáculos más democráticos y más insuperables de arte”: las nubes. El año pasado organizó un Congreso Internacional de Observadores de Nubes que fue todo un éxito. Por eso, que existan museos que acojan exposiciones en las que llueve y no te mojas, le parece sintomático del tiempo que vivimos: “Estamos tan alienados que no somos capaces de salir afuera a que nos llueva”. Él sale, mira al cielo y compone pequeñas maravillas dedicadas a cirros o nimboestratos, aunque todavía no –que yo sepa- a las mammatus, nubes que evocan unas mamas y que descubro paseando con él (y no mirando una aplicación de móvil que las emula…, que la hay).
Germán Díaz, sobrino del músico y folclorista Joaquín Díaz, estudiaba guitarra pero sentía atracción por la zanfona, instrumento que escuchaba en los discos de su tío o en los de Amancio Prada. Una atracción que devino en carrera después de ganar un concurso de canción de la Junta de Castilla y León que le dio un dinerillo para poder hacerse con su primera. Con ella, lejos de acomodarse al repertorio tradicional al que está asociado el instrumento, ha seguido los pasos de maestros como el francés Valentin Clastrier, renovador de la zanfona y de su repertorio desde los años ochenta. Además de en sus propios proyectos, a Germán se le puede escuchar en contextos jazzísticos de la mano del contrabajista Baldo Martínez (Projecto Miño y Zona Acústica) o del guitarrista Antonio Bravo (con quien firmó las Músicas Populares de la Guerra Civil, de las que ya dimos cuenta en El Asombrario & Co), contextos muy poco asociados al instrumento pero en los que él lo hace hablar con absoluta naturalidad. Hay quien ha llegado a llamarlo el Jimi Hendrix de la zanfona (también quien quiere saber si tiene asegurada su prodigiosa y veloz mano izquierda).
Díaz tiene algo de poeta. Ha denominado su último proyecto como Método Cardiofónico. Es decir, ha tomado el título y el contenido de una colección en vinilo de latidos de corazón, que un doctor –el doctor Iriarte- grabara en los años 30 para el estudio de las diferentes cardiopatías, y los ha convertido en impulso rítmico. Germán logra que esos corazones registrados, que seguramente dejaron de latir hace mucho, vuelvan a hacerlo para marcar el pulso de su música. Eso sí, siempre advierte en las actuaciones que esos latidos están manipulados a su antojo, que si no “siempre hay algún médico en los conciertos que dice que eso es imposible, que con esos latidos el electrocardiograma sale plano”. Una manipulación que no impide que su música adquiera una corporeidad orgánica insólita. “El hecho de tener un corazón marcando las bases es muy evocador”, asegura.
Latidos evocadores para una música que, por la propia naturaleza tímbrica de la zanfona y de otros instrumentos de manivela y mecánicos que utiliza Germán Díaz, también lo resulta. “Las cajas de música nos recuerdan mucho a la infancia”, dice, “y cualquier instrumento antiguo o que suena a antiguo, como el Órgano de Barbaria u otros instrumentos mecánicos, realmente nos hacen retroceder en el tiempo y encontrar esas sensaciones de infancia”. Y es que en el escenario, además de con la zanfona como instrumento principal, cuenta con una pequeña cajita de música y con ese órgano, instrumentos ambos que leen cartones y que, por lo tanto, “se pueden tocar sin aprender música. La música mecánica tiene la virtud de leer cartones perforados y por lo tanto no equivocarse nunca”. Claro que Germán sabe tanto lo que toca como qué quiere tocar y hace virguerías con ellos. Gira sus manivelas, los graba en el momento y, al igual que hace con los latidos de corazón, los lanza después mediante una pedalera para trabajar sobre ellos con la zanfona y bailar tangos, soñar nubes y nanas o recrear el universo estático y melódico de la música de Eleni Karaindrou para la película La eternidad y un día, del difunto Theo Angelopoulos.
A su casa en el campo ha llegado recientemente un nuevo instrumento invitado: una lira organizzata. El lutier austriaco Wolfgang Weichselbaumer ha reconstruido este instrumento, “un híbrido entre zanfona y órgano que se hizo en el siglo XVIII, tan amigos como eran entonces de las excentricidades”. Weichselbaumer ha hecho, por primera vez desde ese siglo, “una reconstrucción del instrumento que se puede tocar, y se han grabado los conciertos que Haydn escribió para el Rey Fernando IV de Nápoles. Ahora me lo ha dejado porque quiere que yo componga algo nuevo para el instrumento”. Todo un acontecimiento que quizá no interese tanto a los grandes medios de comunicación como la cría de capones que Germán, junto con su pareja, realiza en su granja particular y por la que ha llegado a salir en el Telediario de TVE y en otros canales. “Con lo de los capones se generó una noticia un tanto exagerada. No deja de ser algo anecdótico tener animales y ponerles música”. En su web, con el tono de fino humorista que le caracteriza, se puede leer: “les ponemos música, que libera el estrés, de forma que sean más felices y, queremos creer, que más cultos”. Una broma que sigue despertando la curiosidad de las televisiones. Algunas le llaman pensando que esa es su dedicación primordial, ignorando que hablan con un músico de un talento extraordinario que, para poder desarrollarlo, dedica la mayor parte de su tiempo a alimentar algo más importante: su propia técnica musical.
Germán Díaz lanzará próximamente la edición discográfica de su Método Cardiofónico. El jueves 4 de julio ofrecerá una clase de instrumentos de manivela en el marco de la ‘Academia de Sons’ organizada por el festival Imaxina Sons de Vigo. Más información: http://germandiaz.jimdo.com
Escucha un concierto del ‘Método Cardiofónico’ en una reciente edición del programa ‘Club de Jazz’:
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