Aitana Sánchez-Gijón: “La caverna ha salido de su cueva”
Aitana Sánchez-Gijón (Roma, 1968) es una de esas actrices que encuentran en su oficio la necesidad de luchar por las causas justas. Debutó en el cine siendo adolescente y desde entonces su determinación ha sido la de dar voz a personajes que no la tienen. Cree firmemente en la función del arte para despertar conciencias. Quizá por ello cada tarde se sube a las tablas del Teatro Bellas Artes de Madrid para encarnar a Nora en ‘Casa de muñecas 2. La vuelta de Nora’ (Lucas Hnath, 2017), una mujer dispuesta a enfrentarse a la sociedad patriarcal de finales del siglo XIX.
Figuras como Fernando Fernán Gómez, Gonzalo Suárez y José María Forqué decidieron confiar en ella para protagonizar sus películas, incluso se convirtieron en sus maestros. Pero pronto comprendió que las mujeres también tenían mucho que contar, por eso se embarcó en proyectos comandados por directoras. Entre ellas, Pilar Miró, una cineasta que se atrevió a romper moldes y cambiar roles en la industria. Aitana siguió su estela logrando ser la primera mujer en ocupar el cargo de presidenta de la Academia de Cine.
Su demostrado compromiso feminista la ha llevado a erigirse como una gran defensora de los derechos y libertades de las mujeres. Denunció los abusos sexuales sufridos por compañeras de profesión y reveló algún episodio que por el hecho de ser mujer le ha tocado vivir.
¿Quién es Nora?
Nora es una mujer radicalmente distinta a la Nora de Casa de muñecas (Henrik Ibsen, 1879). En estos 15 años, desde que tomó la decisión de marcharse y dejar a su familia, se ha transformado en una mujer independiente que ha conquistado su propia voz, que ha encontrado su lugar en el mundo y que vuelve a casa porque todo lo que ha conseguido en este tiempo está en peligro: Ella creía que estaba divorciada y no es así, con lo cual viene a reclamar el divorcio que no obtuvo en su momento. Esta Nora es una mujer que ha sufrido mucho, pero que también ha generado mucho sufrimiento. Y en este regreso tiene que enfrentarse a su pasado, a su vida anterior, a su ex marido que abandonó y a su hija, a la que no ha visto crecer. Tiene que afrontar los reproches y los dolores que ella causó en los demás con esta decisión tan radical de pegar un portazo y abandonar su casa.
¿Qué ha significado para usted meterse en la piel de una mujer como Nora?
Este personaje me ha permitido constatar lo que hemos sufrido y seguimos sufriendo las mujeres. En esta función, Nora sufre un proceso de transformación. Se da cuenta de que tiene que seguir batallando. Ha llegado muy alto, pero no puede seguir subiendo si da por buenas ciertas cosas que no lo son, como por ejemplo depender de su marido para obtener el divorcio. Es una mujer que se sigue poniendo en juego, aun a riesgo de cárcel o escarnio público. Su decisión es la de seguir luchando por conquistar los derechos de ella y, por extensión, los de todas las mujeres.
Al final de la obra, en su última intervención, se dirige al público y expresa que le gustaría vivir muchos años más para poder comprobar que las mujeres han ganado en derechos y libertades. Si le pudiese contestar a su personaje, ¿qué le contaría que ha ocurrido? ¿En qué punto nos encontramos ahora en materia de género?
Le contaría que, gracias a mujeres como ella, hemos conquistado espacios inimaginables. Pero la batalla es ardua, larga, y no es fácil derribar un sistema que nos acompaña desde la noche de los tiempos. ¿De cuántos milenios hablamos desde que el sistema patriarcal es el que rige el mundo? Desde que Ibsen escribió la primera parte de Casa de Muñecas, hace 150 años, hemos conseguido grandes cosas. Sobre el papel, las mujeres y hombres somos iguales ante la ley y tenemos una libertad que antes no teníamos, pero aún quedan muchas barreras por derribar y muchas cosas por conseguir. Estamos en el camino, no podemos desfallecer. Por ejemplos como el suyo y los de tantas otras mujeres, no bajamos la guardia.
Habla del sufrimiento que generó con su marcha, una decisión que quizá algunos no entiendan o no puedan justificar. ¿Qué le diría al público que cuestiona las actitudes y decisiones de su personaje?
Les diría que Nora no es una santa, ni una heroína, ni una mártir. Es una mujer de carne y hueso que en ese momento tuvo que tomar una decisión absolutamente radical por una cuestión de mera supervivencia. Lo dice en Casa de muñecas, deja caer que está pensando en el suicidio porque tiene la revelación de que no es nadie, no existe. Es un ser alienado, sin identidad, sin voluntad propia. Se da cuenta de que para conquistar esa voz y encontrar un lugar en el mundo tiene que liberarse rompiendo con todo lo anterior. Y a día de hoy, todavía, las mujeres tenemos que pagar un impuesto revolucionario. Queremos tener una carrera profesional, tenemos anhelos fuera del hogar; y al mismo tiempo queremos formar una familia, tener hijos… y quizá ahora no tengamos que abandonar a nuestros hijos, pero sí renunciar a tenerlos. Y si no los tienes –si no eres mujer y madre–, te sales de lo establecido. Por ello, para conseguir ambas cosas, tenemos que batallar el doble.
Poniendo el foco en la figura masculina de la obra, Torvald (interpretado por Roberto Enríquez), ¿es víctima o verdugo de la sociedad patriarcal en la que vive?
Creo que las dos. La figura de Torvald en esta obra es muy interesante. Mientras que en Casa de muñecas no dejaba de ser un arquetipo, aquí vemos a un hombre que con la desaparición de Nora ha sobrevivido como ha podido a su ausencia y al abandono. Reconocer públicamente que tu mujer te ha abandonado a ti y a tus hijos es una vergüenza que no ha sido capaz de asumir. Por eso construye una mentira de cara a la convención y a las estructuras establecidas. Sin embargo, a raíz de la vuelta de Nora, está descolocado y consigue cuestionarse sus propias actitudes. Necesita comprender cuál es el nuevo camino por el que transitar. Eso me parece muy interesante, ya que refleja la situación en la que se encuentran muchos hombres hoy en día. Esta función logra romper las posiciones de cada uno, a pesar de que estén encastillados, y encuentra una vía de comunicación y de apertura. Creo que hay que abrir un camino por el que llegar al entendimiento a través de la comprensión.
Suele embarcarse en proyectos reivindicativos, con trasfondo social, ¿siente la necesidad de dar voz y denunciar ciertas injusticias a través de su trabajo?
Sí. Inevitablemente escojo esos proyectos que me remueven y que conectan con algo que yo creo que tiene que ser contado y a lo que hay que darle voz. Y en estos últimos años me ha pasado tanto con Medea como con Hécuba, además de Nora. Son los proyectos que me impulsan a ponerme en marcha. Creo que el teatro, el arte en general, tiene una función social importante. Despertar conciencias a través de la emoción, de la belleza, de la reflexión. Somos unos privilegiados, ya que tenemos una herramienta muy poderosa en las manos. Para mí es indisoluble la ciudadana que soy con los proyectos en los que me involucro.
Hablando de reivindicaciones, usted fue a las manifestaciones del 8M, ¿cómo se ha implicado el mundo de la cultura con el movimiento feminista?
La cultura siempre se ha erigido como defensora de las causas justas. Y su implicación no podía faltar con el movimiento feminista. Hace dos años fui con CIMA (Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales) y este año he ido con la Unión de Actores. Estuve rodeada de mis compañeras y compañeros. Estuvimos batallando y levantando la voz. Vi a mucha gente de la cultura también yendo por libre y no detrás de ninguna pancarta en concreto. Creo que es un movimiento transversal y plural que ha movilizado a mucha gente y que ha provocado que los discursos feministas se incorporen a programas y mítines de algunos partidos políticos que jamás habían tenido en cuenta estas voces.
Una de las cosas que precisamente se denunciaron en esas manifestaciones fue la desigualdad laboral entre hombres y mujeres, ¿existe techo de cristal y brecha salarial en la industria del cine?
La verdad es que nunca he sabido muy bien lo que cobran mis compañeros y compañeras. Es bastante privado y depende de la trayectoria profesional que tengas. Depende mucho del caché, por un mismo personaje un actor o una actriz puede cobrar más o menos. Me resulta muy difícil calibrar si eso se produce.
Y el #MeToo, ¿por qué cree que han salido a la luz ahora esos escándalos y no antes?
Porque se va creando un caldo de cultivo. Va por oleadas, esta podríamos llamarla la cuarta ola. Se van produciendo unas mareas de fondo donde de repente hay picos en los que suceden cosas. Se consiguen conquistas importantes, momentos de rebeldía, de reivindicación, de movilización social. Y cuando se consiguen esas cotas de denuncia, luego viene un momento de calma, ya que se llega a un punto en el que estar con la batalla diariamente termina agotando. Acabas por tolerar y entender que no todo va a cambiar a la vez. Pero, de repente, vuelve a brotar de nuevo, y eso es lo que ha ocurrido ahora. La última era de movilización importante fue la de Mayo del 68, ahora vivimos una era distinta pero con ecos de la anterior. Si analizas la historia, es lógico que eso se haya dado ahora. En este caso, además, las redes sociales han jugado un papel muy importante ayudando a que esos escándalos salieran a la luz y se hicieran virales.
Consiguió ser la primera mujer presidenta de la Academia de Cine. La precursora. Luego vinieron más mujeres. ¿Intentó, durante esos dos años que estuvo en el cargo, paliar las problemáticas en materia de género que afectaban al sector?
No, en ese momento las batallas fueron otras y nos absorbieron profundamente: Los Goya, el sistema de votación… Estuve solo dos años y hubo que apagar muchos fuegos muy urgentes. Tampoco me tomé el hecho de ser mujer con el deber de batallar solo por las mujeres, sino que me sentí representante y embajadora de toda una industria. Y en ese momento ni se planteó ni me planteé que había que luchar por la cuestión de género. El que decidieran que ya era hora de que hubiera una mujer al frente de la institución fue una manera de normalizar nuestra presencia. La junta directiva también estaba representada de forma paritaria.
Sin embargo, sí que ha denunciado públicamente la problemática que sufren las actrices cuando dejan de llamarlas al cumplir cierta edad, o si las llaman es para papeles secundarios, ¿es consecuencia de eso que su carrera ha ido inclinándose más para el teatro que para el cine?
Sí, por un lado han dejado de contar conmigo en cine –no así en televisión, afortunadamente–, y al mismo tiempo me han ido surgiendo cada vez cosas más interesantes en teatro. El teatro me ha regalado personajes más complejos, más ricos y más profundos. Mi necesidad artística se ha visto colmada con creces con mi carrera teatral. Además, estoy completamente comprometida con obras que me absorben muchísimo, lo cual me limita para estar en otras cosas. Y lo he reflexionado, porque a mí el cine me gusta mucho, pero el mundo de la televisión está ocupando un espacio muy interesante. Cada vez se hacen cosas más interesantes, y están contando conmigo. Por eso no siento frustración. No pienso: “Vaya mierda de carrera, qué pena”, para nada. La verdad es que tengo más trabajo del que puedo abarcar.
¿Encuentra en el teatro la ventana más idónea para reivindicar?
No, yo creo que todas las ventanas son igualmente válidas, necesarias y proporcionan el mismo espacio. Desde el cine y la televisión también se denuncia, y no sólo en el tema de la igualdad. Series como Fariña o películas como El Reino me interesan muchísimo, retratan una época, muestran la realidad de un país. Son historias que reflejan quiénes somos y lo que nos pasa.
Hablando de la realidad del país, ¿qué opina del auge de la extrema derecha y de su entrada en el Congreso?
Opino que la caverna ha salido de su cueva. Tienen mucha presencia, lo hemos visto en las elecciones. Aunque afortunadamente vivimos en un país que se da cuenta dónde está el peligro y reacciona muy positivamente. Hemos demostrado que no somos un país retrógrado.
Y ahora que ha arrancado la nueva legislatura, ¿qué le pediría a los políticos?
Un poco de altura, de altura moral. Que se pongan a Mujica de vez en cuando y lo escuchen.
‘La vuelta de Nora’ se representa en el Teatro Bellas Artes de Madrid hasta el 23 de junio.
No hay comentarios