‘¿A quién benefician las migraciones?’: reportajes de investigación hechos cómic
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Doble página de la novela gráfica ‘¿A quién benefician las migraciones? El negocio de las fronteras cerradas’.
Puedes seguir al autor GUILLERMO MARTÍNEZ aquí @Guille8Martinez
Taina Tervonen es franco-finlandesa, vivió en Senegal hasta los 15 años y habla wolof. Esta periodista y documentalista siempre ha trabajado sobre migraciones e historias de vida. Ahora, sus fuentes periodísticas se convierten en personajes de la novela gráfica que ha escrito: ‘¿A quién benefician las migraciones? El negocio de las fronteras cerradas’ (Garbuix Books, 2024). Con el dibujante Jeff Pourqué a los pinceles, la obra es una bofetada de realidad que responde a muchas preguntas que la mayoría de la gente todavía no está dispuesta a afrontar.
Primera historia. Estamos en Sicilia, provincia de Ragusa, julio de 2014. Los bomberos rescatan 45 cadáveres del mar en apenas 18 horas. “Cuando trabajamos, parecemos máquinas. Y es la adrenalina la que nos empuja a dejar de lado los sentimientos. Pero los sentimientos vuelven cuando se esfuma toda esa adrenalina. Como una huella que guardamos muy adentro”, cuenta un bombero a Tervonen. Tal fue la situación, que uno de estos bomberos se terminó suicidando. Aquel año, 3.279 personas murieron cruzando el Mediterráneo, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). En 2016 se alcanzó una nueva cifra récord, 5.079 muertos.
Para completar la historia, Tervonen acude a las raíces. Es 18 de abril de 2015, cerca de Misurata, en Libia. Unas 800 personas ocupan un pesquero de no más de tres decenas de plazas. En la bodega van otras 300 personas. Dos jóvenes, uno de Túnez, con 27 años, y otro de Siria, con 25 años, van al timón. Más tarde engrosarían la lista de los 28 supervivientes que hubo cuando el pesquero chocó contra otro más grande.
Fueron detenidos y acusados de homicidio. Se enfrentaban a penas de 18 y 6 años de prisión. “A ojos de la ley, los capitanes de esas embarcaciones son considerados traficantes. Sin embargo, a menudo son migrantes como los demás, solo que sin dinero para costearse el trayecto”, explica Tervonen en la novela gráfica. En ese verano de 2015, la Armada italiana recuperó 169 cuerpos del barco hundido a 370 metros de profundidad. Justo al año siguiente, el mismo día, sacaron el barco del mar, donde encontraron 185 cadáveres y sus sudarios.
“La mayoría de los cadáveres son de chicos de entre 15 y 25 años. Estamos hablando de una generación entera asesinada”, le contó la forense Cristina Cattaneo a la entrevistadora. Como la misma Tervonen concluye, “las muertes en alta mar son resultado de una política comunitaria que limita las vías de entrada legales a Europa y que controla de forma muy estricta las fronteras”.
Omisión de socorro como política comunitaria
Segunda historia. “Según la OIM, Europa es el destino más peligroso del mundo”, comienza. Estamos en el puerto de Trípoli, en Libia. Es el 17 de marzo de 2011 y 72 migrantes se lanzan al mar en una lancha para 25 personas. Tras ser avistada por un avión francés que envió sus coordenadas al Maritime Rescue Coordination Center, los migrantes lanzaron una señal de socorro a través de un teléfono por satélite cuando se dirigían a Lampedusa. Dos horas más tarde, un helicóptero localizó la lancha. Un segundo helicóptero, horas después, les lanzó galletas y agua.
Al día siguiente la lancha quedó a la deriva, sin gasolina. Entre el 3 y el 5 de abril un barco de guerra los atisba, pero no los socorre. Siguieron a la deriva hasta el 10 de abril, cuando la lancha atraca en Hetin, al suroeste de Trípoli. De los 11 migrantes que seguían con vida en ese momento, dos murieron días después al no conseguir recuperarse.
En este caso, Tervonen pone la mirada en Frontex, la Agencia Europea de la Guardia de Fronteras y Costas. “A medida que se intensifican los controles, los migrantes deben tomar rutas cada vez más largas y peligrosas”, explica en el texto. Y otro dato: entre 2000 y 2013, fueron más de 22.000 los migrantes que murieron en las fronteras europeas, en Ceuta y Melilla a pie o ahogadas en el Mediterráneo. “Hay expertos que estiman que, por cada cadáver encontrado, hay dos que nunca serán recuperados”, concluye.
Un control de fronteras ineficaz
Tercera historia. Febrero de 2018, frontera entre Argelia y Níger. Tervonen visita el centro de la OIM en Agadez. Ousman Gaye tiene 19 años, es de Gambia y terminó siendo el “compass man”, quien lleva el timón de la embarcación en la que intentó llegar a Europa, por lo que no tuvo que pagar por el viaje. Los guardacostas libios le arrestaron una hora después de zarpar, y un traficante pagó por su libertad. Volvió a intentar la huida hacia una vida mejor, pero de nuevo les arrestaron, esta vez en la misma playa.
“A las mujeres las violaban en la prisión. Si intentabas defenderlas, te obligaban a violarlas a ti mismo”, contó a Tervonen. Más tarde le volvieron a arrestar en Argelia, y les abandonaron en el desierto, en la frontera con Níger. “El control de fronteras es solo una medida de cara a la galería, porque la raíz de la situación es otra: un crecimiento demográfico galopante, la falta de trabajo para los jóvenes”, explica la reportera.
Tervonen, de nuevo, va a las causas. En 2016, Níger aprobó una ley que convertía en tráfico de personas lo que antes se consideraba simple transporte. Ahí es donde aprovecha la OIM para facilitar el retorno en Níger de aquellos que deciden volver.
Expoliación legal de los recursos naturales
Historia cuatro. Está terminando 2020, pandemia mediante. Tras un año de crisis sanitaria, nace una nueva ruta migratoria desde las costas de Senegal y Gambia. La historia, como suele suceder, no comienza ahí. Es junio de 2021 y Tervonen está en Senegal. Aquí son los pescadores los que migran hasta Canarias por el saqueo de sus recursos. “Si la pesca fuera buena, nadie se marcharía. Antes solo hacía falta fondear a un kilómetro para encontrar pescado. Pero ahora ni llegando hasta Gambia pescas lo suficiente para compensar los gastos de la jornada”, le cuentan a la periodista.
Ya en abril de 2020, 54 embarcaciones chinas y turcas solicitaron licencias de pesca. El Estado senegalés, presionado por las protestas de los pescadores, anunció el freno de nuevas autorizaciones. Sin embargo, tanto la prensa local como Greenpeace hicieron públicas pruebas de todo lo contrario, recuerda la novela gráfica. En noviembre de ese año, la UE acordó con el Gobierno la renovación del acuerdo pesquero para cinco años más. Esto implicaba el acceso a aguas senegalesas a 45 embarcaciones españolas, francesas y portuguesas a cambio de unos 3 millones de euros anuales.
“El pescado de los pobres es el alimento del pescado de los ricos”, le llegan a confesar a la periodista franco-finlandesa. “Si Europa pretende que los africanos abandonen sus países para cruzar sus fronteras, quizás podría empezar por dejar de robarles su pescado y los recursos minerales y plantearse qué parte de responsabilidad tiene en la gestión de los recursos”, relata el narrador invisible de esta historia.
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Doble página de la novela gráfica: ‘¿A quién benefician las migraciones? El negocio de las fronteras cerradas’.
El pueblo unido…
Historia cinco. Estamos en Francia, París, enero de 2020. La única historia contada desde un país europeo, donde las miserias del sistema no dejan respirar a los pocos migrantes que consiguen arribar a sus Estados. Aquí, acertadamente Tervonen construye una historia común, de lucha y esperanza. A través de numerosos relatos de trabajadores migrantes en Francia en situación administrativa irregular, la periodista da buena cuenta de la inseguridad e incertidumbre a la que se enfrenta. “Los papeles lo cambian todo. Ahora al menos existo. Puedo valerme por mí mismo. Puedo andar con la cabeza bien alta y dejar de vivir con miedo. ¡No hay nada como la libertad!”, esgrime uno de ellos.
La historia resalta el papel de sindicatos como la CGT francesa a la hora de asesorar y acompañar a estos trabajadores, siempre viviendo en un limbo repleto de miedo y temor auspiciado por una pesadilla administrativa que parece infinita. Algunos de ellos incluso llegan a pedir que les hagan contratos a nombre de otras personas, a las que suelen pagar en torno al 10% de su salario.
Tervonen, finalmente, cuenta cómo el apoyo mutuo puede llegar a derribar un sistema de opresión, al menos en los centros de trabajo. Trabajo previo y concienciación férrea fue lo que impulsó a varios trabajadores de una obra a llevar a cabo una huelga contra su patrón, que no ponía ninguna medida para frenar los accidentes laborales. Los trabajadores acamparon 24 días frente a la obra, y ganaron: todos ellos acabaron consiguiendo sus papeles. Otro dato para concluir: en Europa hay entre 3,9 y 4,8 millones de personas en situación irregular, muchas de ellas, precisamente, las que realizan los trabajos más precarios y esenciales de la sociedad.
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‘¿A quién benefician las migraciones?’: reportajes de investigación hechos cómic - Guillermo Martínez
Por ‘¿A quién benefician las migraciones?’: reportajes de investigación hechos cómic - Guillermo Martínez, el 17 febrero 2025
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