Yolanda Andrés, la mujer que por el día borda y por la noche se desborda
Una de sus últimas fotos subidas a Instagram dice “Por el día bordo y por la noche me desbordo”. Así es Yolanda Andrés. Su intensidad emocional, su cuidado en los detalles, su ternura de pueblo que encaja bien en el mundo más ‘cool’ de los modernos de ciudad le están haciendo famosa, le han convertido en un personaje desde su taller de Lavapiés en el que enseña a bordar. Madre de tres hijos, bordadora a casi todas horas, le faltaba un libro para redondear su trayectoria. Y ya lo tiene, se titula ‘Nacimiento’ y lo ha sacado recientemente la editorial Caniche.
Nacimiento es la traslación a un libro de las hojas de un año del diario que escribe desde casi siempre; del año, 2008, en que nació su hija Candela con seis meses y menos de kilo y medio, peso que al venir a este mundo bajó a 800 gramos.
Durante el año en que vivió prácticamente en el hospital madrileño de La Paz, acompañando a su hija para que saliera adelante, aplicándole durante meses el método canguro (ese que consiste en que el bebé repose bien pegado al pecho de la madre o el padre durante buena parte del día, piel con piel, su corazoncito latiendo cerca del corazón de sus progenitores), llevándola a consultas y revisiones, a operaciones –incluida una intervención en el corazón-, pre-operatorios y post-operatorios. Para no volverse loca, Yolanda Andrés optó por ir contando la experiencia con dibujos y palabras en un diario, y por recuperar lo que había aprendido de pequeña, en el cole y en la familia, en su pequeño pueblo de Zamora, Cubo de Benavente (ahora un centenar de habitantes): bordar.
Fue mitad terapia, mitad entretenimiento. Yolanda había estudiado Bellas Artes en Salamanca y durante diez años trabajó en una agencia de Publicidad y Comunicación, donde llegó a llevar la dirección de arte –años que recuerda de “mucho trabajo, mucha locura, muchos contactos y mucha fiesta” y que terminaron abruptamente cuando llegó la crisis de 2008-; pero en el hospital, acompañando a su hijita, no podía usar ningún material mínimamente tóxico, así que optó por lo inofensivo de la tela, la aguja y los hilos.
Y en estos 10 años se ha convertido en uno de esos nombres que acompañan de forma subrayada a las artes textiles como una reivindicación de que no son solamente labores femeninas, sino Arte, puro Arte, con mayúscula. La aguja y los hilos de colores que ella tan bien sabe combinar le han llevado desde exponer en galerías de arte como Mad is Mad a colaborar con Levi’s, Carolina Herrera, Hermès, Anthropologie, la tienda del museo Thyssen… Y ella, sin darse importancia, mirando al bastidor con la misma cara y ojos grandes de curiosidad con que mira al periodista, ha ido tejiendo una red de gente que son seguidores de Yolanda Andrés y han creado un estilo, y estamos hablando ya de un millar de personas las que han pasado por sus talleres de bordado. “En un mundo tan digital y con tanta pantalla”, dice ella, “hay mucha gente que quiere volver a hacer cosas con las manos, realizarse, y tranquilizarse, con la manualidad; también hay algo de reunirte en un grupo por las tardes y contarte la vida, eso relaja mucho”.
Y mucho de ese estilo directo y tierno es lo que podemos encontrar en Nacimiento, una cuidada edición de Caniche solo 60 libros que se venden a 150 €, porque son más que un libro, ya que cada ejemplar va metido en una bolsa con el bordado a mano de uno de los dibujos que aparecen en el diario de 2008 de Yolanda. Dibujos y palabras que dejan ver la angustia por la que pasa una madre cuando su primer bebé nace así (luego ella y Zacarías han tenido a Manuel en 2010 y a Valentina en 2011), pero también la alegría innata, el optimismo que lleva de serie genética esta mujer, y que ella está convencida que le viene de una infancia alegre, y de la fuerza de la tierra, de esa tierra sanabresa en la que vivió hasta los 13 años, y a la que vuelve a menudo, sobre todo en verano, y que le relaja e inspira sobremanera para crear sus bordados. “Me encanta estar en el corral bordando con mi madre, o en la cocina mientras escucha telenovelas. Aunque me refunfuña bastante, porque dice que no le gustan algunas mezclas de colores que hago, por ejemplo el rosa con el chocolate”.
Imposible conocer a Yolanda, entrevistarla, sin remitirse a su pueblo, su familia, su infancia… “Mi padre era cartero, un cartero feliz, y mi madre tenía un colmado, de esas tiendas de pueblo que son ultramarinos, bar, estanco y ferretería y mercería… Y yo bordaba en los linos con que venían envueltas por ejemplo las legumbres”. Y algo de ese ambiente hogareño de colmado de pueblo castellano es lo que se respira también en su taller de la calle Encomienda, en Lavapiés, el barrio en el que vive desde hace 20 años y que le gusta especialmente, “porque es muy barrio, muy pueblo, donde vas saludando a la gente por la calle”.
…Y ahora el libro. “Para los bordados que lo acompañan he elegido siempre mensajes superpositivos. No quiero ir de madre sufridora ni de mujer reivindicativa. He querido hacer de ese año algo bonito y positivo. Hasta ahora no me había atrevido, no estaba preparada, este libro lo he parado muchas veces. Carlos (Carlos Copertone, editor de Caniche) quería que fuera uno de sus primeros lanzamientos, y me ha estado persiguiendo años para hacerlo… Y ahora que Candela ha cumplido 10 años y está más fuerte, y mis sentimientos se han asentado, creo que es un bonito cierre de una experiencia”.
En una página del 1 de noviembre de 2008 podemos leer con letras muy grandes entre corazones y estrellas: “Hoy Candela se ha reído. Ha sido fantástico. Se me ensanchó el alma”.
Y el 29 de mayo de 2009: “Candela está muy bien, duerme plácida y feliz. Es una niña muy buena, es un sol, un ángel, una bendición. YO ESTOY FELIZ (recuadrado). Le encanta la papilla de verduras y de carne. Yo estoy otra vez FELIZ”.
¿Cómo está Candela ahora, cómo es?
Superhacendosa, y está muy crecida sabiéndose protagonista del libro.
¿Y Manuel?
Rebelde e inquieto.
¿Y Valentina?
A Valentina la veo… encontrándose… Como yo…, que me encuentro cada día y me sorprendo, y que así siga.
Será eso de “por el día bordo y por la noche me desbordo”. ¿Tu próximo proyecto, Yolanda?
Me han regalado una colcha antigua de lino y quiero bordar en ella a mi padre y a mi madre, tumbados, durmiendo, a tamaño natural.
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