Albers, Pontormo y Salgado, una ‘crítica’ muy democrática

Las mujeres Mursi y Surma son las últimas en el mundo en llevar platos labiales. Pueblo Mursi de Dargui en el Parque Nacional Mago, cerca de Jinka. Etiopía. Septiembre y octubre de 2007. © Sebastião Salgado/Amazonas Images/Contacto.

Exposición de Josef Albers en la fundación Juan March. ©Mario S. Arsenal.

Exposición de Josef Albers en la fundación Juan March. ©Mario S. Arsenal.

‘Asombrosio’, el héroe de capa y verde esperanza concebido por el diseñador Óscar Mariné para esta revista, se fue el pasado fin de semana de exposiciones por Madrid, a tres de las principales salas -Fundación Juan March, Fundación Mapfre y Caixa-Forum-. Y ha querido dejar aquí esta crónica irreverente construida con los comentarios del público, componer la reseña de tres grandes muestras -Albers, Pontormo y Salgado- bajándose del pedestal de los críticos y dándole la palabra a la gente, sin pasar por filtros ni retoques.

Un centenar de obras y medio centenar de personas en la Juan March () a media mañana de sábado. Mucha gente sola y alguna mona. Objetivo: Josef Albers, en la primera retrospectiva en España dedicada a ese maestro de la abstracción geométrica y longevo artista -vivió 88 años- que encontró su mejor lenguaje a la edad en que nos jubilan. Se nos muestra aquí obsesionado por las armonías de colores y podemos comprobar cómo, tras flirtear con el rectángulo y el trapecio -y con el círculo, poco, pero algo-, encontró el culmen de su gramática artística en la serenidad del cuadrado. Hay un óleo de 1950 (tenía 62 años), Homenaje al cuadrado, que es la piedra clave de esta muestra de la March (hasta el 6 de julio).

Mario S. Arsenal también ha escrito de Albers en esta revista

Conversación entre un matrimonio de más o menos esa edad (62):

Él: ¿Esto es pintado o recortado y pegado?

Ella: No sé.

Él: Pero tendrás alguna opinión…

Ella (acaba de perder la paciencia, rápidamente, pero la ha perdido): Esa es mi opinión, que no lo sé.

Un padre trata de captar la atención de sus dos hijas, de unos 10/12 años, con una sesuda pregunta:

– ¿A que no sabéis cómo se titula este cuadro? Homenaje al…

– ¡Cuadrado!- contesta una de ellas.

De alguna manera hay que crear afición, ¿no? Aunque lo que más capta la atención del público es el set de cuatro mesas nido, creadas en 1927 en chapa de fresno, laca negra y vidrio pintado, y que a la gente rápidamente le remite al familiar mobiliario de Ikea y Hábitat.

La madre de las dos niñas les hace ver el valor de unas pinturas de blanco sobre blanco. Pero matiza: «La iluminación no es muy buena, no es la más adecuada, porque nos vemos nosotras reflejadas más que las obras. Pero son una maravilla».

Y otro matrimonio, también de unos 62, muestra en público sus divergencias sobre el geométrico Albers:

-Él: Mirando estos cuadros tengo un sentimiento de profunda subnormalidad. Detenerse delante de ellos me parece una gilipollez.

Ella también pierde la paciencia (rápidamente, van por el cuadro cinco), hace gesto de disgusto y le manda callar.

Los niños disfrutan con las variaciones de las armonías de colores y juegan a elegir: me gusta este o aquel. Los mayores también.

Una chica apunta: «Los rojos producen mucho impacto visual, pero yo me quedo con los azules».

  ***

Dibujos de Pontormo en la fundación Mapfre.

Dibujos de Pontormo en la fundación Mapfre.

Asombrosio se va luego a ver los dibujos de Pontormo, maestro del Cinquecento florentino, en el sótano de la Fundación Mapfre. La desbordante vitalidad del genio que ocupa las plantas 0 y 1, Picasso en el taller, se lo come; así que vive en cierto modo de las migajas de una de las muestras estrella de la temporada en Madrid (ambas hasta el 11 de mayo).

Se nota que algunos llegan despistados. Tres señoras maduritas, muy amigas:

-¡Ah! Esto es muy clásico. O muy neoclásico… ¿De qué año son?

-Del mil quinientos y pico.

-Fíjate si son clásicos entonces…

Metidos en el sótano, se habla poco; el recinto es propicio al recogimiento, y se oyen dos palabras sobre todo: «Impresionante». «Precioso».

Llama mucho la atención el estudio de cabeza de San José, los voluminosos vientres de los personajes y la desproporción de algunos miembros (brazos y piernas).

Un hombre explica a su hija: «Son dibujos que tienen el valor de no captar posados, sino que tratan de atrapar el movimiento; casi todos los personajes, si te fijas, están haciendo algo».

Hombre solitario, extravagante, obsesivo y rebelde, Pontormo representó en su tiempo un concepto tan innovador en el arte como Picasso en su época, pero pocos se percatan; la mayoría, con mirada 2.0, lo ven muy academicista. El texto introductorio de la pared da pistas, pero…: «Es precisamente la fama de inconformista, persiguiendo siempre nuevas posibilidades en su propia imaginación, la que lo ha acercado de una manera moderna de entender el arte como una continua búsqueda y como un empeño solitario. En su carácter retraído y obsesivo se ha querido ver un claro antecedente del artista moderno».

Con permiso de Asombrosio, permitidme decir que es una exposición exquisita, tan divina como humana.

  ***

Las mujeres Mursi y Surma son las últimas en el mundo en llevar platos labiales. Pueblo Mursi de Dargui en el Parque Nacional Mago, cerca de Jinka. Etiopía. Septiembre y octubre de 2007. © Sebastião Salgado/Amazonas Images/Contacto.

Las mujeres Mursi y Surma son las últimas en el mundo en llevar platos labiales. Pueblo Mursi de Dargui en el Parque Nacional Mago, cerca de Jinka. Etiopía. Septiembre y octubre de 2007. © Sebastião Salgado/Amazonas Images/Contacto.

Tercera parada en Caixa Forum, que ha dado en la diana estas semanas reuniendo dos de las exposiciones con más gancho: la dedicada al mundo Pixar (hasta el 22 de junio) y la de fotografía de Sebastiao Salgado, Génesis, que acaba de cerrar y ha tenido en todo momento las salas a rebosar. Dos caras del paraíso, real e imaginario.

Nuestra compañera Miluca ya nos lo contó

La muestra de Salgado, hay que reconocerlo, resultaba apabullante. El sábado, cientos de personas recorrían Madagascar, Alaska, la península Antártica y la Amazonia, los pueblos himba (África) o zo’é (Amazonia brasileña), a través de la mirada del fotógrafo brasileño, maestro del blanco y negro, la toma aérea y el viaje a los lugares más recónditos -y casi vírgenes- de la Tierra. Como explicaba una turista inglesa: La expo va de lo maravilloso que es el mundo, «how beatiful the world is…».

Al contrario de lo que nos sucedía con Pontormo, cierto bullicio da pie a hablar y al comentario; el público se lanza a opinar sobre sus animales predilectos. Entre los más queridos, los pingüinos; entre los que más aversión provocan, los caimanes.

«A mí lo que me gusta de este hombre», dice un argentino, «es que no manipula las imágenes, que muestra lo que ve, tal cual es».

Se oye a menudo que esas mismas espectaculares imágenes habrían ganado, habrían sido aun más espectaculares, en color. Pero hay una chica que subraya que con el blanco y negro consigue «texturas más mágicas, más artísticas». Su amiga tuerce el morro.

Muchos comentarios, sobre todo de ellos, en torno a las imaginativas maneras de cubrirse los genitales en las tribus de Oceanía. Y uno le cuchichea a su novia que va a cambiar los gayumbos por esas semillas-cuernos tan decorativas y voluminosas.

Exclamaciones en forma de interjección con las impresionantes tomas aéreas de enormes manadas de renos y búfalos cafre, con algunos maquillajes tribales y con las muchedumbres en las pingüineras de Península Valdés. Entre los paisajes, sorprenden El Salto Ángel (el salto de agua más alto del mundo, con 979 metros), en Venezuela, y el glaciar Perito Moreno, en la Patagonia argentina.

Una muchacha explica a sus padres lo que es la profundidad de campo, y les hace ver que todo está enfocado aun habiendo muchísimos kilómetros de distancia entre el primer plano y el fondo. Y eso a la gente le gusta, que todo esté bien enfocado.

Realmente, aquí también como en Mapfre con Picasso, resultaba difícil la convivencia con vecinos tan ruidosos, competir con los genios de la animación de Pixar, capaces de trasladarnos a otros mundos donde todo es posible. De hecho, como reflexiona Paco Tomás en su columna de esta semana, a menudo daba la sensación de que los padres se empeñaban en culturizar a sus hijos con esta exposición, cuando ellos en realidad lo que estaban deseando era escapar corriendo a la otra propuesta de mundo para evadirse, el Paraíso Pixar.

Pero, seamos justos, Salgado mantuvo el tipo y el nivelazo, con sus 245 imágenes y ocho años de trabajo detrás de ellas.

Deja tu comentario

¿Qué hacemos con tus datos?

En elasombrario.com le pedimos su nombre y correo electrónico (no publicamos el correo electrónico) para identificarlo entre el resto de las personas que comentan en el blog.

Comentarios

  • Miguel

    Por Miguel, el 08 mayo 2014

    Salgado ha sido siempre y es un currante, más de 200 fotografías como esas, tomadas donde lo han sido y con el propósito de remover las conciencias como ha hecho en todo su trabajo es mucho más que apretar el botón; es usar el arte fotográfico para la denuncia y despertarnos del conformismo.

    Han sido antológicas sus exposiciones desde hace años, como Exodos o Trabajadores y tan impresionantes como Génesis. «Magnum 50 años de fotografía» en 1993 en el Reina Sofía ya mostró lo muchos que sus asociados han echo por nuestra cultura, arte y derechos.

    Como el artículo es para dar voz a la critica democrática, haré también mi aportación: varios sesudos fotógrafos amateurs viendo las magníficas copias exhibidas en Caixa Forum exclaman ¡si parecen HDR! (fotografías con alto rango dinámico, es decir, de calidad).

    Enhorabuena por proponer otro punto de vista y de crítica.

Te pedimos tu nombre y email para poder enviarte nuestro newsletter o boletín de noticias y novedades de manera personalizada.

Solo usamos tu email para enviarte el newsletter y lo hacemos mediante MailChimp.